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El poder del yo soy
Dos palabras que cambiarán su vida hoy
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By Joel Osteen
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En este nuevo e innovador libro, el reconocido autor de superventas Joel Osteen, revela una simple pero profunda verdad: su forma de hablar sobre sí mismo puede determinar su destino. Con sus palabras, usted controla su éxito o fracaso.
De modo que cuando usted vaya a través del día diciendo:
“Soy bendecido”… las bendiciones le perseguirán.
“Soy talentoso”… los talentos le seguirán.
“Soy saludable”… la salud se dirigirá hacia usted.
“Soy fuerte”… la fuerza le seguirá la pista.
Cuando usted aprende a aprovechar el poder del YO SOY, descubrirá habilidades únicas y ventajas que no sabía que tenía. Usted construirá la confianza en sí mismo para enfrentar cualquier obstáculo que se le presente. Invitará bendiciones inimaginables en su vida. Lo mejor de todo, usted se convertirá en quien Dios lo hizo ser, una increíble obra de arte original elegida por el Dios Altísimo para hacer grandes cosas.
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De conformidad con la Ley de Derecho de Autor de EE.UU. de 1976, la exploración, la carga y el intercambio electrónico de cualquier parte de este libro sin el permiso de la editorial constituyen la piratería ilegal y el robo de la propiedad intelectual de su autor. Si desea utilizar el material del libro (que no sea para fines de revisión), previa autorización por escrito debe ser obtenido a través de la editorial en permissions@hbgusa.com. Gracias por su apoyo a los derechos de autor que usted.
AGRADECIMIENTOS
En este libro presento muchas historias que me han compartido amigos, miembros de nuestra congregación y personas que he conocido alrededor del mundo. Aprecio y reconozco sus aportaciones y su apoyo. Algunos de los mencionados en el libro son personas que no he conocido personalmente y, en algunos casos, hemos cambiado los nombres para proteger la privacidad de los individuos. Les doy honor a todos a los que les debo honra. Como hijo del líder de una iglesia y siendo pastor yo mismo, he escuchado incontables sermones y presentaciones, así que en algunos casos no puedo recordar la fuente exacta de una historia.
Me siento en deuda con el maravilloso personal de la iglesia Lakewood, con los maravillosos miembros de Lakewood quienes comparten sus historias conmigo y con aquellos alrededor del mundo que le brindan apoyo a nuestro ministerio y que hacen posible traer esperanza a un mundo en necesidad. Estoy agradecido con todos los que siguen nuestros servicios por televisión, la internet y a través de los podcasts. Todos ustedes son parte de nuestra familia en Lakewood.
También les agradezco especialmente a todos los pastores a lo largo del país que son miembros de nuestra Red de Campeones.
Una vez más estoy agradecido por el maravilloso equipo de profesionales que me ayudaron a armar este libro para usted. A su cabeza está mi editor de FaithWords/Hachette, Rolf Zettersten, junto con los miembros del equipo, Patsy Jones, Billy Clark, Becky Hughes y Megan Gerrity. Verdaderamente aprecio las aportaciones editoriales del escritor profesional Lance Wubbels.
También estoy agradecido con mis agentes literarios, Jan Miller Rich y Shannon Marven, de Dupree Miller & Associates.
Y finalmente, aunque no por eso menos importante, gracias a mi esposa, Victoria, y a nuestros hijos, Jonathan y Alexandra, quienes son mis fuentes de inspiración diaria, así como a nuestros familiares más cercanos que sirven día a día como líderes de nuestro ministerio, incluyendo a mi hermano, Paul, y a su esposa, Jennifer; mi hermana, Lisa, y su marido, Kevin; y mi cuñado, Don, y su esposa, Jackelyn.
CAPÍTULO UNO
El poder del "Yo soy"
Lacy era una hermosa joven a quien al parecer todo le iba bien. Era inteligente, atractiva y provenía de una familia amorosa. Mientras convivíamos en el vestíbulo después de un servicio, ella era amigable y tenía una personalidad agradable. Yo pensaba que si alguien podría ser feliz, debería ser ella. Pero pronto me di cuenta de que era justo lo opuesto de lo que yo pensaba. Lacy comenzó a describir cómo no estaba satisfecha; ella se sentía sola y percibía que sus compañeros de trabajo eran más talentosos. Hizo declaraciones como: "Soy poco atractiva. No tengo mucha suerte. Soy de lento aprendizaje. Y siempre estoy cansada".
