Promotion
Free shipping on $45+ Shop Now!
Auténtica y única
Viva libre de las comparaciones y la necesidad de complacer
Contributors
By Joyce Meyer
Formats and Prices
Price
$14.99Price
$19.99 CADFormat
Format:
This item is a preorder. Your payment method will be charged immediately, and the product is expected to ship on or around September 7, 2021. This date is subject to change due to shipping delays beyond our control.
Also available from:
Dios te ha dado talentos y habilidades para que puedas cumplir su propósito en tu vida, pero si eres como muchas personas, es posible que aún no los hayas reconocido. A menudo, el mundo en el que vivimos nos presiona a vivir a la altura de una determinada imagen, en lugar de ser las personas únicas en las que Dios nos ha creado. Por lo tanto, permite que Dios te muestre qué tienes de especial en la forma que Él te hizo.
Conviértete en una persona auténtica y única, ¡porque Dios nunca te ayudará a ser nadie más que tú misma! Él te ama tal como eres. Deja que Dios te use, con todas tus fortalezas y debilidades, y te transforme de adentro hacia afuera para hacer algo mucho más maravilloso que tus sueños más extravagantes.
Discover your unique gifts and dare to be different with #1 New York Times bestselling author and renowned Bible teacher Joyce Meyer.
God has given you talents and abilities so you can fulfill His purpose for your life, but if you're like a lot of people, you may not have recognized them yet. The world we live in often pressures us to live up to a certain image, rather than be the unique individuals God has created us to be, so let God show you what’s special about the way He made you.
Become Authentically, Uniquely You because God is never going to help you be anyone but yourself! He loves you just as you are. Let God use you, with all your strengths and weaknesses, and transform you from the inside out to do something more wonderful than your wildest dreams.
Excerpt
PARTE I
Cree lo mejor de ti
CAPÍTULO 1
Aprende a amar a la persona que eres
Ama a tu prójimo como a ti mismo.
Mateo 22:39
Aprender a amarnos y aceptarnos es el camino hacia la autenticidad, ya que, si nos rechazamos y no aceptamos el amor de Dios por nosotros, no estaremos libres para ser nosotros mismos. En cambio, llevaremos una vida fingida, optando por hacer lo que pensamos que nos hará aceptables ante los demás en vez de que creamos sinceramente que debemos hacerlo. Incluso, cuando nuestro corazón nos grite “no” en ciertas situaciones, nos hallaremos diciendo “sí” a las cosas que la gente quiere que hagamos.
Déjame preguntarte: ¿Te amas a ti misma? Amarte es aceptar el amor incondicional de Dios con todo tu corazón, verte como Él te ve y regocijarte, y estar en paz con la manera en que Él te diseñó. No estoy hablando de amarte de manera egoísta y egocéntrica, sino amar a la persona única que Dios creó en ti. Este amor propio sano no se basa en lo que hagas bien o mal, sino en tu identidad en Cristo. Creer verdaderamente que Dios te ama incondicionalmente es la base para tu relación con Él, contigo misma y con los demás.
Ninguna persona ama todo lo que hace, pero todos debemos amar el propósito con el que Dios nos creó. Según la versión que se use, la Biblia dice, por lo menos ocho veces, que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Es tan relevante para Dios que nos amemos a nosotros mismos que Él basó en este fundamento otra de sus instrucciones más importantes para nosotros: amar a los demás. Y Él no lo dijo solo una vez, sino muchas veces.
¿Por qué es tan importante que nos amemos a nosotros mismos? Primero, si no lo hacemos, rechazamos el amor de Dios por nosotros. Segundo, si no nos amamos, no podemos amar a Dios o a cualquier otra persona. El Espíritu Santo nos llena del amor de Dios, y Él quiere que dejemos fluir ese amor a través de nosotros hacia Dios y hacia los demás. La Palabra de Dios dice que nosotros lo amamos a Él porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19). Si no hemos recibido el amor de Dios, no tenemos amor para darle a alguien más, pues sin importar cuánto queramos amar a la gente, no podemos dar lo que no tenemos. Yo pasé muchos años de frustración como cristiana tratando de amar a los demás y fracasando en el intento hasta que el Señor me mostró que mi problema era que yo nunca había recibido verdaderamente su amor por mí.
