Promotion
Use code DAD23 for 20% off + Free shipping on $45+ Shop Now!
Mujer segura de si misma
Empiece a vivir hoy resueltamente y sin miedo
Contributors
By Joyce Meyer
Formats and Prices
Price
$9.99Price
$12.99 CADFormat
Format:
- ebook (Spanish) $9.99 $12.99 CAD
- Leather/fine binding (New edition) $19.00 $24.00 CAD
- ebook (New edition) $11.99 $14.99 CAD
- ebook (Spanish) $9.99 $12.99 CAD
- ebook $9.99 $11.99 CAD
- Hardcover (New edition) $17.00 $23.00 CAD
- Hardcover (Spanish) $17.00 $23.00 CAD
- Audiobook Download (Abridged)
- Trade Paperback (Spanish) $14.99 $19.99 CAD
- Trade Paperback $16.99 $22.99 CAD
- Mass Market $8.00
This item is a preorder. Your payment method will be charged immediately, and the product is expected to ship on or around September 10, 2019. This date is subject to change due to shipping delays beyond our control.
Also available from:
Excerpt
Explore book giveaways, sneak peeks, deals, and more.
INTRODUCCIÓN
Venimos de un largo camino (pero todavía nos falta mucho por andar)
“Una mujer tiene que ser dos veces tan buena como un hombre para ir la mitad de lejos.”
—FANNIE HURST
Durante la mayor parte de la existencia del mundo, las mujeres no han disfrutado del debido respeto, ni del lugar que les corresponde en la sociedad. Aunque mucha de esa injusticia ha sido corregida en el mundo Occidental, en el mundo siguen habiendo muchas culturas en el mundo donde las mujeres son terriblemente maltratadas. Esto es trágico.
Las mujeres son un precioso don de Dios al mundo. Son creativas, sensibles, compasivas, inteligentes, talentosas, y de acuerdo con la Biblia, iguales a los hombres.
Dios creó primero al hombre—pero rápidamente descubrió que él necesitaba una ayuda. No una esclava, sino una ayuda. Él creó a una mujer de una de las costillas de Adán y la llamó Eva. Note que Eva fue tomada del costado de Adán—de algo próximo a su corazón—no de abajo, de sus pies. Las mujeres no fueron pensadas para ser pisoteadas, no respetadas, intimidadas, o denigradas. Eva fue creada porque Adán la necesitaba. Dios dijo que Adán no estaba completo sin ella. Es lo mismo hoy; los hombres necesitan a las mujeres, y las necesitan para algo más que ser una cocinera, ama de casa, compañera de sexo, o máquina de hacer bebés.
Simplemente para estar segura de que nadie entiende mal mi comentario sobre que Adán no estaba completo sin Eva, déjeme establecer claramente que no todos tenemos que casarnos para estar completos. Y, dado que el 43% de los primeros matrimonios acaban en divorcio—y el 60% de los vueltos a casar—, es claro que el matrimonio no es la razón de ser, ni el único fin de una existencia feliz.1
Aunque la mayoría de las personas desean casarse y tener un compañero para la vida, Dios llama y capacita especialmente a muchos hombres y mujeres para que permanezcan solos toda su vida. Como este libro está escrito especialmente para las mujeres, quiero decirle enfáticamente que usted como mujer no necesita estar casada para disfrutar su vida y hacer grandes cosas. El hecho de que la mayoría de las mujeres se case, no significa que algo no esté bien en usted o que está perdiendo su vida si no lo hace.