Después de cinco minutos de escuchar a Lacy, supe exactamente lo que la estaba deteniendo. Sus "yo soy". Lo que sigue esas dos palabras sencillas determinará el tipo de vida que usted viva. "Yo soy bendecido. Yo soy fuerte. Yo soy una persona saludable". O: "Yo soy lento. Yo soy poco atractivo. Yo soy una madre terrible". Los "yo soy" que salgan de su boca le traerán ya sea éxito o fracaso.
A lo largo de todo el día el poder del "yo soy" está en operación. Cometemos un error y de nuestra boca se escapa: "Soy tan torpe". Nos vemos en el espejo, meneamos la cabeza y decimos: "Estoy tan viejo". Vemos a alguien que pensamos que tiene más talento y murmuramos para nosotros mismos: "Soy tan mediocre". Quedamos atrapados en el tráfico y nos quejamos: "Soy una persona con tan poca suerte". Muchas veces hacemos uso del el poder del "yo soy" en contra nuestra. No nos damos cuenta cómo está afectando nuestro futuro.
Este es el principio: Lo que sea que siga al "yo soy" finalmente lo alcanzará. Cuando usted dice: "Soy tan torpe", la torpeza viene a buscarlo; "Estoy tan viejo", las arrugas vienen a buscarlo; "Estoy tan gordo", las calorías vienen a perseguirlo. Es como si las estuviera invitando. Usted le está extendiendo una invitación a lo que sea que siga al "yo soy", le está abriendo la puerta y le está dando permiso de estar en su vida.
Lo que sea que siga al "yo soy" finalmente lo alcanzará.
Las buenas noticias son que usted puede escoger lo que le siga al "yo soy". Cuando usted pasa el día diciendo: "Yo soy bendecido", las bendiciones vienen a buscarlo; "Soy talentoso", el talento viene a buscarlo; usted quizá no se sienta a la altura, pero cuando dice: "Soy saludable", la salud comienza a avanzar en su dirección; "Soy fuerte", la fuerza comienza a perseguirlo. Usted está invitando esas cosas a su vida. Por eso es que usted necesita tener cuidado con lo que dice después de "yo soy". Jamás diga: "Soy tan poco afortunado. Nunca recibo buenas oportunidades", usted está haciéndole una invitación a las decepciones. "Yo soy una persona en quiebra. Estoy muy endeudado", usted está extendiéndole una invitación a la dificultad, está invitando a la escasez.
Las buenas noticias son que usted puede escoger lo que le siga al "yo soy".
Usted necesita enviar algunas nuevas invitaciones. Levántese por la mañana e invite cosas buenas a su vida. "Yo soy bendecido. Yo soy fuerte. Yo soy talentoso. Yo soy sabio. Yo soy disciplinado. Yo estoy enfocado. Yo soy próspero". Cuando usted habla así, el Dios todopoderoso manda llamar al talento: "Ve y encuentra a esa persona". La salud, la fuerza, la abundancia y la disciplina comienzan a avanzar en su dirección.
Pero, ¿cuántos de nosotros, cuando nos levantamos en la mañana, nos vemos en el espejo y lo primero que decimos es: "Estoy tan viejo. Estoy tan arrugado. Estoy muy desgastado"? Usted está invitando a la ancianidad. Está invitando a la fatiga. Háganos a todos un favor: deje de estar invitando eso. Atrévase a decir: "Yo soy joven. Estoy lleno de energía. Soy vibrante. Estoy radiante. Soy fresco. Yo soy una obra formidable y maravillosa". Ese es uno de los mejores tratamientos antiedad que podría tomar, ¡y no le cuesta nada!
Usted es una obra maestra sorprendente y maravillosa
Algunas personas jamás han dicho: "Yo soy hermosa", o: "Yo soy bien parecido". Están más enfocados en sus defectos y en lo que no les gusta de sí mismos y en cómo les gustaría tener más acá y menos allá. Cuando usted dice: "Yo soy hermosa", o: "Yo soy bien parecido", la belleza viene a buscarlo. La juventud viene a buscarlo. La frescura viene a buscarlo. ¡Nadie más puede hacer esto por usted! Tiene que salir de su propia boca.