Al recibir esta revelación, pasé un año estudiando, meditando y confesando en voz alta el amor de Dios por mí. En ese tiempo, yo tenía un antecedente de cuarenta años de no gustarme, no digamos amarme, así que renovar mi mente en esta área me llevó tiempo. Al principio, me sentía culpable por tratar de amarme a mí misma, porque yo estaba profundamente consciente de mis defectos; sin embargo, con el tiempo aprendí que podía amar a la persona que soy, aunque no amara todo lo que hago. Todos podemos trabajar, con Dios, por un cambio positivo en nuestra conducta sin rechazarnos o vernos como un fracaso debido a nuestras imperfecciones.
Durante muchos años, tuve la tendencia de hacer lo que yo pensaba que complacería a los demás, en vez de lo que yo pensaba genuinamente que debía o quería hacer. Ya que no me amaba a mí misma, procuraba desesperadamente obtener el amor que me faltaba a través de las personas, permitiéndoles controlarme y manipularme. Pensé que mientras hiciera todo lo que ellas querían, yo tendría su aprecio y aceptación; sin embargo, pronto me di cuenta de que al minuto en que no las complaciera, ellas me rechazarían. Esta experiencia me ayudó a entender la importancia de recibir el amor de Dios por mí y amarme en una forma bíblica y sana.
Poder amarte a ti misma es la clave para tener mucho gozo, paz y confianza en la vida. Justo aquí, antes de que leas más, te animo a que le pidas a Dios que use este libro para que puedas amarte más que nunca. Eso marcará una diferencia maravillosa en tu vida.
La autoaceptación nos dirige al poder
Dios quiere que tengamos confianza en su amor incondicional por nosotros. Si pensamos que odiarnos o sentir antipatía contra nosotros mismos es una expresión de humildad, estamos equivocados porque no es así. El apóstol Juan tuvo una revelación profunda de cuánto Dios lo amaba. Él se refería repetidamente a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba” (Juan 13:23; 21:7, 20). Esto podría entenderse como orgullo, pero en realidad refleja la manera en que Dios quiere que pensemos de nosotros mismos. Conocer y permanecer en el amor de Dios nos da poder.
Conocer y vivir en el amor de Dios nos hace poderosos porque nos liberta de la baja autoestima y nos permite confiar en que Dios hace grandes cosas en nosotros y a través de nosotros. También nos libra de preocuparnos demasiado sobre lo que piensan los demás acerca de nosotros y nos permite concentrarnos en complacer solamente a Dios, en vez de complacer a otras personas. Nos hace sentir fuertes y capaces de seguir nuestro corazón, de expresar nuestra opinión y de llevar la vida que Dios desea para nosotros. Nos ayuda a enfocarnos en lo que es correcto y bueno de nosotros mismos, no en nuestros defectos. Cuando vivimos conscientes de que Dios nos ama y cuando nos amamos a nosotros mismos, no hay límite para lo que Dios puede hacer a través nuestro, ni del gozo que podemos encontrar en nuestra vida.
Estar en paz contigo misma
Primera de Pedro 3:11 es uno de mis versículos favoritos: “busque la paz y sígala (LBLA)”. La Amplified Bible Classic añade que no es simplemente desear relaciones pacíficas con Dios, con otros seres humanos y contigo misma, sino procurarlas, ¡ir tras ellas!
Procurar es una palabra fuerte. Requiere acción. Procurar la paz es hacer lo que sea necesario para mantenerla en nuestra vida. Significa que no siempre haremos nuestra voluntad o tendremos la última palabra en una discusión. Requiere que le confiemos a Dios a las personas que nos rodean, en vez de tratar de obligarlas a ser lo que nosotros queremos que sean. Pero vale la pena porque eso trae paz, y la paz es una de las cualidades más valiosas que podemos tener.
