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Sobrecarga
Cómo desconectarse, relajarse y soltarse a sí mismo de la presión del estrés
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By Joyce Meyer
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As technology increases your accessibility, it becomes harder to mute the background noise of your life and receive God’s guidance. Joyce Meyer calls this Overload, when the demands of your busy life become all-consuming and overwhelming. But to experience the joyful life God has planned, you must make time to focus on His Word. Then you’ll receive His healing calmness and gain the strength to take on life’s challenges, from physical ailments to problems in relationships. Through the practical advice and Scriptural wisdom in this book, you’ll learn how to unplug and free yourself from burdens that weigh you down. You’ll gain simple, effective tips for better rest and stress management and discover the fulfilling life you were meant to lead.
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INTRODUCCIÓN
¡Guao! Estoy muy emocionada por este libro. Espero con toda el alma que de verdad pueda ayudarle a manejar, incluso a eliminar, el estrés de su vida. Permítame decirle por qué Sobrecarga: cómo desconectarse, relajarse y librarse de la presión del estrés me emociona de forma particular.
En todos mis años de ministerio, he enseñado y escrito sobre una gran variedad de temas. Conozca a Dios íntimamente, Palabras de poder, Cómo oír a Dios, ¡Ayúdenme, siento miedo! ¡Viva con esperanza!, El campo de batalla de la mente, Pensamientos de poder, Adicción a la aprobación; por solo nombrar unos pocos.
Y como cada tema que Dios me ha impulsado a escribir o enseñar es importante, siento que hay algo especial en este libro. El estrés es algo con lo que estoy muy familiarizada, no es solo un tema que estudié, no es solo un tema del que leí, y no es solo un tema del que fui testigo distante.
El estrés es algo que he tenido que enfrentar personalmente.
Es un enemigo contra el que he tenido que luchar en repetidas ocasiones. Algunas veces he ganado y otras he perdido, pero el estrés es definitivamente un adversario que he conocido en el pasado… y al que a veces tengo que confrontar y manejar en mi vida presente.
Ha habido días en los que el estrés ha tratado de robarme la paz y secuestrar mi alegría. El ritmo frenético de la vida, las agendas apretadas y las malas decisiones, han sido las formas en las que el estrés ha irrumpido en mi vida. Y en verdad ha irrumpido. El estrés nunca entra a nuestra vida por la puerta de atrás. Prefiere ingresar por la puerta principal.
Es probable que usted sepa de lo que hablo. De hecho, creo que usted sabe exactamente a lo que me refiero. Estoy segura de que también ha experimentado frustraciones, presiones y situaciones estresantes. Probablemente ha tenido una pila de facturas que llega hasta el techo, los niños han estado a punto de enloquecerle, su jefe no ha querido entrar en razón, el automóvil ha empezado a hacer ese ruidito de nuevo (puede que hoy sea uno de eso días).
Así que, al parecer, usted y yo estamos en el mismo barco. Puede que usted no conozca los detalles (aunque compartiré algunos en las próximas páginas), aun así puede entender el tipo de estrés que yo he sufrido. Y aunque yo no conozca todos los detalles, puedo entender el tipo de estrés que ha sufrido usted.
Creo que esa es la razón por la cual me emociona tanto escribir este libro, y que usted lo esté leyendo. Porque siento que estamos juntos en esto. Usted y yo somos compañeros en este viaje para reducir los niveles de estrés. Ambos nos hemos sentido exasperados, ambos nos hemos sentido desanimados, y ambos hemos considerado la idea de escaparnos a alguna playa para estar aislados de todos (es en broma… creo).
Pero permítame abrir el espectro más allá de usted y yo. Quiero que vea un cuadro más amplio. ¿Sabía que hay alguien más que entiende las presiones del estrés? ¿Alguien más que se puede identificar con lo que usted sufre cuando la vida se pone de cabeza y las cosas se salen de control?
Esa persona es Jesús.