Señoras, no sigan diciéndole a su marido lo poco atractivas que ustedes son. Usted nunca debe criticarse, y especialmente no se critique frente a su marido. Usted es su presea. Para él usted es la mujer más hermosa en el mundo. ¿Por qué le quiere decir algo distinto? Lo último que él necesita escuchar es lo mal que usted piensa que se ve. No ponga esos pensamientos negativos en su mente. Desacreditarse a sí misma no le va a hacer ningún bien a él o a usted. Si le sigue diciendo lo mal que usted se ve, un día podría creerle.
Pero cuando usted dice: "Yo soy hermosa", no solo la belleza, la juventud y la frescura comienzan a ir hacia usted, sino que dentro de usted su espíritu cobra vida. Su autoimagen comienza a mejorar, y usted empezará a desenvolverse como si fuera alguien especial. Usted no se arrastrará a través del día sintiéndose menos o inferior. Usted tendrá esa viveza al caminar, esa actitud que dice: "¡Vas bien, amiga!". La belleza no se encuentra en lo delgado o alto que sea, o en cuan perfecto luzca. La belleza se encuentra en ser quien Dios lo creó con confianza. Si usted es talla 4, excelente. Si es talla 24, excelente. Tome lo que tenga y sáquele el mayor partido.
La belleza se encuentra en ser quien Dios lo creó con confianza.
Dios lo hizo como es a propósito. Él le dio su aspecto, su altura, el color de su piel, su nariz, su personalidad. Nada acerca de usted es por accidente. Usted no se traspapeló. Usted no se quedó fuera. Dios lo llama su obra maestra. En lugar de ir por la vida sintiéndose mal por ser quién es, poco atractivo, demasiado alto, muy bajo, no suficiente de esto o demasiado de eso, atrévase a levantarse en la mañana y decir: "Yo soy una obra maestra. He sido creado a la imagen del Dios todopoderoso".
David dijo en el Salmo 139: "¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien". Observe los "yo soy". Él estaba diciendo, no por orgullo, sino en alabanza a Dios: "Soy maravilloso. Soy asombroso. Soy una obra maestra". Eso va en contra de la naturaleza humana. La mayoría de nosotros piensa: No hay nada asombroso en mí. Nada maravilloso. Soy simplemente promedio. Solo soy ordinario. Pero el hecho es que no hay nada ordinario acerca de usted. Usted tiene una huella digital que nadie más tiene. Nunca va a haber otro usted. Incluso si usted tuviera un gemelo idéntico, alguien que luciera exactamente como usted, no tendría su misma personalidad, sus mismas metas o incluso sus mismas huellas dactilares. Usted es una obra original. Cuando Dios lo hizo tiró el molde. Pero mientras usted vaya por la vida pensando: Solo soy promedio: Únicamente soy una de las siete millardos de personas en la Tierra: No hay nada especial acerca de mí, el "yo soy" equivocado evitará que se levante más alto.
En lugar de estarnos criticando y desacreditando quiénes somos y de enfocarnos en todos nuestros defectos, me pregunto qué sucedería si durante todo el día—no frente a otras personas, sino en privado, en la ducha, conduciendo al trabajo o para usted mismo—fuéramos tan audaces como David y dijéramos: "Yo soy asombroso. Soy maravilloso. Soy valioso. Soy una obra maestra. ¡Soy un hijo del Dios altísimo!". Si usted habla así, lo fabuloso comienza a perseguirlo. Lo asombroso comienza a avanzar en su dirección. Usted no tendrá esa mentalidad débil, derrotada de: "Solo soy promedio". Usted se desenvolverá como un rey, como una reina. No en orgullo. No siendo mejor que alguien, sino con una confianza apacible, con el conocimiento de que usted ha sido seleccionado a mano por el Creador del universo y que usted tiene algo maravilloso que ofrecerle a este mundo.
Sea tan audaz como David y diga: "Soy asombroso. Soy maravilloso. Yo soy valioso. Soy una obra maestra. ¡Soy un hijo del Dios Altísimo!".
