La Buena Pelea

El conflicto puede acercarnos

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By Les Parrott

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¡Descubre el secreto de un matrimonio genuinamente feliz!

Sobre la base de una extensa investigación y sus años como consejeros matrimoniales, los Dres. Les y Leslie Parrott descubren falsas creencias comunes sobre los conflictos matrimoniales; mostrando a las parejas cómo una “buena pelea” en realidad enriquece una relación, fortaleciéndola. Los hombres y las mujeres aprenderán lo trampas para evitar, cómo utilizar el conflicto para el bien, y cómo se difunda a la ira y sentimientos heridos. Con consejos prácticos que las parejas pueden implementar de manera rápida y sencilla, LA BUENA PELEA ayuda a los esposos y esposas a construir una relación en la que la armonía supera la tensión y la paz encuentra un hogar.

NYT best-selling authors Drs. Les & Leslie Parrott reveal new techniques based on extensive research that help couples manage conflict constructively – that’s the “good fight.”

Excerpt

RECONOCIMIENTOS

WORTHY PUBLISHING ESTÁ A la altura de su nombre. Byron Williamson, presidente y editor, captó la visión para este libro desde el primer momento que lo mencionamos. Igualmente lo hizo Jeana Ledbetter, nuestra experta editorial. Jennifer Day y Tom Williams pulieron cada frase. Y el equipo de ventas, marketing y publicidad son uno de los mejores en el negocio: Dennis Disney, Morgan Canclini, Alyson White, Betty Woodmancy, y Sherrie Slopianka. No podríamos estar más agradecidos a toda la familia de Worthy por permitirnos publicar con ellos.

Tenemos una deuda especial con un puñado de parejas que literalmente leyeron juntos y en voz alta un primer borrador de este libro de una sola sentada. Viajaron desde diversas partes del país para hacer eso por nosotros, y cada una de ellas añadió un valor inmensurable al proyecto. Ranjy y Shine Thomas son dos de las personas más creativas, talentosas y generosas que conocemos (y tenemos los informes telefónicos de altas horas de la noche para demostrarlo). Brandon y Kristin Hill han soportado almuerzos tempranos los domingos después de la iglesia para ayudarnos a desarrollar nuestros pensamientos en este libro. Y es también Brandon quien nos convenció para hacer una competición de pulso de brazos, que fotografió para la portada del libro. Rich y Linda Simmons ofrecieron sabios consejos y sabiduría en múltiples ocasiones. Y Tim y Beth Popadic, que volaron a Seattle desde Palm Beach, Florida, han recorrido más que la milla extra para invertir en el mensaje de este libro con nosotros. De hecho, fue Tim, con su talento marca de la casa, quien avivó la llama para los eventos en vivo Fight Night con nosotros en ciudades por todo el país.

Un grupo de personas en Boulder, Colorado, también han participado en este proyecto. Estamos profundamente agradecidos a nuestros amigos de Rocky Mountain: Ryan Holdeman, Sara Meyer, Jeff Fray, Bob Brown, Brian McKinney, Caleb Hanson, Leora Weiner, Tory Leggat, Mark Ferguson, Brian Ledbetter, Ryan DeCook, Justin VanEaton, Liz Swanson, y Eric Swanson.

El Dr. John Gottman ha hecho más trabajo dedicado y constante sobre el lado empírico de entender los conflictos de pareja que nadie que conocemos. Y en cierto sentido, las semillas de este libro fueron plantadas por primera vez hace muchos años en un delicioso almuerzo que tuvimos con John con vistas al lago Washington. A lo largo de la escritura de este libro hemos aprendido de él.

Finalmente, queremos dar las gracias a cinco personas muy importantes en nuestras vidas. Sealy Yates es no solo un gran camarada en la industria editorial, sino también un gran amigo. Mandi Moragne, nuestro director de Amazing Customer Experiences, se ocupa de las personas a las que servimos en todo como nosotros. Janice Lundquist ha organizado nuestra vida en la carretera (y más) de una manera en que dos viajeros no tienen derecho alguno a esperar o pedir. Kevin Small, el presidente de nuestra organización sin ánimo de lucro, es increíblemente útil cada vez. Y Ryan Farmer, junto con su esposa Kendra, son bienes inimaginables para nuestros esfuerzos. Ryan añade valor a todo lo que toca, y no podríamos estar más agradecidos a él y a todo nuestro equipo que han trabajado tan duro por nosotros. No es posible poder expresar tanta gratitud.