Si esa respuesta lo sorprende, considere por un momento algunos de los elementos estresantes que Jesús tuvo que enfrentar:
1. Su variado grupo de discípulos necesitaba corrección constante.
2. Los fariseos y saduceos trataban continuamente de desacreditar su ministerio en público.
3. Dondequiera que Él llegaba, se formaban inmensas multitudes de personas deseosas de recibir milagros.
4. La gente de su propia tierra natal, Nazaret, rechazó sus enseñanzas.
5. Uno de sus discípulos escogidos lo traicionó por treinta monedas de plata.
A mí eso me parece bastante estresante. Y eso sin tomar en consideración el hecho de que Jesús estaba en una misión divina para salvar a la humanidad de sus pecados y reconciliarnos con Dios. Jesús sabía que iba a sufrir una muerte cruel; para Él no fue ninguna sorpresa. Sin embargo, nunca se detuvo en su camino hacia la cruz. Ese es un tipo de estrés que ninguno de nosotros puede imaginar. Puede ser difícil de creer que Jesús sufriera estrés, pero la Biblia nos enseña que Él comprende todas nuestras debilidades y flaquezas, porque sufrió todas las tentaciones que sufrimos nosotros, pero nunca cayó en pecado (Heb. 4:15).
Pero en medio de todo el estrés y la presión, Jesús decía cosas como estas:
"La paz os dejo, mi paz os doy".
Juan 14:27 (negritas añadidas)
"En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo".
Juan 16:33 (negritas añadidas)
"Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo".
Juan 15:11 (negritas añadidas)
También, en medio de una tormenta huracanada, reprendió a los vientos para que se calmaran, y luego les dijo a los discípulos:
"¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?".
Marcos 4:40.
¿No es increíble? A pesar de los inconvenientes, los desafíos y las presiones que lo rodeaban, Jesús permanecía en paz y tranquilo. Realizaba el trabajo que le correspondía con confianza y alegría, aunque los demás estuvieran descontrolados y llenos de pánico.
Sin importar las circunstancias, fuese una tormenta inesperada o una muchedumbre enojada, Jesús era una presencia tranquilizadora y estable. Es por esto que pudo decir en Mateo 11:28: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar".
Jesús aún está diciendo estas palabras: "Venid a mí, y yo os haré descansar" el día de hoy. La vida que Él desea para nosotros no es una vida controlada por el estrés. No fuimos creados para andar por la vida preocupados, ansiosos y asustados, esperando que todo termine. Podemos aprender a tomar todo ese estrés, toda esa presión y dárselos a Dios, y vivir en la paz y el regocijo que Él ha planeado para nuestras vidas.
Sé que es verdad porque lo he visto suceder en mi propia vida. Hace años, tuve que tomar una decisión: podía sucumbir al estrés y la ansiedad que sentía o podía aprender a seguir la guía del Espíritu Santo, y echar toda preocupación sobre Dios.
Cuando empecé a confiarle mi vida a Dios, y a estudiar y entender las consecuencias que el estrés y las preocupaciones traían a mi vida (mi espíritu, alma y cuerpo), me sorprendí de los cambios radicales que empezaron a ocurrir. Mi vida comenzó a transformarse cuando escogí tomar decisiones guiadas por Dios para superar el estrés.
Claro, todavía enfrento las mismas circunstancias estresantes de siempre. Y sí, todavía hay días que están más llenos de estrés que otros. Pero ya mi vida no está sobrecargada con lo que Jesús llamó "los afanes de este siglo" (ver Mr. 4:19). Ahora, cuando enfrento una situación que antes solía volverme completamente loca, por la gracia de Dios soy capaz de mantener mi gozo, confiar en Dios y seguir avanzando.
Es por esa razón que decidí escribir este libro. No puedo esperar para enseñarle lo que el Señor me enseñó, y lo que todavía me está enseñando, sobre la manera de vencer el estrés. No importa lo que le esté pasando, sea grande o pequeño, molesto o aterrador, créame cuando le digo que usted no tiene por qué vivir una vida llena de ansiedad, preocupación y estrés.
