Descubra Su Valor Como Mujer

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By Charles R. Swindoll

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Descubra su valor como mujer… y sea libre de la preocupación. Vivimos en una sociedad que espera que las mujeres tengan el aspecto perfecto, el matrimonio perfecto, los hijos perfectos y la carrera perfecta. Los retos que las mujeres enfrentan en estos tiempos parecen más difíciles que nunca. Esté usted casada o soltera, sea más mayor o más joven, cada dia presenta su propio conjunto de obstáculos que vencer. Para ayudarle a caminar victoriosamente en situaciones difíciles, Descubra su Valor como Mujer cubre dos de los problemas más significativos y potencialmente destructivos que las mujeres enfrentan en la actualidad: la lucha por una sana auto imagen y la batalla para calmar esas ansiedades constantes. Con una detallada lectura a la Escritura bajo la guía del Pastor Swindoll, estas páginas le alentarán a vivir su vida, dia a dia, como la mujer que Dios creó que usted fuera. Pensado para toda mujer que ha sido confrontada por los tormentosos mares de la ansiedad y la duda de sí misma, estas páginas demuestran cómo pasar del temor y la inferioridad a la fe y la autoestima.

Excerpt

Capítulo 1

Una Palabra de Aliento de Cynthia Swindoll

¿Qué quieren las mujeres? Libros recientes que han sido éxitos de librería y películas de éxito taquillero han tratado de explorar este tema mirándolo desde todo ángulo, pero pienso que la respuesta más bien es sencilla. Si usted es como yo, quiere saber que su vida realmente le importa a Dios y a otros. Necesitamos saber que se nos valora, que se nos aprecia, que estamos determinadas a lograr hacer una diferencia en nuestro mundo. ¿Acaso no tengo razón?

Pienso que este deseo brota del hecho de que, en lo más profundo de nuestro ser, nos inclinamos a las relaciones personales. A las mujeres nos encanta relacionarnos con otras personas: con otras mujeres, con nuestro esposo, con amigos y amigas, con los demás miembros de nuestra familia, y con nuestra comunidad de fe y sociedad. Nos encanta conectarnos.

Considere su hogar. No hay nadie que pueda influir más para el bien en sus hijos. En su trabajo, su bondad puede atraer a sus compañeros de trabajo como un imán. Sus amigas se apoyan en usted buscando fortaleza, consejo, aceptación . . . y también para pasar un buen tiempo un buen rato. Y, sea obvio o no, su esposo considera su opinión como la más importante del mundo.

Su vida y su influencia pueden ejercer un gran impacto; la amplitud y profundidad de ese impacto en realidad dependen de usted y de Dios. Si leo correctamente Deuteronomio 6:5 – 7, entiendo que Él quiere que tengamos una gran determinación para influir positivamente en nuestro mundo, aprovechando las oportunidades diarias para poner en práctica lo que en verdad creemos. Simplemente lea estos versículos:

Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.

Los versículos que preceden y siguen a este pasaje enseñan con toda claridad que debemos aprovechar el tiempo. Simplemente debemos aprovechar diligentemente cada oportunidad que se nos presente para enseñar algún principio, dar una palabra de ánimo, y echar mano del poder capacitador de Dios. Me asombra la forma en que esas palabras se relacionan a las experiencias de nuestro tiempo.

A finales del año de 1960, cuando yo todavía era una joven esposa delgada, asustada y tímida, asistiendo junto con mi esposo al Seminario Teológico de Dallas (y mucho antes de que Bruce Wilkinson escribiera su libro La oración de Jabes), estaba preparando un estudio bíblico del Antiguo Testamento cuando encontré la oración de Jabes en 1 Crónicas 4:9 – 10. Me dejó estupefacta, y quise saber los pormenores en cuanto a si Dios le concedió su petición, o no. Esto es lo que dice este pasaje:

Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.

A veces pienso que nos concentramos tanto en que Dios ensanche nuestro territorio, que nos olvidamos de las otras tres partes de su oración: que Dios lo bendiga, que la mano de Dios esté con él y que Dios le guarde de mal, a fin de no sufrir daño. Decidí que, en lugar de procurar intensamente comprender cómo Dios había respondido a la oración de Jabes, trataría de entender cómo Dios responde a esta oración cuando la dice cualquiera de Sus hijos. Representa el mismo cimiento de Su papel como nuestro Padre celestial. Es verdad que hay muchos, pero muchos aspectos sobre estas peticiones, y de cómo las experimentamos en nuestra propia vida, pero esta en verdad puede ser la oración de cualquier persona, y el que Dios conceda estas peticiones puede ser nuestra propia aventura personal.

