Más allá de toda bendición

El plan perfecto de Dios para superar todo estrés financiero

Contributors

By Robert Morris

Foreword by Dave Ramsey

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Reach your financial goals and reduce the stress in your life with this book of biblical principles by the bestselling author of The Blessed Life.

Who doesn’t want to eliminate financial stress? Who doesn’t want to get out of debt, reach their financial goals, experience the joy that God intends for us, and be free to bless others with their resources?

In The Blessed Life, Pastor Robert Morris teaches that generosity is a key component to being in God’s favor. Now, in Beyond Blessed, he shares the importance of being a good steward, not only with your finances, but with every part of your life. Pastor Morris will motivate you to become a better manager of your money, and provide practical lessons on taking your finances to the next level. Through Biblical principles, personal stories, and incredible testimonies, you will learn how to be a good steward, and that when you properly manage your finances, blessings will pour into all areas of your life. Here is a guide to increasing and going further with what God has given you, and living beyond blessed.

Excerpt

PRÓLOGO

por Dave Ramsey

Me gusta decir que tuve un encuentro con Dios en mi camino de ascenso, pero en realidad llegué a conocerlo en el camino de descenso. Se debe a que me convertí en creyente antes que mi esposa, Sharon, y me declaré en bancarrota. Pero los primeros tiempos de mi caminar con Dios tuvieron lugar en el interior del crisol de ese desastre financiero.

Y como tengo el don del escepticismo, cuestioné todo acerca de mi nueva fe, incluyendo por qué parecía que mi iglesia no dejaba de hablar de dinero. Por fortuna, Dios fue realmente paciente con este joven. Él me enseñó que mi pastor hablaba mucho de dinero porque la Biblia hablaba mucho de dinero. Él también me expuso a algunos líderes cristianos respetados y estupendos, quienes moldearon mi postura sobre las maneras que Dios tiene de manejar el dinero. Absorbí todo lo que podía encontrar de maestros como Larry Burkett, Ron Blue y Howard Dayton.

También me crucé en el camino con un pastor de Texas llamado Robert Morris.

A lo largo de los años, el pastor Robert y yo nos hemos hecho buenos amigos. Él ha hablado a mi equipo en Ramsey Solutions, y he tenido el privilegio de hablar ante su asombrosa congregación de la Iglesia Gateway. Además, Dios ha usado su primer libro, Una vida de bendición, para fortalecer mi comprensión de cosas como el dar, la generosidad y el contentamiento. Sinceramente, casi cada día de mi vida utilizo algo que he aprendido de Robert Morris.

Y por eso me emociona tanto el libro que usted tiene en sus manos.

Mire, cada día en la radio hablo con personas que sufren. Las conozco personalmente en nuestros eventos en directo. Las veo en su peor momento, cuando están tan asustadas que les cuesta respirar y cuando sus matrimonios penden de un hilo. Para ellas, dar donativos y la generosidad parecen ser cosas que están en su lista de deseos: sueños que podrían convertirse en realidad “uno de estos días”.

Mientras tanto, simplemente están peleando para mantenerse vivos. Como muchos otros, viven de salario en salario, ahogándose en un mar de préstamos de estudios, préstamos de auto y deudas de tarjetas de crédito. Son básicamente buenas personas; no son tacañas ni están en rebelión contra Dios. Sencillamente no tienen el margen para vivir.

Y eso es lo que hace que sea tan importante el mensaje de este libro.

El pastor Robert compara ser sabio con el dinero con una persona que se apoya sobre dos patas. Una vida de bendición explicó la importancia de una de esas patas: dar con generosidad. Sin embargo, Más allá de toda bendición se enfoca en la otra pata: la mayordomía bíblica.

De las dos, el dar es la más fácil de entender; pero la mayordomía es igualmente importante.

La Biblia enseña claramente que Dios lo posee todo. No solo una décima parte de nuestros ingresos, o una ofrenda de amor ocasional, o una promesa hacia una campaña capital. Todo le pertenece a Él. Es el dueño de los animales que hay sobre mil colinas, ¡pero también posee las colinas!