INTRODUCCIÓN

CUANDO SE DESATA
LA PELEA

El matrimonio es una larga conversación,
salpicada de disputas
.

ROBERT LOUIS STEVENSON

“¿CUÁNTOS DE USTEDES HAN batallado alguna vez con el conflicto en su relación?”. Es una pregunta que Leslie y yo hacemos con frecuencia a las parejas durante uno de nuestros seminarios para matrimonios.

La mayoría de manos se levantan sin vacilación alguna.

—Mantengan levantadas sus manos —les digo—. Miren a su alrededor. ¿Ven a las personas que no están levantando la mano? ¿Cómo las llamamos?

—¡Mentirosos! —responde la audiencia al unísono.

Es cierto. Ninguna pareja, a pesar de lo amorosa que sea, es inmune al conflicto. Es inevitable. La investigación reciente revela que se producen discusiones acerca de cosas pequeñas y molestas tanto como 312 veces al año en la pareja casada promedio.1 Eso significa que la mayoría de parejas experimentan un tira y afloja de algún tipo casi a diario. Esto no significa que se pongan los proverbiales guantes de boxeo y suban al ring para librar una importante pelea; tan solo significa que el conflicto en el matrimonio, los pequeños roces, discusiones y riñas, son endémicos.

Incluso como “profesionales” que están casados, un psicólogo (Les) y una terapeuta de matrimonio y familia (Leslie), tenemos nuestra parte de forcejeos. Y somos los primeros en admitirlo; de hecho, tuvimos una de nuestras peores peleas justamente antes de que fuésemos a hablar sobre “el arte del amor” a un auditorio lleno de parejas deseosas de escuchar (hablaremos de eso más adelante). El punto es que si tenemos una relación, tendremos que aprender a pelearla, limpiamente.

AMOR Y GUERRA

Estábamos viajando en Beijing, China, un verano hace unos años, y nos invitaron al humilde hogar de algunos aldeanos fuera de la ciudad. Mediante un intérprete, Les comentó sobre las decoraciones de papel en brillante color rojo que había alrededor del pequeño marco de la puerta de aquella casa, por lo demás nada colorida, de dos habitaciones. Eso agradó mucho a la esposa y el esposo que allí vivían, y que sobrepasaban los ochenta años de edad.

El conflicto es inevitable, pero el combate es opcional.

MAX LUCADO

Cuando nos invitaron a entrar, nuestros anfitriones se inclinaron repetidamente y nos dirigieron a una mesa de madera que parecía tan vieja como ellos mismos. La casa estaba apenas iluminada con una única bombilla. Hacía calor y humedad; el aire estaba estancado y viciado. Ellos nos ofrecieron abanicos de mano, que con alegría aceptamos. Sin hablar mucho, pero diciendo unas pocas palabras en un inglés entrecortado, procedieron a demostrar el antiguo arte del jianzhi: corte del papel. En el proceso, nos dieron a cada uno un par de tijeras sorprendente modernas y una delgada hoja de colorido papel rojo, pidiéndonos que siguiéramos sus pautas. Dejamos a un lado nuestros abanicos de mano y con cuidado doblamos, y después cortamos con compleja precisión, el papel rojo para formar un misterioso símbolo chino.

Después de decenas y decenas de diminutos cortes, ambos abrimos nuestra obra.

—¿Qué es? —preguntó Les.

—Es un símbolo especial —dijeron nuestros anfitriones mediante el intérprete—. Se utiliza solamente en las bodas. Simboliza “doble felicidad”.

Al examinar nuestro trabajo, nos enfrascamos en unas bromas entre nosotros acerca de cuál de nosotros había hecho un mejor trabajo al plegar y cortar el papel. Al observar ese intercambio y sabiendo solo algunas palabras en inglés, nuestros anfitriones creyeron que en realidad estábamos teniendo una pequeña disputa, hasta que nuestro intérprete les explicó nuestra charla bromista, haciéndoles saber que tan solo nos estábamos divirtiendo.

El esposo quiere que usted sepa que tenemos un dicho en China—nos dijo nuestro intérprete—. Hasta los dientes a veces muerden la lengua.

Antes de que pudiéramos pedir una explicación, nuestros anfitriones se reían con agrado. Y entonces este sabio esposo dijo lentamente:

—Hasta una pareja que se ama guerrea.

Todos nos reímos. El espíritu de su mensaje estaba claro. Estaba afirmando una verdad en el matrimonio que traspasa océanos y fronteras nacionales: incluso en la más cercana y más amorosa de las relaciones, a veces tenemos momentos dolorosos en los que “los dientes muerden la lengua”.