Las siguientes son algunas formas en que tú puedes cultivar la paz con Dios, contigo misma y con los demás:
1. Recibe el perdón de Dios.
La paz con Dios es la base para la paz en todas las áreas de nuestra vida. Jesús es el “Príncipe de Paz” (Isaías 9:6), y solamente a través de una relación con Él podremos experimentar el verdadero contentamiento.
Cuando pecamos, la mejor manera de reaccionar es arrepentirnos, pedirle a Dios que nos perdone y luego, tomar la decisión de no permitir que los sentimientos de culpa nos atormenten. La culpabilidad es inútil. Sentirnos culpables constantemente en realidad nos debilita y hace que caigamos más en pecado.
Te animo que leas y medites en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (LBLA).
2. Toma la decisión de gustarte a ti misma.
Esto puede parecer inusual, pero ¿qué tipo de relación tienes contigo misma? No puedes llevarte bien con alguien más hasta que te lleves bien contigo misma. Eleanor Roosevelt observó correctamente: “Antes de que podamos ser amigos con alguien más, primero debemos ser amigos con nosotros mismos”.
Durante muchos años, traté con el autodesprecio debido al abuso sexual que soporté durante mi niñez y adolescencia. Ya que no me quería a mí misma, disfrutar la paz con alguien era casi imposible para mí. Sin embargo, a medida que me dedicaba a estudiar la Palabra de Dios y le pedía a Él que me cambiara, con el paso del tiempo empecé a verme a mí misma en la forma que Él me ve. Empecé a gustarme, y al final, ¡a amarme a mí misma!
Te animo a que descubras lo que Dios dice de ti en su Palabra. Pídele que te ayude a cambiar la imagen que tienes de ti misma, porque disfrutar la vida y disfrutar a otras personas empieza por saber quién dice Dios que eres tú y por amarte a ti misma de manera equilibrada.
3. No te compares con los demás.
Compararte y competir con otras personas te coloca en una vía rápida para perder tu paz y tu gozo. Hay una gran libertad en aprender a ser feliz contigo misma sin tener envidia de las habilidades o logros de alguien más.
Tengo una amiga a quien le gusta memorizar partes de la Biblia. Hubo un día en que fui desafiada por eso, sintiendo que yo también debía hacerlo. Sé mucho de la Escritura, y he estado aprendiendo varios versículos, pero la memorización no es mi fortaleza, y eso está bien. No significa que yo sea menos espiritual o que, de alguna manera, no sea tan buena como mi amiga. Solo significa que estoy siendo yo misma.
4. Acepta a los demás tal como son, no como tú quieres que sean.
Casi me desgasto tratando de cambiar a las personas, hasta que me di cuenta de que no se supone que todos sean como yo. Todos nacimos con temperamentos distintos que Dios nos dio, y no se esperaba que fuéramos iguales.
Mi esposo, Dave, es muy llevadero y tiene la capacidad de disfrutar casi todo lo que hace. Nunca olvidaré nuestros viajes a la tienda de abarrotes cuando éramos una pareja de jóvenes recién casados. Yo llevaba mi lista y tomaba muy en serio cumplir nuestra misión. Dave, por otro lado, llevaba a los niños en el carrito de compras por todas partes, reían y se divertían mucho. ¡Ese comportamiento me exasperaba! Generalmente, cuando las personas se sienten desdichadas, se molestan con quienes están alegres.
Dave siempre ha sido un hombre responsable y muy sabio, pero yo quería que fuera “serio”, como yo. Cuando finalmente dejé de tratar de cambiarlo, tuvimos una paz tremenda. Ahora, yo disfruto y valoro en verdad la personalidad de Dave. De hecho, a lo largo de los años, el Señor me ha ayudado a disfrutar mi vida y ser más como es Dave, aunque yo no lo he intentado conscientemente.
Todos tenemos áreas en donde necesitamos cambiar verdaderamente; sin embargo, solo Dios puede hacerlo. El mejor regalo que podemos darles a los demás es orar por ellos y aceptarlos como son. Debemos confrontar ciertas malas conductas en ellos, pero si encontramos constantemente defectos en los demás, entonces debemos revisar nuestra actitud en vez de la conducta de ellos.