Y aún más, Él nos ha dado a cada uno una parte de sus cosas para que las manejemos sabiamente. De eso se trata realmente la mayordomía. Es dejar que Dios sea el jefe de todo lo que está en nuestras manos. Es utilizar sus bendiciones a su manera y para su gloria.

Ahora bien, eso no es fácil en este mundo. Nuestra cultura pasa de un extremo que dice que la riqueza es mala, al otro extremo que dice que la riqueza es una señal segura del amor de Dios. Pero como nos recuerda el pastor Robert, ninguno de los dos extremos es la verdad.

Más allá de toda bendición le ayuda a recorrer los temas del dinero, la riqueza y la generosidad desde una perspectiva bíblica. Le enseña las cosas tácticas que a mí me encantan como presupuestar, ahorrar y salir de la deuda; pero también le muestra por qué todo eso hay que hacerlo con un espíritu de contentamiento y dependencia absoluta de Dios.

En palabras sencillas, el pastor Robert nos enseña cómo sostenernos sobre las dos patas de las finanzas sabias y bíblicas. Nos muestra cómo ser mayordomos estupendos para así poder convertirnos en dadores extravagantemente generosos.

Con el paso de los años he tenido la bendición de relacionarme con algunos líderes asombrosos, pero nunca he conocido a nadie que entienda la mayordomía bíblica y el dar generosamente mejor que Robert Morris. Además, él no solo conoce estas cosas, sino que también las vive cada día. Su ejemplo me inspira a reflejar a Jesús con mayor claridad mediante mi vida y mi dinero.

Creo que a usted también le inspirará.




¡COMENZAMOS AQUÍ!

No lo vi llegar. ¿Cómo iba a verlo? Aunque han pasado muchos años, me sigue asombrando y es aleccionador ver lo que Dios hizo, y sigue haciendo, con ese pequeño y humilde esfuerzo.

En el año 2001 nunca se me ocurrió que una sencilla respuesta a una petición de un querido amigo y mentor pondría en movimiento un fenómeno editorial que aquí, todos estos años después, seguiría extendiéndose por todo el mundo tocando corazones e impactando vidas. En otras palabras, a nadie le sorprende más que a mí que el primer libro que escribí, el cual era una colección de cosas que Dios me había enseñado sobre la generosidad, sea un éxito de ventas perenne entre los libros cristianos.

Mientras escribo estas palabras, Una vida de bendición ha sido reeditado decenas de veces en decenas de idiomas. Por todo el mundo circulan de una mano a otra millones de ejemplares hechos jirones y con hojas dobladas. Me dicen que una parte no tan insignificante de las sólidas ventas anuales del libro llegan ahora en forma de órdenes al por mayor, cuando pastores de iglesias grandes y pequeñas compran un ejemplar para cada hogar de sus congregaciones. Entre estos pastores están hombres como Craig Groeschel, pastor de una de las redes de iglesias más grande de Estados Unidos, Life Church; Max Lucado; Rick Warren; Chris Hodges; Joel Osteen; y Brian Houston.

Por favor, entienda que no digo esto porque quiera impresionarle. Por el contrario, como dije al comienzo, nadie está más asombrado que yo mismo por el éxito de ese libro. No, le digo esto por una sencilla razón. Para entender el poder, propósito y potencial del libro que ahora sostiene en sus manos debe entender lo que yo quería que Una vida de bendición impartiera, e igualmente importante, lo que no fue creado para enseñar. Aquí, en las páginas de inicio de este libro, es vital que usted entienda el notable origen de la historia del hermano mayor de este libro; mi primogénito, por así decirlo. Solamente entonces será capaz de beneficiarse plenamente de lo que sigue.