Hombres y mujeres: trabajar codo a codo
Yo creo que la mayoría de las mujeres posee un sexto sentido que Dios no les dio a los hombres. Suele llamarse la intuición femenina, y no es ningún mito. Se trata de algo real. Funciona de este modo: Los hombres usualmente son más lógicos, mientras que las mujeres tienden a orientarse más por la “sensibilidad”. Por ejemplo, un gerente masculino podría mirar el curriculum vitae de un candidato al puesto, su solicitud de trabajo, promedio de notas e historial laboral y estar listo para contratarlo, basado en los “hechos”. Sin embargo, la colega femenina de este gerente varón podría guiarse más por instinto, por una “percepción visceral”. Ella podría evaluar al mismo candidato y detectar intuitivamente rarezas de personalidad o actitudes sutiles-pero-destructivas que no se muestran en el papel. Esto no significa que las mujeres sean innatamente mejores líderes que los hombres o que sus instintos estén basados en una frecuencia especial con Dios que los hombres no sintonizan. De hecho, las emociones de una mujer también pueden ponerla en problemas, y frecuentemente ella necesita que la lógica de cerebro-izquierdo de un hombre la ayude a ver las cosas claramente.
Lo central es que mujeres y hombres se necesitan mutuamente; pueden complementarse uno al otro—como los jefes masculinos y femeninos del ejemplo que di. Ni el hombre ni la mujer vieron claramente el cuadro completo. Eso es por que hombres y mujeres deben trabajar juntos, codo a codo en armonía y respetándose el uno al otro como iguales.
Por razones de orden, Dios instruyó que si una mujer está casada, debe ser sumisa a su marido. Ahora bien, sé que a muchas mujeres no les gusta esa particular palabra con “s”. Pero piénselo de esta manera: usted no puede tener a dos personas manejando un automóvil al mismo tiempo, luchando sobre cómo dirigir las ruedas y compitiendo por el pedal del freno. Por necesidad, una persona debe ocupar el asiento del conductor. Sin embargo, nunca fue la intención de Dios que las mujeres fueran dominadas y que se las hiciera sentir como si sus opiniones carecieran de valor. (Después de todos, como mi marido Dave le dirá, es bueno tener en el automóvil a alguien que puede darse cuenta de que estamos perdidos—¡y somos demasiado orgullosos para parar y preguntar por la dirección!)
Debido a años de abuso y a una negativa manera de ver a las mujeres en el mundo, muchas de nosotras hemos perdido la confianza que Dios quiere que disfrutemos. Nuestra sociedad tiene una epidemia de personas inseguras en esto. Este problema causa gran dificultad en las relaciones y es que una de las razones de que el divorcio sea tan frecuente hoy.
Pregunte a las mujeres del siglo 21: “Cómo se sienten respecto a sí mismas”; y la mayoría les confesará: “Me odio a mí misma”. O quizás su opinión de sí mismas no sea tan severa, pero admitirán que realmente no se gustan. Tres factores contribuyen a esta actitud negativa.
1. Una historia larga de maltrato de los hombres hacia las mujeres ha dejado en muchas de nosotras sentimientos vagos que somos de algún modo “menos” que los hombres. Menos valiosas. Menos dignas.
2. Nuestro mundo ha creado una imagen falsa, poco realista de cómo se supone que las mujeres deben verse y actuar. Pero la verdad es que cada mujer no fue creada por Dios para ser flaco, con una complexión perfecta y largo pelo suelto. Ni cada mujer fue pensada para hacer malabares con una carrera y con todos los otros deberes de ser una esposa, madre, ciudadana, e hija.
Las mujeres solteras no tienen por qué sentir que se están perdiendo algo por no estar casadas. Las mujeres casadas no tienen por qué sentir que deben tener una carrera para estar completas. Si ellas escogen hacerlo, es maravilloso, pero debemos tener la libertad para ser individualmente quien cada una es.
3. Muchas mujeres se odian y no tienen confianza en sí mismas porque han sido abusadas, rechazadas, abandonadas, o de alguna, manera dañadas emocionalmente. Las mujeres necesitan experimentar una renovación del conocimiento de su infinito valer y valor. A través de este libro, espero ayudar a iniciar tal renovación.
Durante mi niñez, soporté muchos años de abuso sexual. El abuso afectó profundamente mi confianza y la imagen interior de mí misma. En mi fuero interno yo era muy temerosa, pero exteriormente me presenté como una pendenciera, persona atrevida a quien no le importaba lo que otros pensaran de ella. Me creé una “supuesta yo” para que nadie descubriera la “real yo”. Estaba llena de vergüenza y condenación por algo que un me hombre había hecho, y debo confesar que como resultado durante muchos años tuve una opinión bastante baja de los hombres.