Créame, entiendo que está enfrentando desafíos y problemas, a veces a diario. Sé que puede ser agotador tratar de navegar con éxito las tormentosas aguas de la vida. Pero hoy quiero decirle que no tiene por qué navegar esas aguas solo. Dios ha prometido que Él estará con usted y que nunca se alejará de su lado (ver Dt. 31:6). Y si Dios está con usted, no hay problema, deuda, juicio u obstáculo por el que valga la pena estresarse. Dios no permitirá que se hunda. Él está al control y lo llevará con seguridad hasta la otra orilla.
¿Su cuenta bancaria se está vaciando?
No se preocupe. ¡Dios está al control!
¿Debe tomar una decisión importante para su futuro?
No se preocupe. ¡Dios está al control!
¿Su matrimonio está pasando por un mal momento?
No se preocupe. ¡Dios está al control!
¿Tiene dudas sobre si debe aprovechar una nueva oportunidad que surgió?
No se preocupe. ¡Dios está al control!
De eso es de lo que se trata este libro. Siempre enfrentaremos situaciones que nos causen estrés, pero con la ayuda de Dios descubriremos cómo superar ese estrés, y aprenderemos a vivir vidas llenas de júbilo y vidas abundantes, pues Jesús ya las pagó con su muerte.
Así que prepárese. Creo que Dios tiene algo bueno para usted. En las próximas páginas, compartiré mi historia y las de otras personas. Hablaremos de las promesas y enseñanzas de Dios. Le daré algunas recomendaciones muy poderosas que puede poner en práctica. Y a través de todo eso, en cada capítulo y en cada página, oraré para que usted comience a darse cuenta de que ya no necesita estar sobrecargado de estrés. ¡El estrés es algo que podemos vencer!
MANTENGA LA CALMA
Y
LIBÉRESE DEL ESTRÉS
CAPÍTULO 1
Comience a vencer el estrés hoy
"La ansiedad no nos quita las penas del mañana, solo nos quita la fuerza del presente".
—Charles Spurgeon
Estrés. Es una palabra que en realidad a nadie le gusta, pero que todos hemos llegado a aceptar. Un hecho desafortunado, pero innegable, es que tanto usted como yo vivimos en un mundo lleno de estrés. Sea estudiante o maestro, una madre que se queda en casa o un profesional que sale a trabajar, viva usted en el campo o en la ciudad, siempre se encontrará con el estrés.
Una vez leí un artículo que decía que el estrés era la nueva normalidad. Y creo que para mucha gente es así. No necesitamos buscar mucho para encontrar las pruebas de que es así. Todos hemos tenido amigos o compañeros de trabajo que sufren de "migrañas por estrés". Las compañías farmacéuticas producen muchos medicamentos para reducir el estrés. Las tiendas minoristas hacen una fortuna vendiendo "pelotas antiestrés". El estrés es como un virus que se sigue propagando.
Muchas personas han contraído el virus del estrés… pero parecen no darse cuenta. Sus amigos y familiares lo notan, su jefe y compañeros de trabajo lo perciben, todos a su alrededor saben que son presas del estrés, pero ellos no. No han aprendido a reconocer sus síntomas. Pasan los días ansiosos, alterados, preocupados, tensos y frustrados, y simplemente han aceptado que eso es parte de la vida. Es su "nueva normalidad".
Este ciertamente fue mi caso. En los primeros años de mi ministerio, estaba profundamente estresada, pero no lo sabía. Mi estrés se debía a muchos factores: el ministerio estaba creciendo rápidamente, lo cual me mantenía extremadamente ocupada; no estaba descansando ni alimentándome adecuadamente; había abarrotado mi agenda porque no quería decirle que no a nadie; aún estaba lidiando con las repercusiones emocionales de haber sido abusada por mi padre durante mi infancia; y en medio de toda esa actividad frenética, Dave y yo estábamos criando cuatro hijos, y… ¿mencioné que estaba en medio de un cambio en mi vida y no podía tomar hormonas porque había sufrido cáncer de mama? ¡Guao! Ahora veo todo eso y puedo entender perfectamente por qué siempre estaba estresada, pero sorprendentemente en ese momento no reconocí los síntomas.
Con toda esa ansiedad y frustración que me rodeaba, simplemente asumí que así era como se suponía que debía vivir. El estrés se convirtió en mi nueva normalidad.