Dios hasta puede cambiar su nombre
Eso fue lo que le sucedió en la Escritura a una mujer llamada Sarai. Tuvo que cambiar su "yo soy". Dios le prometió a Sarai y a su marido, Abram, que tendrían un bebé. Pero Sarai tenía ochenta años, mucho más allá de los años para tener hijos. En esa época, si una esposa no podía concebir y darle a su marido un niño por alguna razón, aun y si era culpa del marido, la mujer era considerada un fracaso. Era menospreciada grandemente. Había un sentir de vergüenza en no ser capaz de concebir un bebé. Así es como se sentía Sarai. Ella tenía ochenta años y nunca había tenido un bebé. Ella sentía como si hubiera defraudado a Abram. Su autoestima estaba muy baja. Puedo imaginar algunos de sus "yo soy": "Soy un fracaso. Soy inferior. No soy suficientemente buena. Soy poco atractiva".
Sin embargo, Sarai tenía esta promesa de Dios que cuando fuera una mujer mayor tendría un bebé. Dios sabía que eso jamás iba a suceder a menos de que convenciera a Sarai de cambiar sus "yo soy". Era tan imperativo que ella tuviera esta nueva mentalidad que Dios de hecho le cambió el nombre de Sarai a Sara que significa "princesa".
Ahora cada vez que alguien decía: "Buenos días, Sara", estaba diciendo: "Buenos días, princesa".
"¿Cómo estás, Sara?". "¿Cómo estás, Princesa?".
"¿Me pasas la salsa, Sara?". "¿Me pasas la salsa, Princesa?".
Ella escuchó esto una y otra vez. Esas palabras penetraron en ella y comenzaron a cambiar su autoimagen. Sara pasó de "soy un fracaso" a "soy una princesa". De "soy poco atractiva" a "soy hermosa". De "estoy avergonzada" a "estoy coronada por el Dios todopoderoso". En lugar de colgar su cabeza en derrota, en vergüenza, comenzó a tener la cabeza muy en alto. De "no soy lo suficientemente buena" a "soy hija del Dios Altísimo". De "soy inferior" a "soy una obra formidable y maravillosa". Su nueva actitud se volvió: "Soy asombrosa. Soy maravillosa. Soy una obra maestra".
Y, señoras, así como fue cierto para Sara, ustedes quizá hayan tenido muchas cosas en la vida que han tratado de desanimarlas: malas oportunidades y decepciones, incluso quizá la gente las ha tratado de hacer sentir como si no dieran el ancho o como si no fueran suficientemente atractivas. Fácilmente podrían permitir que esa semilla entre en ustedes, arruinando su sentido de valor y provocando que vivan en una manera inferior. Pero Dios les está diciendo lo que le dijo a Sarai: "Yo quiero que te cambies el nombre a Princesa", no literalmente, sino en su actitud. Tiene que sacudirse las cosas negativas que la gente ha dicho acerca de usted. Sacúdase la baja autoestima y la inferioridad y comience a desenvolverse como una princesa. Empiece a hablar como una princesa. Comience a pensar como princesa. ¡Empiece a saludar como una princesa!
En lugar de susurrar: "Yo soy inferior. Soy menos", comience a declarar: "Soy única". He sido escogida a mano por el Dios todopoderoso. Yo soy valiosa. Soy una obra maestra". Cuando se levante por la mañana, no se enfoque en todos sus defectos. Mírese al espejo y atrévase a decir: "Soy hermosa. Soy joven. Soy vibrante. Tengo confianza. Soy segura". Quizá haya tenido algunas decepciones. La gente podría haber tratado de menospreciarla, pero deje de decirse a usted misma que está agotada. Hágalo como Sara y diga: "Yo soy realeza. Estoy coronada con favor. Estoy emocionada por mi futuro". Este espíritu de princesa entró en Sara. Cambió su autoimagen. He descubierto que tiene que cambiar por dentro antes de ver un cambio externo. A los noventa y un años, contra todo pronóstico, dio a luz un bebé. La promesa se cumplió.
Así que, ¿qué está saliendo de su boca?
Mi pregunta hoy es: ¿qué tipo de "yo soy" están saliendo de su boca? "Soy victorioso. Soy bendecido. Yo soy talentoso. Estoy ungido". Cuando tiene los "yo soy" correctos, usted está invitando la bondad de Dios. Probablemente, si solo cambiara el "yo soy" se elevaría a un nuevo nivel. La palabras tienen poder creativo. Pueden ser bastante útiles como la electricidad. Usada adecuadamente la electricidad enciende luces, aire acondicionado, todo tipo de cosas buenas.