Conflicto. Es generalizado, recurrente y universal.

ALIADOS, NO ADVERSARIOS

Tan solo porque dos personas discutan, no significa que no se amen la una a la otra. Y sencillamente porque no discutan, no significa que sí se aman. De hecho, hablando en general, las parejas que nunca se pelean están o bien redefiniendo la lucha para hacerles inmunes, o están caminando cuidadosamente sobre cáscaras de huevo para evitar decirse el uno al otro la verdad. Volveremos a decirlo: todas las parejas se pelean. La pelea es tan intrínseca al matrimonio como lo es el sexo. Y la meta de ambas cosas es hacerlo bien.

Como está a punto de ver en el primer capítulo, lo que importa es cómo peleamos, no si peleamos. Y la calidad de cómo discutimos es lo que determina la cercanía de nuestra relación. Múltiples estudios han identificado lo que separa a las parejas felices de las que no son tan felices. Una respuesta sale a la luz cada vez. Las parejas felices tienen una llave en cuanto a la sana resolución de conflictos. Saben cómo pelear bien. Las parejas que permanecen felizmente casadas tienen desacuerdos al igual que los tienen las parejas que se divorcian; pero ellas han aprendido a utilizar esos desacuerdos para profundizar su conexión. Han construido un puente sobre los problemas que de otro modo les dividirían. Sobre todo, las parejas felizmente casadas se ven el uno al otro como aliados, no como adversarios.

POR QUÉ ESCRIBIMOS ESTE LIBRO

Anne Meara, del equipo de comedia clásica Stiller y Meara, observó hace algún tiempo en una entrevista en el New York Times sobre sus más de 30 años de matrimonio: “¿Fue amor a primera vista? No lo fue entonces, pero seguro que lo es ahora”.2

Ese sentimiento llega a lo que son nuestras intenciones al escribir este libro. Somos un ejemplo vivo del modo en que aprender a pelear una buena pelea puede acercar al esposo y la esposa. A lo largo de los años hemos escrito libros para parejas acerca de comunicación, sexo, empatía, educación de los hijos, espiritualidad, manejo del tiempo y personalidad, pero nunca un libro sobre el conflicto. Primero queríamos entenderlo bien. Por lo tanto, con más de 25 años para practicar lo que predicamos en este libro, estamos listos y deseosos de mostrarles lo que hemos aprendido.

Todo lo que hay en este libro, todo consejo y herramienta, ha sido probado por el tiempo en nuestra propia relación y con incontables parejas como la de ustedes. No encontrarán aquí clichés poco serios, estrategias necias y consejos estereotipados. Vamos a darles enfoques innovadores y a veces contraintuitivos que funcionan.

Si se están sintiendo especialmente atrincherados en un conflicto que parece casi imposible de cambiar o vencer, queremos que sepan que hay motivo para el optimismo. Podrían pensar que están destinados a una relación llena de tensión. No crean esa mentira. Un viejo proverbio dice: “Tendrás que acostarte en la cama como la hayas hecho”. Eso es ridículo. No tienen que soportar una cama beligerante. Como dijo G. K. Chesterson: “Si he hecho que mi cama sea incómoda, por favor, Dios, la volveré a hacer”. Pueden ustedes remodelar su matrimonio aprendiendo a luchar una buena pelea.

El matrimonio es el modo que tiene la naturaleza de evitar que nos peleemos con extraños.

ALAN KING

Ya sea que luchen poco o mucho, este libro es para ustedes. Ya sea que esté saliendo con alguien, este comprometido, sea recién casado haya estado casado durante décadas, este libro es para usted. Si están cansado de riñas, peleas, altercados y conflictos que asaltan su vida amorosa, o si tan solo quieren asegurarse de no tenerlos, este libro es para ustedes. En estas páginas encontrarán ayuda para convertir esos tediosos momentos en hitos que marquen una intimidad más profunda y una mayor pasión el uno por el otro. Este libro es para cada pareja que quiera que su relación sea “amor a primera vista” ahora.

Dres. Les y Leslie Parrott
Seattle, Washington




CAPÍTULO 1

LO QUE LA MAYORÍA
DE PAREJAS NO
SABEN SOBRE EL
CONFLICTO

Sin presión, no hay diamantes.