Hoy, sin embargo, creo ser una mujer equilibrada. Tengo un marido maravilloso y cuatro hijos crecidos. Soy la presidenta y fundadora de un ministerio mundial que a través de los medios de comunicación está ayudando a millones de personas a encontrar la salvación a través de Jesucristo, así como la libertad y completud en sus vidas. Mi marido, mis hijos y yo trabajamos todos juntos en el ministerio.
En mi jornada he aprendido mucho sobre qué es la “verdadera confianza”, y será un gran deleite para mí compartirle cualquier cosa yo sepa que pueda ayudarle a ser la mujer que Dios se propuso que usted sea. Él desea que usted sea resuelta, valerosa, segura, respetada, admirada, potenciada, solicitada y, sobre todo, amada.
Dios tiene un maravilloso plan para su vida, y oro que la lectura de este libro le ayude a entrar en él tan plenamente como nunca antes. Usted puede sostener su cabeza en alto y puede estar llena de confianza respecto a sí misma y a su futuro. Usted puede ser resuelta y salir a hacer cosas nuevas—incluso cosas que ningún hombre o mujer ha hecho antes. ¡Usted tendrá lo que tome!
El don de la confianza ordenado por Dios
Capítulo Uno
LA CONFIANZA
¿Qué es la confianza? Yo creo que la confianza es todo lo referente a ser positiva respecto a lo que usted puede hacer—y no preocuparse por lo que no puede hacer. Una persona segura de sí misma está abierta a aprender, porque sabe que su confianza le permite atravesar las entradas a la vida, ávida por descubrir lo que la espera al otro lado. Sabe que cada nueva incógnita es una oportunidad para aprender más sobre sí misma y poder expresar sus capacidades.
Las personas seguras de sí mismas no se concentran en sus debilidades; desarrollan y aumentan al máximo sus aspectos fuertes.
Por ejemplo, en una escala de 1 a 10, yo podría ser un 3 cuando se trata de tocar el piano. Si practicara mucho tiempo y arduamente—y si mi marido pudiera aguantar el barullo—quizás podría transformarme en una pianista media, digamos de nivel 5. Sin embargo, como oradora, podría ser un 8. Así que, si invirtiera mi tiempo y esfuerzo en esta aptitud, podría alcanzar un nivel 10. Cuando usted lo mira de esta manera, es fácil ver donde debe invertir sus esfuerzos.
El mundo no tiene hambre de mediocridad. Realmente no necesitamos un manojo de 4 y 5 que dan vueltas y hacen un trabajo promedio en la vida. Este mundo necesita a los 10. Yo creo que todos podemos ser un 10 en algo, pero nuestro problema es que solemos trabajar tan duro intentando superar nuestras debilidades que nunca desarrollamos nuestros aspectos fuertes. Cualquier cosa en la que nos enfocamos se hace grande a nuestros ojos—demasiado grande, realmente. Podemos convertir algo en un gran problema cuando, en realidad, sería una molestia menor si solamente lo viéramos en perspectiva con nuestras fuerzas. Por ejemplo, digamos que usted no es el tipo de persona “de números”. A usted le cuesta calcular un propina del 15% en los restaurantes, y su talonario de cheques no está balanceado desde 1987.
Usted podría obsesionarse con su incapacidad “para las matemáticas”. Podría comprar Matemática para bobos y otros libros sobre el tema, y quizá hasta tome una clase en la universidad de la comunidad. Pero su obsesión por la matemática podría quitarle el tiempo que podría consagrar a cosas en las que usted es sensacional—como la enseñanza en la Escuela dominical, la escritura creativa, o levantar fondos para caridad. En otras palabras, usted podría robar tiempo y esfuerzo a las áreas 10 de su vida sólo para pasar de un humilde 3 a un mediocre 5.