Mi pregunta hoy es: ¿qué tipo de "yo soy" están saliendo de su boca?
Pero la electricidad usada de manera incorrecta puede ser sumamente peligrosa. Puede dañarlo, incluso matarlo. Es lo mismo con sus palabras. Proverbios 18:21 dice: "La lengua puede traer vida o muerte". Depende de usted que escoja qué sigue al "yo soy". Lo animo a que jamás diga cosas negativas acerca de usted mismo. La mayoría de nosotros nunca iríamos con otra persona, por lo menos en su cara, y la criticaríamos, no obstante no tenemos problemas para criticarnos a nosotros mismos. "Yo soy muy lento. Soy poco atractivo. Soy tan indisciplinado". Eso es maldecir su futuro. Hágase un favor y guárdese eso. Ya tenemos suficiente en la vida en nuestra contra. No esté en su contra.
Tenía un amigo con el que solía jugar baloncesto. Cuando fallaba un tiro importante exclamaba: "¡Soy un idiota! ¡Soy un idiota! ¡Soy un idiota!". Lo escuché mes tras mes. Él no se dio cuenta, pero "idiota" venía a buscarlo. Y odio decirlo, pero ¡creo que lo encontró!
Si usted va por la vida diciendo: "Soy tan tonto", quizá no sea el mejor español, pero "tontería" está viniendo hacia usted. "Soy tan poco atractivo. Soy tan común". Fealdad dice: "Escucho a alguien llamando mi nombre". Utilice sus palabras para bendecir su futuro, no para maldecir su futuro.
La Escritura dice: "Diga el débil, 'fuerte soy'", y no lo opuesto: "Estoy tan cansado. Estoy tan agotado". Eso está llamando y atrayendo las cosas equivocadas.
Diga el pobre: "Soy acaudalado" y no: "Estoy quebrado. Estoy tan endeudado".
Que el enfermo diga: "Soy saludable. Estoy mejorando. Me estoy poniendo cada vez mejor".
Usted es quien Dios dice que es
Romanos 4 dice que Dios "llama las cosas que no son, como si fuesen". Eso simplemente significa que usted no debería hablar acerca de cómo es ahora. Hable acerca de la manera en que quiere ser. Si está teniendo dificultades con sus finanzas, no vaya por allí diciendo: "Qué barbaridad, el negocio está tan lento. La economía está tan mal. Nunca va a funcionar". Eso es llamar las cosas que son como si siempre fueran a ser de esa manera. Eso es simplemente describir la situación. Por fe usted tiene que decir: "Estoy bendecido. Tengo éxito. Estoy rodeado del favor de Dios".
Le pregunté a un joven recientemente cómo le estaba yendo en la escuela media-superior. Me dijo: "Voy bien. Simplemente soy un estudiante que aprueba con las notas más bajas". Descubrí que cuando estaba en la escuela primaria, uno de sus maestros le dijo que era un estudiante que aprobaba con las notas más bajas, y él dejó que esa semilla echara raíces y floreciera. Le dije lo que le estoy diciendo. Mientras usted siga diciendo: "Soy un estudiante que apenas gana sus notas", no va a convertirse en un estudiante de notas excelentes. Usted está llamando a que vengan notas bajas, y esas notas bajas van a venir a encontrarlo dondequiera que usted vaya. Si no tiene cuidado, usted también incluso obtendrá una nota baja en limpieza del aula, una nota baja en almuerzo y una nota baja en educación física. Cambie el "yo soy". "Soy un estudiante de notas altas. Soy inteligente. Estoy lleno de sabiduría. Aprendo bien y rápido. Soy excelente".
¿Alguna vez ha permitido que lo que le dijo alguien—un entrenador, un maestro, uno de sus padres, un excónyuge—lo detenga? Ellos plantaron semillas negativas de lo que usted no puede hacer. "No eres suficientemente inteligente. No tienes mucho talento. No eres bastante disciplinado. No eres muy atractivo que digamos. Siempre obtienes las notas mínimas. Siempre serás un mediocre. Siempre batallarás con tu peso". ¡Deshágase de esas mentiras! Ese no es usted. Usted es quien dice Dios que es.