MARY CASE

ACABÁBAMOS DE TERMINAR DOS días de dirigirnos a un exuberante grupo de parejas en el sur de Londres. Las instalaciones estaban a un par de manzanas de los afamados Abbey Road Studios, donde los turistas toman incontables fotografías de ellos mismos caminando sobre el paso de cebra para replicar la portada del álbum de los Beatles de 1969 Abby Road.

Después de nuestro seminario, nosotros también hicimos nuestras mejores imitaciones de Paul y Ringo. Teníamos el tiempo porque nos íbamos a tomar un par de días para celebrar nuestro aniversario de boda. Nuestros hijos estaban seguros en casa en Seattle con su abuela, así que estábamos despreocupados y sin ataduras; solamente nosotros dos.

Los aniversarios de boda son grandes ocasiones para nosotros, así que despilfarramos. Un bonito hotel, un tranquilo desayuno tardío después de despertarnos sin poner el despertador, un paseo mirando escaparates por Oxford Street, tomamos té en Fortnum y Mason esa tarde, cenamos unas estupendas costillas y pudding Yorkshire, seguido por cerezas de aniversario aquella noche en el Savoy Grill. Entonces, bajo un claro cielo nocturno, fuimos andando y agarrados de la mano por Westminster Bridge mientras contemplábamos la majestad del Big Ben, la icónica marca de Londres. ¿Extravagante? ¿Lujoso? ¿Delicioso? ¿Romántico? Sin ninguna duda. Toda la experiencia fue idílica; una para los libros de recuerdos.

Y entonces, de repente y sin advertencia, sucedió.

—Quiero comprar un par de sudaderas para los chicos —dijo Leslie.

—Mm —respondí yo mientras observaba a personas subirse a la parte trasera de un autobús—. ¿Por qué no tenemos autobuses de dos pisos en Seattle?

—¿Me has oído? —dijo Leslie un poco seria.

—Claro. Quieres comprar algo para los chicos.

—¿Recuerdas dónde vimos esas rojas cerca del hotel?

La empatía es el don humano menos laureado.

JEAN BAKER MILLER

—Están por todas partes —respondí yo con incredulidad mientras señalaba a una fila de autobuses rojos.

—Estoy hablando de sudaderas —dijo Leslie—. ¿Crees que aún estará abierto a esta hora?

—Estoy bastante seguro de que no podremos meter otras dos grandes sudaderas en nuestra maleta. Además, ¿crees que ellos realmente necesitan más sudaderas?

Sintiendo que iba a tener que defender un fuerte argumento para comprar las sudaderas, Leslie respondió con cierto tono en su voz:

—No voy a regresar a casa sin llevar algo para los chicos.

—Bien —respondí yo, pensando que aún podríamos alejar esa conversación del abismo—. ¿Qué te parece algo que sea más fácil de meter en la maleta?

—A ellos les encantan esas sudaderas con capucha. ¿Vas a ayudarme a encontrarlas o no? —preguntó Leslie, y abruptamente abrió un mapa de la ciudad.

—Yo solo digo . . .

—¡Ya sé lo que dices! —me interrumpió.

—¿Sí, de verdad? —dije yo con un tono cáustico—. ¿Qué estoy diciendo?

Leslie, después de haber encontrado algo en el mapa, o tan solo deseando haberlo encontrado, comenzó a caminar rápidamente, a un par de pasos por delante de mí, sin decir nada.

—¿Por qué caminas tan rápido? —le pregunté como si no lo supiera.

—Energía enojada —dijo ella sin aminorar ni un paso.

Caminamos en silencio algunos pasos más, con Leslie marchando dos pasos por delante de mí.

—¿Energía enojada? —pregunté con una intriga genuina y una pequeña sonrisa en mi voz. Me refiero a que fue un comentario bastante astuto para alguien que estaba tan perturbado.

Ella no respondió.

Al final de la manzana, al esperar que cambiase el semáforo, sin embargo, ella dijo:

—Quizá deberíamos detenernos aquí durante un rato.

Señaló un cartel sobre un edificio histórico: “Cabinet War Rooms” (Salas del gabinete de guerra).

Yo sonreí.

Ella sonrió.

Y aquello fue todo.

Encontramos un punto de inflexión. La tensión de nuestra breve pero helada riña estaba a punto de derretirse. Sin decir una palabra más, nos agarramos otra vez de las manos y seguimos caminando durante buena parte de la manzana. La presión había desaparecido, pero necesitábamos un momento para dejar que nuestros corazones volvieran a calibrarse.