En el año 2001 yo era un joven… bueno, jovencito… está bien, pastor de cuarenta años de edad de una pequeña iglesia que daba sus primeros pasos. Habíamos lanzado Gateway Church con una decena de personas en una sala de estar aproximadamente un año y medio antes, pero había crecido rápidamente. De hecho, acabábamos de trasladarnos a unas instalaciones rentadas, que antes eran una iglesia pero operaban como centro de cuidado de día. Como resultado, disfrutábamos del lujo tan extravagante de no tener que montar y desmontar nuestro sistema de sonido y el proyector cada sábado en la noche. ¡Podíamos montar todo el equipo y dejarlo ahí! Eso también nos permitía añadir servicios los domingos en la mañana, mientras que habíamos estado limitados solamente a un servicio la noche del sábado en el lugar anterior.

Ese movimiento aceleró nuestro crecimiento hasta el punto de que nos encontramos rápidamente ministrando a más de quinientas personas o más el fin de semana. Aunque eso nos parecía una inmensa multitud en aquel momento, la realidad era que Gateway no era ni siquiera una de las iglesias más grandes en nuestra calle, y mucho menos una de las más grandes en Norteamérica. Fue en este periodo cuando un amigo acudió a mí con una petición sorprendente en nombre de James Robison.

En el improbable caso de que no sepa quién es James, necesita saber que es un maravilloso hombre de Dios a quien el Señor ha utilizado poderosamente durante las últimas cinco décadas para impactar positivamente las vidas de personas en todo el mundo y avanzar el reino de Dios de diversas maneras. Como yo, él comenzó su ministerio como evangelista itinerante bautista, y Dios lo usó para introducir a cientos de miles de personas a una vida nueva en Jesucristo.

En el punto álgido de su influencia y notoriedad, James tuvo un encuentro transformador con el Espíritu Santo que los situó a él y a su ministerio en una trayectoria nueva. Durante los últimos veinticinco años, James ha ministrado a millones de personas mediante su programa diario de televisión Life Today (Vida hoy), usándolo para financiar esfuerzos humanitarios que han salvado y mejorado incontables vidas en todo el mundo.

Poco tiempo después de haber entregado mi vida a Cristo cuando tenía diecinueve años y haber sentido un llamado al ministerio a tiempo completo, fui a trabajar a la oficina de correspondencia y centro de oración telefónica del ministerio de James, Life Outreach International. No es necesario decir que él ha sido un estupendo modelo a seguir, mentor y amigo para mí a lo largo de los años.

Dos décadas después, me encontré como pastor de una iglesia joven y en crecimiento con James Robison como un miembro de mi congregación. (Si no le parece que eso era un poco intimidatorio, ¡debería probarlo!). Fue entonces cuando él presentó la petición que puso todo esto en movimiento.

James me escuchó hablar sobre cómo cultivar un corazón y un estilo de vida de generosidad, hacia Dios y hacia los demás, y se identificó poderosamente con eso porque había llegado a preocuparse por la prevalencia de un mensaje de “dar para conseguir” que se proclamaba desde muchos púlpitos y ministerios. Ese mensaje parecía sugerir que la motivación principal para que los creyentes sean generosos es la expectativa de recibir incluso más a cambio. Como contraste, yo defendía una motivación en el corazón de “dar para vivir” y “dar para amar” para el pueblo de Dios. En otras palabras, yo enseñaba a nuestra congregación que los creyentes deberían ser las personas más generosas de la tierra simplemente porque nuestros corazones están rebosantes de gratitud hacia Dios por sus dones extravagantes y misericordiosos de la salvación y la vida eterna. Yo enseñaba que damos a Dios y a los demás por el mero gozo de dar y porque Dios es un dador; por lo tanto, como hijos e hijas de Él deberíamos imitar a nuestro Padre de modo natural. En lugar de un mensaje de “dar para conseguir”, yo predico un mensaje de “conseguir para dar”.

James creía que ese tipo de enseñanza tenía que ser difundida a una audiencia más grande, de modo que me presentó un reto unido a una oportunidad. Si yo desarrollaba los mensajes en forma de libro, él ofrecería el libro en su programa de televisión y me llevaría para que hablase al respecto.