La pasión de Jabes nació en medio del dolor, pero en lugar de convertirse en víctima de sus circunstancias, quiso ser pionero en los esfuerzos de ensanchar los límites de su propia existencia. Por consiguiente, aprovechó su desventaja como una oportunidad, y sabía que eso exigiría establecer su asociación con el Dios vivo. La mano de Dios estampó Su firma en el plan, y Jabes realizó sus acciones con honor; más honor que sus propios hermanos que habían experimentado o presenciado el dolor de su madre.

El provecho que usted saque de las oportunidades de hoy le preparará para la misión y el ministerio para los que fue creada. De manera muy similar le ocurrió a Ester, la cual su primo, Mardoqueo, le hizo notar que había llegado su momento y debía aprovechar la oportunidad que se le presentaba. Én Ester 4:14 leemos: “Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” ¿Se da cuenta? Los muchos días y años de preparación, a veces dolorosos, pueden dar como resultado (en el momento menos esperado) algún tipo de intervención divina, “para esta hora”.

El provecho que usted saque de las oportunidades de hoy también la preparará para concebir una ambición digna y valiosa. Para Jabes, fue un territorio más grande mientras que la mano de Dios estuviera sobre él. Pienso que Dios le concedió su petición porque él fue más honorable en sus pensamientos y acciones que sus hermanos. Jabes había aprendido, como también Miqueas, que el Señor nos pide que hagamos justicia, que amemos la misericordia y que andemos humildemente delante de nuestro Dios (Miqueas 6:8). Jabes también había aprendido lo que el apóstol Pablo más tarde aprendería y expresaría en su carta a los gálatas: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9).

El provecho que usted saque de las oportunidades de hoy también revelará sus puntos débiles y la llevará a una comprensión mayor del asombroso poder y suficiencia de Dios. Pablo expresó en 2 Corintios 12:9 cómo él había adquirido esta comprensión:

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

Respecto a esto tengo simplemente que darle una cita de F. B. Meyer que lo dice todo:

Mi gracia es suficiente, suficiente ¡SUFICIENTE! Suficiente cuando los amigos te dejan, y los enemigos te persiguen; suficiente para hacerte fuerte contra una sinagoga furiosa, o una lluvia de piedras; suficiente para las labores corporales excesivas; y suficiente para permitirte que hagas tanto trabajo, aun más que si estuviera el cuerpo enteramente sano—porque mi fuerza es hecha perfecta sólo en medio de las condiciones de debilidad mortal.

Al estimar la grandeza de la obra de la vida de un hombre, es justo considerar las dificultades bajo las cuales ha obrado. Y cuánto se aumenta nuestra estimación del apóstol, cuando nos acordamos de que sufría de continuo dolores físicos. No obstante esto, en lugar de sentarse desesperado, y alegar la enfermedad física como su excusa para no hacer nada, osadamente reclamaba la gracia que le estaba ofrecida, e hizo obra más grande, por el poder de Dios que le capacitaba, que lo que podría haber hecho por su propio poder, sino hubiera sido impedido por su propia debilidad.

¡Ah! Hermanos afligidos, vuestras debilidades debían ser contrarrestadas por el poder de Dios; vuestras flaquezas balanceadas por su potencia. No os rindáis ante el matrimonio equivocado, el negocio desagradable, la asociación comercial desafortunada, la debilidad física, la torpeza de lengua, la fealdad de facciones, como si quisieran mutilaros y venceros. La gracia de Dios está a la mano,—suficiente— y más abundante mientras más profunda sea la debilidad humana. Apropiáosla, y aprended que los que esperan en Dios, son más fuertes en su debilidad, que los hijos de los hombres en su mayor salud y vigor.1

Eso, en resumen, es la vida cristiana. En todas las experiencias tan dolorosas, a tiempo y fuera de tiempo, en enfermedad, en salud, cuando nos sentimos con ganas y cuando no, cuando nos traicionan, cuando estamos confundidas, nos abrimos paso por todas las capas en búsqueda de la verdad y luego orquestamos nuestras respuestas a las experiencias de la vida andando humildemente ante Dios, practicando la justicia y amando la misericordia. A su debido tiempo y en el momento apropiado, llegaremos a experimentar nuestro llamamiento “para esta hobra”.