La gente quizá haya tratado de desanimarlo y de decirle quién no puede ser usted o en qué no puede convertirse. Que eso le entre por un oído y le salga por el otro. Lo que alguien más dijo acerca de usted no determina su destino: Dios sí. Usted necesita saber, no solo quién es usted, sino también quién no es. En otras palabras: "Yo no soy quien dice la gente que soy. Soy quien Dios dice que soy. No soy la cola; soy la cabeza. No soy un deudor; soy el que presta. No soy maldito; soy bendecido".
Lo que alguien más dijo acerca de usted no determina su destino: Dios sí.
Al igual que lo que sucedió en la vida de este hombre, alguien quizá le dijo palabras negativas a usted cuando era joven. Pero sepa esto: Antes de que nadie pudiera poner una maldición sobre usted, Dios puso una bendición en usted. Antes de que fuera formado en el vientre de su madre, Dios lo conoció y lo aprobó. Cuando Dios lo hizo, dio un paso atrás para observar y dijo: "Me gusta. Eso fue bueno. ¡Otra obra maestra!". Él selló su aprobación sobre usted. Otras personas quizá traten de rechazarlo. No vaya por la vida sintiéndose menor, sintiéndose inferior. Nuestra actitud debería ser: Soy aprobado por el Dios todopoderoso. Soy acepto. Soy una obra maestra. Cuando usted hable así, las semillas de grandeza que Dios ha puesto dentro comenzarán a brotar.
Cambie sus "yo soy"
Cuando sabe que Dios ya lo ha aprobado, usted se da cuenta: no necesito la aprobación de otras personas. ¡He sido equipado, facultado y ungido por el Creador del universo!
Usted tiene dones y talentos con los que no se ha conectado todavía. Hay un tesoro dentro de usted. A lo largo de la vida, los pensamientos negativos tratarán de mantenerlo abajo. El enemigo no quiere que usted alcance todo su potencial. Hay fuerzas que constantemente tratan de hacerlo sentir intimidado, inferior, poco calificado. Si usted va a cumplir su destino, va a tener que sacudirse las voces negativas. Sacúdase los pensamientos que le están diciendo: No soy capaz. No estoy calificado. No invite la debilidad. No le extienda invitación a la intimidación. Quizá se siente poco calificado, pero antes de que naciera Dios lo equipó. Lo facultó. No carece de nada. Dios ya ha puesto su sello de aprobación en usted. La gente quizá trate de menospreciarlo, pero cuando sabe que Dios ya lo ha aprobado, usted se da cuenta: no necesito la aprobación de otras personas. ¡He sido equipado, facultado y ungido por el Creador del universo!
Conozco a un hombre al que su consejero de la escuela media-superior le dijo que no era muy inteligente y que debería enfocarse en el trabajo que requiriera menos aptitudes que pudiera encontrar. Estoy seguro de que el consejero tenía buenas intenciones, pero no sabía cómo era este joven por dentro. No vio las semillas de grandeza que Dios había plantado en este joven. Cuando era estudiante de escuela media-superior el "yo soy" de este joven fue distorsionado. "No estoy a la altura. No soy inteligente. Soy bastante promedio". No se daba cuenta de que estaba invitando eso a su vida, y que con el tiempo llegó.
Después de la escuela media-superior, este hombre obtuvo un empleo en la fábrica local y se mantuvo en el nivel más bajo año tras año. Un día la fábrica cerró, así que cruzó la ciudad y solicitó trabajar en otra fábrica. Esta empresa tenía la política de que los solicitantes tenían que tomar primero una prueba de coeficiente intelectual. Realizó la prueba y obtuvo el puntaje más alto en los sesenta y tres años de historia de la compañía. Su puntuación de coeficiente intelectual fue evaluada a nivel de genio. Siguió adelante para comenzar su propio negocio, e inventó y patentó dos productos sumamente exitosos. Hoy, es una persona extremadamente bendecida.
¿Qué sucedió? Cambió su "yo soy".
¿Podría ser que lo que alguien le dijo está evitando que obtenga lo mejor de Dios? ¿Pudiera ser que el "yo soy" equivocado estuviera evitando que se levantara más alto y alcanzara su máximo potencial? Haga lo que hizo este hombre. Cambie su "yo soy". No permita que lo que alguien le dijo determine su destino. Concuerde con Dios. Conozca quién es usted y quién no es usted. "Nada me falta. No soy promedio. No soy inferior. Estoy equipado. Estoy facultado. Estoy ungido. Yo soy sabio. Soy una obra maestra".