Representaba un reto intrigante. Por un lado, yo era un pastor más que ocupado de una iglesia que prácticamente estaba explotando en crecimiento, y me encontraba yendo y viniendo varias veces en una semana normal y corriente. La idea de encontrar tiempo para escribir un libro, algo que nunca antes había hecho, parecía imposible. Por otro lado, estaba totalmente de acuerdo con James en que el Cuerpo de Cristo necesitaba recibir esta revelación de dar generosamente desde una motivación más elevada. Lo más importante, yo sentía que esta invitación no provenía en última instancia de James Robison; era Dios quien estaba abriendo esa puerta, porque Él quiere que todo su pueblo experimente el gozo que resulta de ser un dador alegre y extravagante. Sentí que el Espíritu de Dios me impulsaba a decir sí a esa invitación, y a confiar en Él para la tarea de ponerme realmente a escribir el libro. Por lo tanto, eso hice.

Finalmente, la redacción de Una vida de bendición demostró ser mucho menos dolorosa de lo que había imaginado que sería. He aprendido por los años de caminar con Dios que siempre nos empodera de modo sobrenatural para hacer lo que Él pide de nosotros si damos un paso de fe y confianza. Comencé retirándome durante un largo fin de semana con un montón de notas garabateadas y una grabadora de voz. Tras algún tiempo de oración y comunión con Dios, organicé mis notas, prendí esa grabadora, y comencé a plasmar mi corazón y mis pensamientos sobre vivir un estilo de vida de generosidad.

Las palabras fluían mucho más libremente de lo que pensé que fuera posible. Historias e incidentes olvidados por mucho tiempo llegaron a mi memoria. ¡Dije cosas que ni siquiera sabía que conocía! Cuando terminó mi tiempo de retiro, tenía horas y horas grabadas de enseñanza. Mi siguiente paso era que esas grabaciones fueran transcritas. Pasé algún tiempo refinándolas, y después las entregué a un buen editor que resultó ser miembro de la Iglesia Gateway y entendía a un nivel profundo las verdades y principios que yo quería transmitir. Él limpió y pulió aún más la obra emergente, y poco después teníamos un manuscrito confiable y listo para su impresión. El resto, como dicen, es historia.

La tirada inicial de treinta mil ejemplares se agotó rápidamente, de modo que siguieron más ediciones. Poco después, importantes editoriales comenzaron a expresar interés en tomar Una vida de bendición como uno de sus libros publicados. Dije sí a una de ellas, ¡y pronto el libro se estaba vendiendo en todas partes!

Ahora bien, en aquel entonces yo era un novato en el mundo editorial. No conocía lo suficiente al respecto para saber lo que era normal en la industria de los libros cristianos. Desde entonces he aprendido que la mayoría de los libros, si tienen éxito, experimentan un aumento inicial de ventas que se va desvaneciendo con bastante rapidez; pero eso no sucedió con Una vida de bendición. Parecía seguir aumentando con el paso de cada año, impulsado por los comentarios de quienes habían sido tocados y ayudados por el libro. De hecho, en la actualidad sigue empujando con fuerza.

Por lo tanto, ¿por qué una “secuela” todos estos años después? Bien, en realidad es algo más parecido a una precuela, y entenderá por qué en un momento.

Se necesitan dos patas

Tengo un vago recuerdo de la niñez de ver un episodio de dibujos animados en el que un personaje tiene un pie clavado al piso. Corre con todas sus fuerzas, pero solamente puede ir en círculos. Es cómico ver a un personaje de dibujos animados en esa horrible situación; pero no hay nada divertido en ver a mis compañeros cristianos vivir de ese modo. Voy a explicarlo.

Desde que escribí Una vida de bendición, he escuchado incontables testimonios de individuos, parejas y familias que lo leyeron, aceptaron su mensaje, y experimentaron resultados maravillosos y transformadores. Respondieron a su reto de cultivar un estilo de vida de generosidad y comenzaron a dar con gozo y liberalidad; incluso de modo extravagante. Al hacerlo, descubrieron lo que mi esposa Debbie y yo descubrimos hace mucho tiempo, es decir, que no podemos superar a Dios en dar, y que bendecir a otros tal como nos indique el Espíritu Santo es la mayor diversión que cualquier ser humano puede tener. Ellos aprendieron que poner a Dios en primer lugar en sus finanzas y reconocer que igualmente todo le pertenece a Él trae como resultado libertad, paz y gozo en cada área de sus vidas. Esto es sin duda una vida de bendición.