Caminamos algunos pasos más y Leslie apretó mi mano un poco para decir que estaba conmigo. Yo capte el mensaje y apreté la suya.

—¿Comprobamos si está el Primer Ministro? —pregunté cuando llegamos a Downing Street.

—Probablemente se esté ocupando de un conflicto internacional en alguna otra parte —dijo ella, sabiendo que me estaba lanzando una pelota fácil.

—O quizá uno con su esposa —respondí yo.

Caminamos algunos pasos más y dimos la vuelta a la esquina, de modo literal y metafórico.

—Hicimos un buen trabajo ahí —dijo Leslie, con mi mano aún agarrada.

Yo sabía exactamente a lo que se refería.

Estábamos felicitándonos tranquilamente a nosotros mismos por haber arruinado lo que podría haberse convertido en una pelea en toda regla. A pesar del estallido, seguíamos siendo un “nosotros”. Habíamos evitado una pelea que quería interponerse entre nosotros. Habíamos dado la vuelta a nuestra pequeña riña en tan solo unos momentos, y sabíamos que éramos más fuertes debido a ello. Al principio de nuestro matrimonio, el mismo tipo de pelea podría haberse convertido en una contienda que habría arruinado todo el viaje. Uno de nosotros habría recurrido a pelear sucio, saboteando la solución con santurrona culpabilidad o subiendo la apuesta al disparar al carácter del otro.

Pero no ahora. Hemos llegado a ser más sabios con respecto a los caminos de la pelea callejera matrimonial. Hemos aprendido a cortarla de raíz antes de que ella nos corte a nosotros. Nada de sangre. Ninguna cicatriz. Ni siquiera un arañazo. Hemos aprendido una manera mejor que realmente nos acerca. En pocas palabras, hemos aprendido la diferencia entre pelear con honor y pelear sin él. Y lo primero es siempre mejor.

UNA AUTOPSIA CONVERSACIONAL

Todos sabemos que el conflicto tiene el potencial de causar daño, resentimiento y estrés. Inevitablemente puede aumentar la hostilidad y robar a las parejas valioso tiempo y energía. Elimina la intimidad y separa a parejas que se aman.

Esa pequeña riña que tuvimos en Londres estaba lista y preparada para hacer precisamente eso. Íbamos bien en un momento y entonces, repentinamente, estábamos enojados el uno con el otro. ¿Cómo pudo suceder eso? Estábamos disfrutando de lo que seguramente es uno de los mejores días que podríamos haber soñado nunca, y de repente nos vemos golpeados por una tonta pelea que ninguno de nosotros vio venir.

Hemos hecho suficientes autopsias a nuestras potenciales peleas a lo largo de los años que hemos llegado a llamar a esa práctica una “autopsia conversacional”. A continuación está el modo en que cada uno de nosotros vio esa:

Leslie: Desde mi perspectiva, Les no sabía que a medida que iba transcurriendo la noche, yo me estaba dando cuenta de un problema: me iba a quedar sin tiempo para poder comprar algo bonito para nuestros hijos. No solo eso, ambos necesitaban una sudadera para el comienzo de la escuela, y yo sabía que les encantarían las que habíamos visto en un escaparate anteriormente. No le mencioné antes eso a Les, y por eso no estaba en su radar. Y no fue justo por mi parte esperar que él supiera todo eso. Pero eso no es todo. Les no sabía que yo estaba en los días premenstruales; y entonces ese hecho tampoco lo tuve en cuenta.

Les: Desde mi perspectiva, me sorprendió que Leslie de repente se estuviera volviendo orientada hacia las tareas cuando sencillamente estábamos disfrutando de la noche. Cuando ella dijo que no regresaría a casa sin comprarles algo a nuestros hijos, sentí como si estuviera diciendo que a mí no me importaba llevarles un regalo a nuestros hijos que les gustase. Me sentí juzgado. Pero lo que ella realmente quiso decir es que ella ya había decidido lo que sería mejor para ellos y supuso que yo estaría de acuerdo. Y desde luego, nunca me di cuenta de que sus hormonas podrían estar contribuyendo a la mezcla.

Todos esos factores desde nuestras perspectivas se añadieron a la misteriosa amalgama de motivos, percepciones y suposiciones que crearon una tensión inesperada entre nosotros. Al menos, eso es lo mejor que podemos sacar de ello al verlo en retrospectiva. Quizá por eso sucedió o quizá no. Lo fundamental es que esas pequeñas minas terrestres explotan sin advertencia para cada pareja. Es un hecho dado. Lo que importa es cómo las manejemos.