¿No sería mucho mejor delegar esas cuestiones de la matemática a algún otro? ¿Usar para el pago de facturas un sistema online que tenga incorporadas herramientas para encontrar errores o sobregiros? Y siempre puede pedirles a sus compañeros de mesa que la ayuden a calcular la propina. Hasta hay guías que puede llevar con usted.
Recuerdo haber entrevistado a un hombre y a su esposa en el programa de televisión de nuestro ministerio. Le pregunté al hombre, que era un ministro, cuáles eran sus debilidades. Su respuesta fue: “Mire, yo no me concentro en ellas. Seguramente tengo algunas, pero no podría hablarle de ellas porque apenas les presto atención”. Contesté risueñamente que después le preguntaría a su esposa. Estaba segura de que ella conocería sus debilidades, aunque él no lo hiciera. Cuando ella se nos unió después en la transmisión, le hice rápidamente esa pregunta. Ella contestó: “Para mí, mi marido es perfecto; yo no me enfoco en sus debilidades. Él tiene tantos aspectos fuertes que me concentro en ellos y lo ayudo a ser todo lo que él puede ser.”
No me tomó mucho tiempo entender por qué esos dos estaban siempre tan contentos y optimistas—y por qué tenían un matrimonio tan maravilloso. Las personas seguras hacen un hábito de pensar y actuar positivamente. Por lo tanto, disfrutan la vida, y logran mucho.
Una persona sin confianza es como un avión asentado en una pista de aterrizaje con los tanques de combustible vacíos. El avión tiene la capacidad de volar, pero sin algo de combustible, no puede dejar la tierra. La confianza es nuestro combustible. Nuestra confianza, nuestra convicción de que podemos tener éxito, nos hace empezar y nos ayuda a terminar cada desafío que asumimos en la vida. Sin confianza, una mujer vivirá con miedo y nunca se sentirá realizada.
La confianza nos permite enfrentar la vida con audacia, franqueza, y sinceridad. Nos capacita para vivir sin preocupación y sentirnos seguros. Nos habilita para vivir auténticamente. No tenemos que pretender ser alguien que no somos, porque estamos seguros de quién somos—aunque seamos diferentes de los que nos rodean. Creo firmemente que la confianza nos da permiso para ser diferentes, para ser únicos. Dios ha creado a cada persona de una manera singular, aunque la mayoría de la gente gasta su vida tratando de ser como el resto—y como resultado sintiéndose miserable. Créame esto: Dios nunca le ayudará a ser como otra persona. ¡Él quiere que usted sea usted! ¡Usted puede estar segura de esto!
Las personas con baja confianza, por otra parte, no están seguras de nada. Son personas de doble ánimo, indecisas que están constantemente frustradas en la vida. Si toman una decisión, las atormenta la incertidumbre. Se cuestionan continuamente a sí mismas. Como resultado, no viven audazmente. Viven vidas pequeñas, estrechas, y se pierden las vidas grandes y galardonadas que Dios quiere que disfruten.
Usted puede estar consciente de algunas de las promesas de Dios para su pueblo—promesas de paz, felicidad, bendiciones, y muchas más. Pero ¿sabe que todas las promesas de Dios son para cada persona?
Es correcto: cuando viene a cumplir promesas, Dios no discrimina. Pero ata ciertas condiciones a algunas promesas, así como un padre podría prometer a un niño llevarlo a una excursión como premio por obtener buenas calificaciones.
Similarmente, Dios requiere que nos acerquemos a Él con fe: la confianza profundamente sostenida de que Dios es digno de confianza y siempre cumplirá sus promesas. Dios lo ama; Él quiere que usted se relaje conociendo ese amor. Él quiere que usted experimente la paz mental que viene de descansar en su amor y vivir sin el tormento del miedo y de la duda. Demasiada gente se encoge a la sola mención del nombre de Dios, porque tiene miedo de que Él esté sentado en el cielo, esperando que resbalen para poder castigarlos. No quiero decir que nunca debamos enfrentar las consecuencias de nuestras acciones, pero Dios no se deleita en castigarnos. En cambio, quiere bendecirnos y prosperarnos. Él es misericordioso y si somos capaces de recibir su misericordia, frecuentemente nos dará bendiciones aunque legalmente merezcamos castigo. Gracias a Dios porque Él ve la actitud de nuestro corazón y nuestra fe en Jesús y no solamente nuestras acciones.