Pero ese no es el único tipo de testimonio que he escuchado a lo largo de los años. Otro tema menos alentador emergió de algunos que lo leyeron e intentaron seguir el mensaje central del libro acerca de dar. De vez en cuando alguien se ha acercado a mí por la calle o en una conferencia, y me ha dicho algo parecido a lo siguiente: “Lo probé, pero no funcionó”.

Desde luego, mi respuesta usual era: “Intentó ¿qué?”.

“Dar. Mi cónyuge y yo comenzamos a dar como usted sugería en su libro, pero aún seguimos atrapados en deudas de tarjetas de crédito”.

Al principio me desconcertaban ese tipo de comentarios. No conectaba los puntos porque, en mi mente, no estaban relacionados con el tema del que realmente hablaba el libro. Después de todo, no escribí un libro titulado La chequera bendecida o La hoja de balance bendecida. Compartí verdades y perspectivas espirituales para experimentar la bendición de Dios sobre toda nuestra existencia, lo cual engloba salud, emociones, relaciones y, sí, finanzas.

Gradualmente comencé a entender que había construido el mensaje de Una vida de bendición sobre una suposición. Si pensamos del mensaje de ese libro como una casa, entonces hay una suposición subyacente que sirve como el cimiento de la casa. Esa suposición subyacente es esta:

Tenemos que vivir dentro de nuestras posibilidades.

Dicho de otro modo: usted no puede gastar (o dar) más de lo que tiene. Ahora bien, sé que no hay nada particularmente profundo en esa afirmación. Es un concepto tan sencillo que un niño puede entenderlo. Sin duda, yo mismo aprendí desde temprano este principio de mis padres sabios y frugales.

Mi padre era y es uno de los hombres más generosos que jamás haya conocido. A lo largo de los años le he visto donar miles de dólares para el reino y bendecir a personas que batallaban, ¡con autos e incluso casas! Él ha hecho préstamos personales a parejas jóvenes para que pudieran pagar el anticipo de su primera casa, a familias que se estaban recuperando de desastres financieros, a personas que habían perdido sus empleos, y a viudas que necesitaban un medio de transporte fiable. Y lo sigue haciendo.

Él no le da una gran importancia a la benevolencia económica de un hombre que ha estado haciéndolo durante décadas. Por el contrario, su generosidad pasa desapercibida para la mayoría de las personas que lo conocen. Pero sí una vez me mostró el pequeño librito negro de contabilidad que contenía todos los préstamos personales que estaban aún pendientes. Haciendo la cuenta rápidamente en mi cabeza, ¡llegué a más de 350 000 dólares! Uno de ellos era un préstamo de 20 000 dólares a una viuda anciana que necesitaba un auto. Mi papá le había dicho que pagara lo que pudiera, y ella le fue pagando fielmente a un ritmo de veinte dólares al mes. Mi mente matemática entendió rápidamente que el préstamo nunca recuperaría ni siquiera una fracción de esa cantidad de dinero. Desde luego, a él eso no le inquietaba lo más mínimo. Mientras hojeaba las páginas, me di cuenta de que la mayoría de los préstamos eran como ese.

“¿Tienes alguna garantía para estos préstamos?”, le pregunté a mi padre.

“No, solamente la palabra de ellos”, me respondió.

“Bueno, ¿y si no te lo devuelven?”, le dije.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba pronunciar las palabras.

“Bueno, entonces… ¡conseguí bendecirlos!”.

No cabe ninguna duda de que mi padre es uno de los mayores dadores que he conocido jamás. No es una coincidencia que él sea también uno de los mayordomos más estupendos que jamás haya conocido, y estas dos realidades están relacionadas. Piénselo: ¿cómo podemos dar con generosidad a otros si no tenemos nada para dar?