Más que cualquier otra única deficiencia, creo que la falta de empatía mutua es lo que da como resultado que se blandan lanzas en el matrimonio.

BERNARD GUERNEY

No siempre hemos sabido cómo manejar nuestros conflictos, y hemos tenido algunos verdaderos ejemplos sorprendentes a lo largo del camino. Como la pelea que surgió en nuestro auto hace algún tiempo una mañana de sábado mientras hacíamos recados y que no terminó verdaderamente hasta el día siguiente. ¿El conflicto? Fue una conversación circular acerca de quién estaba poniendo más peso en el frente del hogar. En pocas palabras, era una guerra sobre las tareas domésticas. Y cada uno de nosotros había trazado una línea de batalla. Ambos nos quedamos en nuestra terquedad y decididos a demostrar que el otro estaba equivocado.

—Sería bonito si en alguna ocasión realmente pudieras echar una mano—dijo Leslie con sarcasmo.

—¿De verdad? —respondió Les—. ¿Realmente vas a decir que yo no ayudo?

—¿Necesito decirlo?

—¡Parece que sí!

—Muy bien, entonces no ayudas.

—¿Qué quieres que haga que no esté haciendo? —Les hizo la pregunta como si Leslie tuviera que pensar mucho tiempo para responder. Ella no lo hizo.

—¿Cuántas cosas quieres que te diga?

—Vamos.

—Comencemos con sacar la basura.

—¡Sí que la saco!

—Entonces ¿por qué tenemos un montón de basura en nuestro garaje desde hace dos semanas?

—¡Ah, vamos! Sabes que estuve viajando y . . .

—Y no la sacaste antes de irte.

Estuvimos hablando así durante todo el día, con acusaciones pasando a varias tareas: limpiar cuartos de baño, trabajo del jardín, y otros. Y cuando no estábamos hablando de ello, estábamos construyendo nuestro caso y reuniendo nuestra munición para cuando surgiera la batalla una vez más. Cada uno de nosotros estaba mucho más interesado en ganar la pelea que en resolverla. Estábamos en una seria lucha de poderes, el juego de la culpa de máxima categoría, y estábamos peligrosamente cerca de subestimarnos el uno al otro con verdadero desprecio. En pocas palabras, estábamos librando una verdaderamente mala pelea.

En ese momento, no sabíamos realmente que era una mala pelea, porque en los primeros tiempos de nuestro matrimonio ni siquiera sabíamos que hubiera una distinción entre una buena pelea y una mala pelea. Tan solo pensábamos que una pelea es una pelea. Pero eso está lejos de la verdad.

Para manejar de modo eficaz cualquier conflicto, tenemos que conocer la diferencia entre una buena pelea y una mala pelea.

CUANDO NOS QUITAMOS LOS GUANTES

Los profesionales solían creer que las parejas que eran más dadas a tener discusiones eran las menos satisfechas con su matrimonio. Los estudios que condujeron a esos descubrimientos, sin embargo, no distinguían entre los tipos de peleas que estaban teniendo las parejas.1 A decir verdad, la diferencia entre un matrimonio que es más feliz a medida que pasa el tiempo y otro que es más miserable no es si pelean sino cómo pelean.

Todas las peleas no se crean igual. Una buena pelea, en contraste con una mala pelea, es útil y no dañina. Es positiva y no negativa. Una buena pelea se mantiene limpia mientras que una mala pelea se ensucia. Y el 93 por ciento de las parejas que pelean sucio estarán divorciadas en 10 años, según investigadores de la Universidad de Utah.2 Otro estudio de la Universidad Estatal de Ohio mostraba que las discusiones matrimoniales poco sanas contribuyen significativamente a un mayor riesgo de ataques al corazón, dolores de cabeza, dolor de espalda y todo un conjunto de problemas, sin mencionar la infelicidad.3 Al final, las malas peleas conducen a matrimonios que apenas pueden respirar, y finalmente mueren.

Genre:

On Sale
Oct 14, 2014
Page Count
208 pages
Publisher
Worthy Books
ISBN-13
9781617954597

Les Parrott

About the Author


New York Times bestsellers Drs. Les and Leslie Parrott are founders of RealRelationships.com and the Center for Relationship Development at Seattle Pacific University. Their best-selling books include Love Talk, Crazy Good Sex and the award-winning Saving Your Marriage Before It Starts. Their work has been featured in the New York Times and USA Today and on CNN, Good Morning America and Oprah.

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