5. Permite que Dios tenga el control de tu vida.
Proverbios 16:9 dice: “La mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos” (LBLA). Yo solía tener un plan para todo—incluyendo a mi esposo, mis hijos y mi ministerio—y, a veces, me frustraba si cada aspecto previsto no salía como esperaba. Es decir, quería que el Señor hiciera las cosas a mi manera. Sin embargo, Dios es más listo que nosotros, y Él quiere que pongamos muestra confianza en su plan maravilloso para nuestra vida.
Muchas veces digo que la confianza requiere preguntas no respondidas. En el momento, es posible que no siempre entendamos el porqué, pero como David le expresa a Dios: “En tu mano están mis tiempos” (Salmos 31:15, RVR1960). Aunque no entendamos algo que esté sucediendo en nuestra vida, más adelante veremos en retrospectiva y descubriremos que, en todo momento, el Señor estaba pensando en nuestro beneficio.
Te animo a que sigas confiando en Dios, incluso cuando las cosas no tengan sentido. Esta es una manera infalible para disfrutar tu vida y tener más paz que nunca.
El autorrechazo lleva a querer complacer a los demás
Cuando nos rechazamos a nosotros mismos, asumimos que los demás también nos rechazarán. Cuando luchamos con el autorrechazo, no esperamos a ver cómo nos van a tratar, sino que pensamos preventivamente y creemos que nos van a rechazar. Lo cual hace que nos comportemos en maneras que garantizarán el rechazo, y eso confirmará nuestra creencia de que no somos agradables o amables. Si tememos que la gente nos rechace, perdemos nuestra autenticidad al tratar de complacerla para ganar su aceptación. Esto prepara un ciclo que continuará hasta que lo rompamos.
Existen personas a quienes les gusta controlar y abusar de aquellos que son inseguros y fáciles de manipular. Se aprovechan del hecho de que estas personas están hambrientas de amistad, amor y compañía. Pero quienes tienen confianza en sí mismas y se aman como Dios las ama, no van a soportar a aquellos que quieren controlar a los demás para su propia gratificación. Los que tienen una sana confianza en sí mismos confrontarán a estas personas no sanas y, si ha de crecer la relación, pondrán límites que deben honrarse.
Mi padre era controlador; y debido al temor que le teníamos, cada miembro de nuestra familia le permitió tomar el liderazgo en todo, incluso los más pequeños detalles de nuestra vida: desde lo que mirábamos en la televisión, la hora en que nos acostábamos y levantábamos, quiénes podían ser nuestros amigos (si acaso nos permitía tenerlos), hasta los alimentos que ingeríamos. Cuando no se les permite a las personas la libertad de elegir, su alma está dañada en maneras que, muchas veces, tomará años para sanar.
Debido a que mi padre nunca estaba contento conmigo, sin importar lo que yo hiciera, aprendí a nunca estar satisfecha conmigo misma. Por lo tanto, definitivamente no podía creer que Dios, mi Padre celestial, estuviera complacido conmigo tal como dice la Escritura. Si creciste teniendo padres controladores, sabes de lo que estoy hablando. Quiero animarte; en vez de que bases tus creencias sobre ti misma en lo que te han dicho los demás o en la manera que se comportan contigo, descubre lo que Dios dice acerca de ti en su Palabra y créelo.
Por ejemplo, Él dice que:
• Tú eres la niña de sus ojos (Zacarías 2:8).
• Él te eligió (1 Corintios 1:27; Juan 15:16).
• Nunca te rechazará cuando acudas a Él (Juan 6:37).
• Su amor es eterno (Jeremías 31:3).
• Eres especial, pueblo escogido, sacerdocio santo, posesión especial de Dios (1 Pedro 4:10).
• Tienes dones, habilidades y talentos (1 Pedro 4:10).
• Fuiste hecha justicia de Dios en Cristo (2 Corintios 5:21, DHH).
El Señor afirma muchas otras cosas maravillosas acerca de ti en su Palabra, y creerlas cambiará tu vida.