Papá es ingeniero civil de profesión, e incluso fue el dueño de su propia empresa por muchos años. Me han dicho más de una vez que él es un genio de las matemáticas. Hace sumas en su mente sin ningún esfuerzo. Por lo tanto, si va a ayudar a alguien con un préstamo de cinco mil dólares, y tiene un salario y gastos mensuales que cubrir, ¡tiene que ser capaz de vivir con un presupuesto que le permita satisfacer todas sus obligaciones y ser extremadamente generoso! Mi papá, sin ninguna duda, ha sido un ejemplo de administración sabia, frugal y prudente.

Yo llevé esa ética a mi matrimonio. Debbie y yo nos casamos jóvenes, y en muchas cosas yo no sabía nada y era un ingenuo en aquel momento de mi vida, pero entender las matemáticas básicas e implacables de ingresos y gastos no era una de ellas. Yo sabía que no se puede gastar más de lo que se gana. En aquella época yo no ganaba mucho dinero, y tengo la sospecha de que según la definición oficial del gobierno, éramos literalmente pobres. Sin embargo, sí teníamos lo necesario para vivir con menos de lo que yo ganaba. Y cuando entregué totalmente mi vida a Jesús y experimenté el don extravagante de Dios del perdón y la sanidad, hacerlo incluía manejar nuestras finanzas de tal modo que pudiéramos diezmar fielmente y dar generosamente siempre que el Espíritu nos impulsara a hacerlo.

Yo suponía sinceramente que la mayoría de los creyentes, si no todos, entendían esto; por lo tanto, no lo abordé en Una vida de bendición. Me parecía obvio que ser una persona generosa implicaba redirigir el dinero que se gasta discrecionalmente, lo cual a su vez requería… ya sabe… tener realmente dinero para gastar discrecionalmente. Además, la administración sabia del dinero, por importante que sea ese tema, sencillamente no era de lo que James Robison me pidió que escribiera. Él me pidió que explicara mi enfoque bíblico sobre dar, uno que estaba y está en claro contraste con la filosofía generalizada de “dar para conseguir”.

El hecho es que una vida de verdadera bendición camina sobre dos patas. Una de esas patas, el enfoque de mi primer libro, es la generosidad. Es totalmente necesario ser generoso para experimentar la medida plena de la bendición de Dios; sin embargo, la primera pata vital es administrar los recursos financieros con sabiduría y prudencia para así poder ser generoso. Ese es el enfoque del libro que sostiene usted ahora en sus manos. Por eso dije que, en cierto sentido, es tanto una precuela como una secuela de Una vida de bendición. Por eso también me recordó ese personaje de los dibujos animados con un pie clavado al piso. Intentar ser más generoso sin ser también un administrador prudente de los recursos (especialmente el dinero) es como intentar correr con un pie clavado al piso. Será agotador, frustrante e inútil. Esto es precisamente lo que vi en los rostros de esas personas que acudían a mí diciendo cosas como: “Pastor Robert, he comenzado a dar pero sigo atrapado en deudas de tarjetas de crédito”.

Tengo noticias maravillosas. La capacidad de administrar sabiamente la riqueza y las posesiones materiales no es un talento con el cual somos dotados al nacer. Es una habilidad, y eso significa que puede ser enseñado y aprendido. Es una forma de sabiduría, y el libro de Proverbios no nos alentaría a adquirir sabiduría (4:7) si no estuviera a disposición de todo aquel con la humildad suficiente para recibirla.

Hay una palabra bíblica para esta habilidad, pero soy casi reacio a utilizarla aquí porque ha obtenido una mala reputación mediante el mal uso y el abuso. Demasiados cristianos tienen un concepto equivocado de lo que denota esta palabra; de todos modos, ahí va. Estoy hablando de… ¡ mayordomía!