Debido a mi personalidad y mi ética de trabajo, no me tomé el tiempo de bajar un poco el ritmo, aprender a ordenar mis prioridades o cuidarme. Tenía cien platos girando a la vez, y estaba decidida a no dejar caer ni uno solo. El resultado de mi bien intencionada pero testaruda negatividad a tomarme las cosas con calma, fue un agotamiento tanto físico como emocional. Mi cuerpo comenzó a estropearse y yo comencé a sufrir las consecuencias.
Finalmente, fui a ver a un médico. Estaba segura de que simplemente bastaba un medicamento para levantarme y continuar satisfaciendo todas las exigencias que yo misma me imponía. Nunca olvidaré lo que él me dijo: "Joyce, tus problemas físicos y emocionales son consecuencia del estrés. Creo que necesitas hacer algunos cambios".
Eso me enfureció. ¿Estrés? ¡Yo no estoy estresada! ¡Solo estoy ocupada! En verdad me molestó que el doctor sugiriera que estaba muy estresada. Yo pensaba que era demasiado fuerte para sufrir de estrés. Y estaba convencida de que seguía la voluntad de Dios y que por lo tanto Él no me dejaría sentir los efectos negativos del estrés. Después de todo, había dedicado mi vida a servir a Dios; ¿cómo podía estar sufriendo de estrés? Busqué una segunda opinión con otro doctor que me dijo lo mismo. No importaba cuantos consultorios visitara, ni con cuantos doctores hablara, todos me daban exactamente la misma respuesta: "Joyce, sufres de estrés". El último doctor me sugirió ver a un psiquiatra, ¡y eso en verdad me enfureció! Mi madre había sufrido una enfermedad mental, y creo que en el fondo yo estaba convencida de que si admitía que estaba sufriendo de estrés, de alguna terminaría como ella.
Las cosas en ese entonces eran un poco diferentes. No eran tan fácil acceder a la información como lo es ahora, y no se habían realizado muchos estudios sobre los efectos nocivos del estrés. Creo que era por esto que me negaba a creer cuánto daño me estaba haciendo el estrés. En ese momento, me impactó mucho saber que esta podría ser la causa de muchos de los problemas que estaba enfrentando.
Aquí estaba, sirviendo a Dios y haciendo lo que yo sabía que Él me había llamado a hacer, pero en realidad no disfrutaba la vida. En vez de celebrar las oportunidades que Dios me estaba dando de ministrar su Palabra (lo cual me encantaba hacer), estaba atrapada por el estrés. Me frustraba con facilidad, tenía dolores y achaques, no estaba durmiendo bien, discutía constantemente… y la lista sigue y sigue.
Pero comencé a leer sobre el estrés y, con la ayuda del Señor, finalmente comencé a darme cuenta de que los doctores tenían razón. El estrés me estaba haciendo daño, tanto física como emocionalmente. Pero el Señor también me comenzó a mostrar que el estrés me estaba haciendo daño desde el punto de vista espiritual, ya que estaba dejando que las presiones externas de la vida afectaran mi paz y alegría interna. Si no realizaba algunos cambios importantes, nunca iba a disfrutar completamente la vida que Jesús pagó en la cruz para mí.
Los efectos del estrés
Mientras más le hablo a las personas, más cuenta me doy que mi historia no es poco común. Cuando le cuento a mis amigos o compañeros del ministerio, lo estresada y avasallada que me siento a veces, normalmente asienten en señal de comprensión y me aseguran que saben exactamente de lo que hablo. Gente de todo tipo me ha dicho en algún punto que ellos también han tenido que enfrentar la fría y cruda realidad de que el estrés les estaba impidiendo vivir lo mejor de su vida.
El estrés es un ladrón que no discrimina. Tomará lo que pueda, de quien pueda. Salud, paz, descanso, relaciones, risas… el estrés quiere llevárselo todo. Y como a cualquier ladrón, no podemos enfrentarlo a menos que nos demos cuenta de que está allá afuera, revolviéndose en las sombras. Si no sabemos que estamos en riesgo, ¿cómo haremos para protegernos?