Si Dios, quien es perfecto, te ama y acepta, no hay razón para que tú no hagas lo mismo. Generalmente decidimos si somos amados o no basado en la manera en que nos sentimos, pero nuestros sentimientos siempre cambian. Por lo tanto, no podemos confiar en ellos como representantes de la verdad. Dios y su Palabra son verdad, y es imposible que Él mienta (Juan 14:6; Hebreos 6:18). Podemos depender completamente de Él.
Hazte estas preguntas
Para ser libertados, todos necesitamos enfrentar nuestras batallas. Me gustaría hacerte algunas preguntas para ayudarte a encarar cualquier circunstancia que te esté deteniendo.
• ¿Crees que Dios te ama?
• ¿Te amas y te aceptas?
• ¿Eres del tipo de persona que complace a los demás?
• ¿Estás en paz contigo misma?
• ¿Tienes temor al rechazo?
• ¿Te comparas con los demás?
El simple hecho de tomar unos momentos para sopesar estas preguntas antes de que continúes leyendo te servirá para identificar áreas en tu vida donde posiblemente necesites ayuda.
CAPÍTULO 2
La imagen que tienes de ti misma importa
La peor soledad es no estar cómodo contigo mismo.
Mark Twain
Tu autoimagen, es decir, lo que piensas de ti misma y la manera en que te ves, es muy importante; así que creo que vale la pena tomar un momento para sopesarla. Lo que los demás piensan de ti no es, ni siquiera, tan importante como lo que tú piensas de ti misma. La Palabra de Dios nos enseña a no pensar más altamente de nosotros mismos de lo que deberíamos (2 Corintios 3:5), pero tampoco debemos pensar de nosotros como que fuéramos menos de lo que somos en Cristo. Sin importar lo que seamos capaces de hacer, no lo haremos si no creemos que tengamos la capacidad para hacerlo.
No debemos pensar como lo hace el mundo, sino que debemos aprender a pensar como Dios lo hace, de acuerdo con su Palabra. El mundo nos enseña a pensar que:
• Nuestra aceptación se basa en nuestro desempeño.
• Seremos rechazados si no complacemos a la gente.
• Somos amados solamente si nos lo hemos ganado.
• Nada es gratuito.
• Debemos competir contra los demás para tener el primer lugar.
• Nos valoran más si nos vemos bien, hacemos lo correcto, conocemos a la gente correcta, vivimos en el vecindario correcto, somos talentosos y tenemos el trabajo correcto.
Jesús dice que:
• Él nos acepta incondicionalmente basado solo en la fe.
• Nunca nos rechazará, si creemos en Él.
• Él nos ama incondicionalmente.
• El amor de Dios es un regalo. Nuestra salvación, y todo lo demás que recibimos de Dios, no viene por obras, sino por la gracia de Dios (su bondad).
• Debemos amar a los demás, no competir contra ellos.
• Creemos en sus promesas, y Él provee.
El mundo dice que debemos luchar para llegar a la cima, pero Dios dice que el primero será el último y que el último será el primero (Mateo 20:16). El ascenso verdadero viene de Él. Nuestro valor no está en lo que podemos hacer, sino en Cristo.
En Cristo
Ya que me refiero frecuentemente a estar “en Cristo”, quiero asegurarme de que entiendes lo que significa este término. Cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador, Él viene a vivir en nuestro espíritu (nuestra parte más íntima) y nuestra vida está en Él. Moramos (vivimos, habitamos, permanecemos) en Él (Juan 15:5, 7). Vivimos en Él por fe, al creer lo que dice su Palabra. Debido a que Dios nos ve “en Cristo”, cada victoria que Jesús ha ganado también se vuelve nuestra. Cuando Él murió, nosotros morimos y cuando Él resucitó, nosotros también resucitamos (Romanos 6:4-5). Estamos sentados con Él en las regiones celestiales (Efesios 1:20, 2:6).
La Biblia enfatiza al menos siete puntos importantes sobre quiénes somos en Cristo, y estos te ayudarán verdaderamente a entender cuán poderosa es nuestra posición en Él.
1. En Cristo, eres salva y estás llamada a una vida santa.
Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo.
2 Timoteo 1:9
2. En Cristo, Dios te ve santa y sin mancha.
Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él.