Muchas personas que llevan en la iglesia la mayor parte de su vida han llegado a relacionar la palabra mayordomía únicamente con dar a la iglesia; han sido condicionadas a considerar la palabra mayordomía como un código que se refiere a dar ofrendas o diezmar. Esto es comprensible porque ese es precisamente el contexto donde se utiliza con mucha frecuencia. Si una iglesia tiene una semana de “énfasis en la mayordomía”, invariablemente significa una semana en la cual se exhorta a todos a dar con más generosidad. Una “campaña de mayordomía” es con frecuencia la etiqueta que se aplica a una iniciativa para recaudar fondos para un nuevo edificio. Con el tiempo, hemos sido entrenados para escuchar la palabra mayordomía y pensar en “dar más”; pero no es eso a lo que me refiero cuando uso ese término en Gateway, porque ese no es el modo en que se usa en la Biblia.

El hecho es que mayordomía se trata simplemente de ser un administrador o mayordomo sabio, prudente y diestro de todos los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos. Por lo tanto, ¿qué es un mayordomo? Examinaremos esta pregunta con mayor profundidad en los capítulos que siguen, pero por ahora voy a ofrecer una rápida definición práctica. Una de las definiciones principales para mayordomo en el diccionario Oxford English es “una persona empleada para manejar las propiedades de otro, especialmente una casa grande o terrenos”. Tal como se usa en la Biblia, se refiere a una persona a quien se deja a cargo de los bienes de otra persona. A un mayordomo se le confía proteger, mantener, desarrollar, o hacer crecer cosas, como un negocio, una granja, una casa o ciertos fondos, que pertenecen a otra persona.

Dios hizo a Adán y Eva (y a su descendencia por extensión) mayordomos de toda la tierra. Dejó a su cuidado el huerto “para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15), y les dio instrucciones para maximizar su potencial, diciendo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread” (Génesis 1:28). De modo similar, Dios confía muchas cosas a cada uno de nosotros. Como el Creador de todo, incluidos nosotros, todo le pertenece a Él, y sin embargo deja bajo nuestro cuidado bienes como tiempo, talentos, relaciones y, sí, riqueza. Manejar prudentemente estos preciosos bienes nos califica para la bendición; y para el privilegio de que nos confíe más cosas.

Genre:

  • Robert Morris has helped countless people-myself included-come to a better awareness of God's principles of generosity. His new book continues the teaching. What a welcome work!
    Max Lucado, pastor and author
  • Beyond Blessed is an invitation to wild financial freedom. Pastor Robert shares the power of wise, prudent, and skillful stewardship of resources and imparts the tools you need to free yourself from the oppressive pressure of poor financial management while managing what has been entrusted to your care.—Lisa Bevere, New York Times bestselling author
  • Pastor Robert knows the goodness of God firsthand, and he gently guides the reader through a practical yet deeply spiritual journey toward a life beyond the financial stress that many people know too well. Pick up this book and prepare to be beyond blessed.—Craig Groeschel, pastor of Life.Church and New York Times bestselling author
  • Beyond Blessed is a very informative read that goes beyond our being generous. It teaches us in very practical ways how to steward what God has entrusted to us, and how it will lead to a life beyond blessed.—David Green, founder and CEO, Hobby Lobby
  • Robert Morris is one of the best communicators of the Word of God in the Church today. His new book will bless you.—Franklin Graham, president and CEO of Samaritan's Purse and Billy Graham Evangelistic Association

On Sale
Jan 8, 2019
Page Count
288 pages
Publisher
FaithWords
ISBN-13
9781546035336

Robert Morris

About the Author

Robert Morris is the founding lead senior pastor of Gateway Church, a multicampus church based out of the Dallas/Fort Worth Metroplex. Since it began in 2000, the church has grown to more than 71,000 active attendees. His television program is aired in over 190 countries, and his radio program, Worship & the Word with Pastor Robert, airs in more than 1,800 radio markets across America. He serves as chancellor of The King’s University and is the bestselling author of numerous books, including The Blessed Life, Frequency, Beyond Blessed, and Take the Day Off. Robert and his wife, Debbie, have been married 39 years and are blessed with one married daughter, two married sons, and nine grandchildren.

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