Permítame compartir con usted algunas estadísticas reveladoras que muestran estudios y encuestas recientes.
• El 49 por ciento de las personas encuestadas manifestaron haber vivido un "evento o experiencia estresante de importancia" en el último año.1
• El 83 por ciento de los estadounidenses están estresados por causa de su trabajo.2
• El 69 por ciento de la gente con altos niveles de estrés afirmó que su estrés en realidad había aumentado en el último año.3
• El 41 por ciento de los adultos casados afirman que en el último mes han perdido la paciencia o le han gritado a su cónyuge por culpa del estrés.4
• El 52 por ciento de los adultos de dieciocho a treinta y tres años reporta que el estrés les ha impedido dormir en la noche, al menos una vez en el último mes.5
Personas de todo el mundo afirman estar experimentado estrés, presión y ansiedad en niveles alarmantes. Existe una cantidad incalculable de estudios, demasiados para contarlos, que muestran que somos una sociedad que funciona con estrés. Y este estrés que enfrentamos está teniendo un efecto alarmante en la manera en que sentimos y actuamos a diario. Observe algunos de los efectos que el estrés tiene sobre nosotros, de acuerdo a un estudio realizado por la Clínica Mayo:6
Efectos físicos
• Dolores de cabeza
• Tensión o dolor muscular
• Fatiga
• Alteración del deseo sexual
• Problemas estomacales
Efectos emocionales
• Ansiedad
• Inquietud
• Falta de motivación
• Irritabilidad o ira
• Tristeza o depresión
Efectos en el comportamiento
• Comer en exceso
• Explosiones de ira
• Abuso del alcohol o las drogas
• Uso de tabaco
• Exclusión social
Y con todo lo malo que puedan parecer estos efectos, no son los más peligrosos del estrés. El Instituto Nacional de Salud Mental afirma que "la tensión continua sobre su cuerpo, que ocasiona el estrés frecuente, puede acarrear graves problemas de salud, tales como enfermedades del corazón, alta presión sanguínea, diabetes, depresión, desórdenes de ansiedad y otras enfermedades".7
No podemos seguir ignorando esto. El estrés es un enemigo real, capaz de hacer un gran daño desde el punto de vista físico, emocional y espiritual. No es algo que podamos trivializar y barrer debajo de la alfombra. Sufrir de estrés no es estar "bastante ocupado" o "un poco nervioso". El estrés es una herramienta peligrosa que el enemigo utiliza para tratar de impedir que disfrutemos la vida que Jesús pagó en la cruz para nosotros.
¿Y qué dice usted?
Al principio de este capítulo, le conté sobre el estrés bajo el que yo me encontraba, un estrés que me estaba afectando, aunque en ese momento no me daba cuenta. Y le he contado sobre algunos de mis amigos que se sentían identificados conmigo, porque también habían estado luchado con el estrés. Ahora quiero preguntarle sobre su vida.
Verá, me pregunto si realmente está experimentando y disfrutando lo mejor que Dios tiene para usted. Lo digo porque me tropiezo con mucha gente que está desgastada. Parece que siempre están cansados, alterados y deseando algo mejor. No importa cuanto lo intenten, parece que no pueden identificar la razón de su infelicidad. Seguramente tienen días buenos, pero si son completamente honestos, le dirán que los días malos opacan los buenos.
Y no siempre se debe a las circunstancias. Algunas de las personas más frustradas e infelices que conozco tienen todo lo que siempre desearon: un cónyuge amoroso, hijos hermosos, una carrera exitosa, una gran casa. Pero aún con todo esto, parece que no pueden encontrar la paz y celebrar la vida. No hay tiempo para eso; sus días, en cambio, están llenos de preocupación, nerviosismo, e incertidumbre por el futuro.
¿Conoce ese sentimiento? ¿Se ha sentido intranquilo o descontento recientemente? ¿Ha sentido algunos de los síntomas mencionados por la Clínica Mayo? Dolores de cabeza, achaques, fatiga, agitación, falta de motivación, irritabilidad, ira, tristeza, comer en exceso, exclusión social, ¿ha tenido que lidiar con esto recientemente? Si es así, es muy posible que esté sufriendo de estrés (sea que lo sepa o no). Y el estrés trata de robarle las cosas buenas que Dios tiene para usted.