Sea un Josué, sea un Caleb
En Números 13, Moisés envió doce hombres para espiar la Tierra Prometida. Después de cuarenta días, diez de ellos volvieron y dijeron: "Moisés, no tenemos oportunidad. Las ciudades están fortificadas y muy grandes y la gente es inmensa. Comparados con ellos nos sentimos como si fuéramos saltamontes". Observe sus "yo soy". "Soy débil. Soy inferior. Estoy intimidado. Estoy asustado". ¿Qué sucedió? El temor, la intimidación y la inferioridad vinieron a llamar a su puerta.
Los otros dos espías, Josué y Caleb, regresaron con un informe distinto. Dijeron: "Moisés, es verdad, la gente es de gran estatura, pero sabemos que nuestro Dios es mucho mayor. Sí podemos. Vamos y tomemos la tierra de una vez". Sus "yo soy" eran exactamente lo opuesto. "Yo soy fuerte. Estoy equipado. Tengo confianza. Soy más que vencedor".
Lo interesante es que el informe negativo de los diez espías cundió como fuego en pasto seco a lo largo del resto del campamento. En poco tiempo unas dos millones de personas estaban intimidadas y asustadas. Nadie le prestó atención siquiera al informe de fe de Josué y Caleb. Esto es lo que he aprendido: Un informe negativo siempre se propaga más rápido que un informe positivo. Cuando la gente esté murmurando, quejándose y declarando derrota, esté en guardia. Asegúrese de no permitir que el "yo soy" equivocado se arraigue.
El pueblo de Israel estaba tan afligido por el informe negativo que se quejaron en contra de Moisés y Aarón: "¿Por qué siquiera nos trajeron aquí? Vamos a morir en el desierto. Nuestros hijos, nuestras esposas, van a ser tomados por botín".
Dios respondió algo bastante poderoso y muy aleccionador. Dijo en Números 14: "Haré con ustedes precisamente lo que les oí decir. ¡Todos caerán muertos en este desierto!". Dios nos está diciendo lo mismo a nosotros.
"Haré con ustedes precisamente lo que les oí decir". Jamás diga: "Soy débil. Estoy intimidado. Soy inferior". Amigo, el "yo soy" equivocado puede evitar que llegue a su destino.
¿Recuerda en la Escritura haber leído acerca de un hombre llamado Setur, de un hombre llamado Gadi o de un hombre llamado Safat? Estoy bastante seguro de que jamás ha escuchado acerca de ellos. ¿Sabe por qué? Estaban en la lista de los diez espías que trajeron el informe negativo. Tampoco lograron entrar a la Tierra Prometida. El hecho es que habían sido llamados a ser los forjadores de la historia, al igual que Josué y Caleb. Tenían semillas de grandeza dentro de ellos, pero el "yo soy" equivocado evitó que dejaran su marca.
No permita que ese sea su destino. Quizá esté enfrentando algunos obstáculos importantes. Mi desafío es que usted sea como un Josué. Sea un Caleb. "Yo soy fuerte. Tengo confianza. Estoy equipado. Soy más que vencedor. Soy bastante capaz". Asegúrese de que el "yo soy" correcto salga de su boca.
Josué y Caleb fueron los únicos dos de toda la compañía en el desierto que pudieron entrar a la Tierra Prometida.
Hable esos "yo soy" sobre su vida
Permítame darle algunos "yo soy" que decir sobre su vida. Lea estas declaraciones todos los días. Haga que caigan en su espíritu. Medite en ellos. Posiblemente no sean todos verdad en este momento, pero a medida que siga hablándolos, se volverán una realidad.
"Yo soy bendecido. Soy próspero. Tengo éxito".
"Yo soy victorioso. Soy talentoso. Soy creativo".
"Yo soy sabio. Soy saludable. Estoy en forma".
"Yo soy una persona llena de energía. Estoy feliz. Soy positivo".
"Yo soy apasionado. Soy fuerte. Tengo confianza".
"Yo soy seguro. Soy bien parecido (Soy hermosa). Soy atractivo".
Genre:
- On Sale
- Oct 6, 2015
- Page Count
- 288 pages
- Publisher
- FaithWords
- ISBN-13
- 9781455538089
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