Cuando tenemos confianza en Dios y en su amor y bondad, podemos progresar viviendo confiadamente y disfrutar la vida que Él quiere para nosotros. Note que dije confianza en Dios, no en nosotros. Usualmente, cuando la gente piensa en confianza, piensa en la autoconfianza. Piense en cuántas veces usted oye por televisión a gurús de la autoayuda o atletas que le urgen: “¡Crea en usted mismo!”. Yo le pido algo distinto. Yo quiero dejarle en claro, desde el inicio, que nuestra confianza debe estar sólo en Cristo, no en nosotros, no en otras personas, no en el mundo o sus sistemas. La Biblia dice que somos suficientes en la suficiencia de Cristo (Filipenses 4:13), así que también podemos decir que estamos confiados en la confianza en Cristo. Otra manera de decirlo sería: “sólo tenemos autoconfianza porque Él vive en nosotros y es a su confianza a la que recurrimos”.
Imagine que usted es miembro de un equipo de básquetbol, capitaneado por un base que es el jugador más talentoso y más ducho del mundo. Este atleta no sólo juega mejor que cualquier otro de la cancha, sino que también puede sacar lo mejor de sus compañeros de equipo. Usted puede entrar a cada juego con confianza, sabiendo que el líder de su equipo tiene el conocimiento y la habilidad para llevarlo a la victoria. Por cierto usted deberá hacer su parte, cumplir su rol en el equipo, pero aunque se equivoque en una jugada, su superestrella lo cubrirá. Le cuida la espalda. Y, cuando cada juego se despliega, encuentra que la confianza de su líder es contagiosa. Usted puede jugar audazmente, porque su capitán lo inspira.
Así que, si le digo que estoy segura de mí misma, lo que frecuentemente estoy, no quiero decir que estoy confiando en mí o en mis aptitudes. Quiero decir que estoy confiando en mi líder, Dios, y en los dones, talentos y conocimiento que Él ha puesto en mí. Sé que sin Él no soy nada (Juan 15:5), pero con Él, yo puedo ser una campeona, porque Él saca lo mejor de mí.
… nos enorgullecemos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos. (Filipenses 3:3, NVI)
¿Está sufriendo de falta de confianza?
La baja confianza es una condición; hasta podría ser considerada una enfermedad. Y como muchas otras enfermedades, la baja confianza es causada por deficiencia de una cosa (confianza) y demasiado de otra—en este caso—, miedo. Me refiero al miedo como a un virus emocional porque empieza como un pensamiento en su cabeza, luego afecta sus emociones y conductas—tal como un virus de gripe podría invadir su cuerpo a través de un apretón de manos o un estornudo y luego podría hacer que toda usted se sienta completamente a la miseria.
El miedo es un virus peligroso, porque una persona temerosa no tiene confianza en sí misma y nunca puede alcanzar su potencial en la vida. No saldrá de su zona de comodidad para hacer algo—sobre todo, algo nuevo o diferente. El miedo es un gobernante cruel, y sus súbditos viven constantemente atormentados.
Me rompe el corazón ver personas que viven miedosamente, porque sin confianza en sí mismas, nunca pueden conocer y experimentar verdadera alegría. El propio Espíritu Santo de Dios se aflige, porque ha sido enviado a nuestras vidas para ayudarnos a cumplir los propósitos de Dios para nosotros. Pero usted no puede buscar su propósito cuando ha permitido que el miedo azote y cierre con llave la puerta de su vida. Entonces, usted se encoge detrás de la puerta, llena de odio a sí misma, condenación, miedo al rechazo, miedo al fracaso, y miedo a los otros.
Muchas víctimas del miedo terminan siendo personas complacientes, propensas a ser controladas y manipuladas por otros. Abandonan el derecho a ser ellas mismas y usualmente gastan sus vidas tratando de ser lo que piensan que deben ser a los ojos de alguien.