Efesios 1:4
3. En Cristo, estás marcada (protegida y preservada) por el Espíritu Santo.
En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido.
Efesios 1:13
4. En Cristo, nunca te separarán del amor de Dios.
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Romanos 8:38-39
5. En Cristo, estás completamente perdonada y redimida.
En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia.
Efesios 1:7
6. En Cristo, estás justificada ante Dios y eres recta ante sus ojos.
Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.
2 Corintios 5:21
7. En Cristo, tu vida vieja ha pasado. Eres una nueva creación.
Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!
2 Corintios 5:17
Una vez que crees en Cristo, confía en Él como tu Salvador, y comprende la diferencia entre quién eres en Cristo y quién eres en ti misma, ya no lucharás tratando de ganar o merecer lo que ya te pertenece y que Dios te regaló.
Además de la lista anterior, sopesa también estas realidades acerca de quién eres en Cristo:
• Tu valor está en Cristo (Salmos 139:13-16; 1 Pedro 1:18-19).
• Tu confianza está en Cristo (Filipenses 3:3).
• Puedes hacerlo todo a través de Cristo, quien es tu fortaleza (Filipenses 4:13).
• Estás completa en Cristo (Colosenses 2:10).
• Tienes la mente de Cristo (1 Corintios 2:16).
• Eres hechura de Dios, creada para hacer buenas obras (Efesios 2:10).
• Eres coheredera con Cristo (Romanos 8:17).
• Eres más que vencedora por medio de Cristo (Romanos 8:37).
Cada vez que veas la frase “en Cristo” en tu Biblia o en este libro, presta mucha atención porque te habla de algo que te pertenece debido a la gracia de Dios, algo por lo que no debes luchar, sino recibirlo por fe. En Cristo, tu naturaleza vieja ha muerto. Ahora eres una creación nueva, y la naturaleza de Dios vive en ti a través del poder del Espíritu Santo.
Quizá te preguntes: “Si todo esto es cierto, entonces, ¿por qué todavía me comporto en formas que no le agradan a Dios?”. La respuesta es sencilla: Estás en el proceso de crecimiento para ser la persona que ya eres en Cristo. Dios te ve completa y terminada. Él te ve desde su perspectiva, no desde la perspectiva terrenal. El Espíritu Santo está trabajando contigo y en ti, transformándote a la imagen de Jesús (Romanos 8:29).
Piénsalo así: Una madre está de compras y encuentra una oferta fantástica de ropa para niños, talla 4-6. Su hijo está todavía muy pequeño para esa talla, pero ella compra la ropa de todos modos sabiendo que él crecerá. Dios sabe que vamos a crecer para recibir todo lo que Él ha provisto para nosotros a medida que continuamos en su Palabra y andamos en su voluntad.
¿Qué piensas de ti misma?
Tener una opinión sana, buena de ti misma es extremadamente importante. Entre otras cosas, esto determinará tu nivel de confianza en ti, impactará la manera en que evalúas las oportunidades que se te presentan e influenciará tus relaciones con Dios y con los demás. Sopesa eso, por ejemplo: Tú puedes ser maravillosamente talentosa, pero si piensas que no lo eres, no manifestarás (mostrarás o ejercerás) el talento que tienes. Lo mismo pasa con cualquier otra habilidad o característica. A continuación, encontrarás una lista de pensamientos que considero que reflejan una actitud aceptable, buena y equilibrada que puedes tener acerca de ti misma:
• Sé que Dios me creó y que Él me ama (Salmos 139:13-18; Juan 15:9).
• Tengo defectos y debilidades, y quiero cambiar. Creo que Dios está obrando en mi vida. Él me está cambiando poco a poco, día a día. Mientras lo hace, todavía puedo disfrutar mi vida y a mí misma (2 Corintios 3:18).
Genre:
- On Sale
- Sep 7, 2021
- Page Count
- 320 pages
- Publisher
- FaithWords
- ISBN-13
- 9781546026372
Newsletter Signup
By clicking ‘Sign Up,’ I acknowledge that I have read and agree to Hachette Book Group’s Privacy Policy and Terms of Use