Permítame animarlo: el hecho de que esté sufriendo de estrés, no significa que haya algo malo con usted. De hecho, solo significa que usted es un ser humano. Como nos muestran las estadísticas, tanto las mujeres como los hombres alrededor del mundo sufren de estrés. Pero tenemos buenas noticias: no tenemos que ser como el resto del mundo. Como creyentes, se nos ha prometido una vida nueva en Cristo. No debemos dejar que el estrés nos robe la felicidad. No tenemos que darnos por vencidos y pensar: Bueno, esto es lo que hay. Podemos permanecer firmes en las promesas de Dios y confiar que Él está llevando a cabo un gran plan para nuestras vidas (hablaremos sobre esto en el próximo capítulo).
Así que si alguna vez se preguntó: ¿Esto es lo mejor que hay?, la repuesta es un rotundo ¡No! Dios tiene una vida mejor para nosotros. Una vida llena de risas, felicidad, abundancia, paz y júbilo. Pero para darnos cuenta de todo lo que Dios tiene para nosotros, es muy importante que nos liberemos del estrés. Permítame darle cinco sencillos pasos para iniciar ese proceso.
Cinco maneras de librarse del estrés
Una vez que notamos que el estrés está tratando de evitar que experimentemos lo mejor de Dios en nuestras vidas, podemos empezar a realizar algunas elecciones para cambiar las cosas. Estaremos hablando de esos cambios a lo largo de este libro, pero quería darle algunos consejos prácticos en este primer capítulo, para que pueda comenzar a avanzar el día de hoy.
Cuando adquirimos un teléfono celular o algún equipo electrónico nuevo, el fabricante normalmente incluye una "Guía rápida" junto al manual de instrucciones. Bien, esto es como esa guía. Aquí le presento algunos pasos rápidos que puede dar el día de hoy para iniciarse en la lucha contra el estrés:
1. Busque apoyo social
Los estudios han demostrado que el aislamiento lleva a padecer niveles de estrés elevados. Como seres sociales, pasar tiempo con otras personas es una de las mejores maneras de aumentar nuestra perspectiva. Hay varios recursos sociales que trabajan de forma diferente, según el individuo. Aquí le sugiero algunos:
La familia: pase tiempo con los miembros de su familia que le amen y lo apoyen. No los subestime.
La iglesia: la iglesia local es donde se reúne la familia de Dios para adorarlo, aprender su Palabra y animarse unos a otros. Si no es miembro de una iglesia estable, basada en la Biblia, le animo a encontrar una a la cual pueda asistir.
Grupos y clubes: Los grupos sociales de todo tipo: clubes literarios, de ejercicios, de estudios bíblicos, incluso los grupos de amigos que simplemente se reúnen para cenar una vez a la semana. Todos ayudan a reducir el estrés.
Terapia: si no tiene nadie con quien hablar, dejar fluir sus emociones con la ayuda de un terapeuta puede ser de gran ayuda para reducir el estrés e incrementar la salud emocional en general. Le sugiero que se asegure de que se trata de una persona que conozca muy bien la Palabra de Dios, para que el Espíritu Santo, que es "el Consejero" dirija los consejos de esta persona hacia usted.
2. Practique la "terapia de dejar pasar".
Algunas cosas en la vida las podemos controlar: el trabajo que escogemos, los amigos con los que compartimos, la cantidad de café que ingerimos, y la hora en que nos vamos a dormir. Pero otras cosas no las podemos controlar: lo que digan o hagan los demás, las fluctuaciones en la economía, el conductor grosero en la autopista.
La forma como reaccionemos ante las cosas que no podemos controlar muchas veces determinan nuestro nivel de estrés. Las personas que se alteran con frecuencia por cosas insignificantes se frustran fácilmente y se llenan de mucho estrés. Quienes dejan pasar esas cosas son mucho más felices.
Genre:
- On Sale
- Mar 1, 2016
- Page Count
- 224 pages
- Publisher
- FaithWords
- ISBN-13
- 9781455537488
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