Tristemente, cuando intentamos ser algo o alguien distinto de lo que debemos ser, nos ahogamos a nosotros mismos y al poder de Dios en nosotros. Cuando tenemos confianza, podemos alcanzar alturas realmente asombrosas; sin confianza, hasta los logros simples estarán más allá de nuestras manos.
Ahora, puede que usted haya leído el precedente párrafo—sobre “las alturas realmente asombrosas,” y se haya dicho: Eh, corrige, Joyce. Yo no puedo hacer algo asombroso. (Y además me asustan las alturas.) No se desespere si tiene pensamientos así. A lo largo de la historia, Dios ha acostumbrado usar a personas comunes para hacer cosas asombrosas, extraordinarias. Claro, todas ellas tuvieron que dar primero un paso de fe. Tenían que avanzar confiadamente hacia lo desconocido o poco familiar antes de hacer algún progreso. Tenían que creer que podrían hacer lo que estaban intentando hacer. “Alcanzar” viene antes que “Creer” en el diccionario, pero el orden se invierte en la vida real.
Es importante notar que, en muchos casos, las personas exitosas han realizado muchos intentos fallidos antes de finalmente tener éxito. ¡Ellas no sólo tuvieron que empezar con confianza, sino que debieron permanecer seguros ante cada circunstancia que parecía gritarles: “¡Fracaso! ¡Fracaso! ¡Fracaso!”
Considere al inventor Thomas Edison. Una vez dijo: “No exagero cuando digo que he construido tres mil teorías diferentes respecto a la luz eléctrica, cada una de ellos razonable y con probabilidades de ser verdadera. Todavía sólo dos casos de los experimentos que hice demuestran la verdad de mi teoría.”
Eso significa que Edison desarrolló 2,998 teorías fallidas para llegar al éxito. De hecho, la verdadera historia de la bombilla eléctrica es una larga, tediosa historia de repetidos ensayos y errores. Imagine cómo se debe haber sentido Edison mientras los fracasos se amontonaban por docenas, luego centenares, luego miles. Sin embargo, a través de todos ellos, él siguió adelante. Creyó en su brillante idea, así que no perdió su decisión.1
El hecho de que las personas comunes den pasos para lograr cosas extraordinarias no significa que no sientan miedo. Yo creo que Ester, la heroína del Antiguo Testamento, sentía miedo cuando le pidieron que dejara su cómoda vida familiar y entrara en el harén del rey para que Dios pudiera usarla para salvar a su nación. Yo creo que Josué sentía miedo cuando, después de que Moisés murió, él recibió la tarea de introducir a los israelitas en la Tierra Prometida. Sé que yo tenía miedo cuando Dios me llamó a dejar mi trabajo y prepararme para el ministerio. Todavía recuerdo que mis rodillas se agitaban y mis piernas se sentían tan débiles que pensé que me caería. Recuerdo el miedo que sentía entonces, pero ahora me asusta más pensar cómo habría sido mi vida si no hubiera enfrentado el miedo y avanzado para hacer la voluntad de Dios. El miedo no significa que usted sea una cobarde. Sólo significa que debe estar dispuesta a sentir miedo y a pesar de todo hacer lo que debe hacer.
Si yo hubiera permitido que el miedo que sentía me detuviera, ¿dónde estaría hoy? ¿Qué estaría haciendo? ¿Me sentiría feliz y realizada? ¿Estaría escribiendo ahora un libro sobre ser una mujer confiada en sí misma—o estaría sentada en casa, deprimida y preguntándose por qué mi vida era semejante desilusión? Creo que muchas personas infelices son individuos que han permitido que el miedo gobierne sus vidas.
Genre:
- On Sale
- Sep 10, 2019
- Page Count
- 256 pages
- Publisher
- FaithWords
- ISBN-13
- 9781546017073
Newsletter Signup
By clicking ‘Sign Up,’ I acknowledge that I have read and agree to Hachette Book Group’s Privacy Policy and Terms of Use