Jamás en mis sueños más insólitos pudiera haberme imaginado, allá en la década de los sesenta, cuando estudié y elevé como mía la oración de Jabes, cómo Dios respondería estas peticiones y verdaderamente nos bendeciría a mi esposo Chuck y a mí en nuestro ministerio pastoral y el ministerio de Insight for Living. Cuando tenía dieciséis años le entregué mi corazón a Dios, sin reservas al ministerio de la Palabra de Dios y a la gran Comisión. Siete meses más tarde, después de haber salido con Chuck apenas un par de veces, me comprometí en matrimonio (¡demasiado niña!) con éste maravilloso joven de diecinueve años que amaba apasionadamente al Señor Jesucristo. Dios le dio a Chuck el don de ser pastor y maestro; don que yo no poseo. Me dio a mí el don de la administración, y una visión inusual para alcanzar a todo el mundo con la Palabra de Dios, la única verdad que puede hacer libres a los seres humanos. Nuestras fronteras en verdad han incluido a todo el mundo, y mis temores y timidez han sido reemplazados con una mayor comprensión del poder de Dios mediante circunstancias increíbles, repito, increíbles . . . nunca predecibles y que siempre exigen que avancemos por los valles y montañas de la vida. El territorio ensanchado de Jabes abarcó tales valles y montañas. Estoy segura de eso.

Poco después de haber estudiado a Jabes, estudié Filipenses 3:10 – 11, y estos versículos llegaron a ser para mí los versículos favoritos de mi vida. Me encantan:

A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

Este pensamiento está presente en mi mente todos los días: el mismo poder que levantó a Jesús de los muertos está disponible para cada una de nosotras, en cada y todo momento de nuestras vidas, para capacitarnos para ser transformadas en nuestro espíritu y a Su semejanza. ¿Para qué? A fin de que, al poseer la vida eterna, podamos alcanzar la resurrección espiritual y moral que nos levanta de entre los muertos: tanto los no creyentes que están espiritualmente muertos sin Cristo, así también como los creyentes que están muertos en su experiencia. La mayoría de los que están en esta última categoría no tienen ni idea de este poder. Ese es un pensamiento que desconcierta. Si estuviéramos conscientes del poder de Dios en todo momento, mediante una ambición santa, aprobada por Dios, digna, mediante toda acción soberana en nuestras vidas, viviríamos vidas totalmente diferentes. Viviríamos una vida abundante. Nuestro territorio en verdad se ensancharía.

Para continuar en la tradición de mujeres animando a mujeres y para aprovechar al máximo esas oportunidades diarias, Visión Para Vivir le presenta este material de: Descubra su valor como mujer. En este volumen enfocamos directamente aquello que las mujeres quieren y necesitan saber . . . pero, incluso aún más importante, lo que Dios quiere para nosotras. Esperamos que este recurso le ayude a adquirir una perspectiva bíblica y práctica para todos los diferentes papeles que desempeñamos, y estímulo respecto a cómo profundizar en nuestra relación personal con Cristo. Ha sido escrito específicamente para mujeres. En algunos capítulos, hemos invitado a algunas mujeres sobresalientes y con preparación teológica a nivel de seminario, y mujeres de experiencia en el ministerio, para que se sienten a nuestro lado por un momento, y nos cuenten lo que han aprendido en su andar con Dios. Sé que usted disfrutará de estos breves momentos en su grata compañía.

Para concluir, permítame decirle que mi oración por usted es doble:

Genre:

On Sale
May 12, 2015
Page Count
144 pages
Publisher
Worthy Books
ISBN-13
9781617958946

Charles R. Swindoll

About the Author

Charles Swindoll is senior pastor of Stonebriar Community Church, chancellor of Dallas Theological Seminary, and host of the internationally syndicated radio program, Insight for Living. He has written more than thirty bestselling books, including Strengthening Your Grip, Laugh Again, and Grace Awakening. He and his wife, Cynthia, reside in Frisco, Texas.

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