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Una historia de Dios y de todos nosotros edición juvenil
Una novela basada en la épica miniserie televisiva La Biblia
Contributors
By Roma Downey
By Mark Burnett
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NOTA A LOS PADRES
En la primavera de 2011 comenzamos a trabajar en una miniserie de diez horas para televisión: La Biblia. Comenzaba con el libro de Génesis y terminaba con el libro de Apocalipsis. Como puede imaginar, inmediatamente nos enfrentamos a un inmenso desafío creativo: ¿cómo relatamos esta historia? Más concretamente: ¿cómo transformamos una narrativa sagrada que se extiende a lo largo de un periodo de miles de años y presenta cientos de historias individuales en solo diez horas de televisión?
Teníamos una de dos opciones: elegir docenas de breves resúmenes y relatar muchas historias breves; o escoger menos personajes e historias pero establecer una conexión emocional mucho más profunda.
Claramente, teníamos que seguir la segunda opción.
Por tanto, comenzamos los guiones de televisión, escritos por un equipo de escritores bajo la dirección de muchos teólogos, consejeros y expertos en la Biblia. Su experiencia combinada produjo gráficas imágenes espirituales e históricas. Para nuestro gran gozo, cuando mostramos a otras personas los guiones para recibir comentarios técnicos y creativos, los mensajes que oímos una y otra vez fueron: "Nunca he sido capaz de imaginar estas historias de la Biblia tan claramente en mi mente"; "Voy a volver a leer la Biblia"; y "Realmente deberían ustedes publicar estos guiones".
Inicialmente éramos reacios, pero entonces comenzamos a examinarlo detenidamente. Nos encontramos con hechos sorprendentes, como: la mitad de los estadounidenses no pueden enumerar los cinco primeros libros de la Biblia, el 12 por ciento de los cristianos estadounidenses creen que la esposa de Noé fue Juana de Arco, y muchos creen que Sodoma y Gomorra eran una pareja que estaba casada. Si nuestros guiones habían proporcionado un impulso para que personas quieran releer la Biblia y les habían dado una imagen más clara de esas historias, entonces quizá al dar forma de novela a los guiones podríamos alentar incluso a más personas a agarrar la Biblia.
Por tanto, comenzamos la novela Una historia de Dios y de todos nosotros. Nos sentimos muy inadecuados para enseñar la Biblia, y ciertamente no somos teólogos. Somos narradores de historias en televisión. Será fácil para las personas centrarse en que tenemos "historias comprimidas" o encontrar "imprecisiones teológicas". Pero en este punto debemos ser claros: no estamos volviendo a relatar la historia de la Biblia; ya ha sido relatada de la manera más rica y completa posible, desde la boca de Dios y por medio de sus profetas escogidos, estudiantes y apóstoles. En cambio, estamos escenificando algunas de esas hermosas historias desde nuestros guiones.
Tenemos una inmensa deuda de gratitud con todo el pequeño ejército de guionistas, nuestro increíble equipo de producción y todos nuestros consejeros y expertos en la Biblia. También queremos darle las gracias a usted por tener esta novela en sus manos. Nuestra miniserie de televisión la verán millones de personas en todo el mundo, y es nuestra esperanza que la serie juntamente con este libro inspire a muchos millones más a leer y releer la historia más grande jamás contada: la Biblia.
Roma Downey y Mark Burnett
California, 2013
PREFACIO
¿Alguna vez te has preguntado por qué las poderosas e inspiradoras historias de la Biblia permanecen en nuestro corazón mucho después de aprenderlas por primera vez? Quizá sea porque siguen conectando con nosotros. Nos reconocemos en las historias, vemos nuestras propias vidas retratadas en las situaciones. Nos identificamos con las luchas y las victorias, las penas y las alegrías. Las vemos como algo relevante para nosotros.
Y lo son. Son nuestras historias.
En cualquier cosa que podamos experimentar en nuestra vida hoy, podemos confiar en que las historias de la Biblia nos ayudarán a arrojar luz sobre las respuestas que necesitamos. Creo que este es uno de los regalos más importantes de Dios para nosotros.
Ha sido un privilegio para mí ayudar a contar las historias de estos grandes personajes bíblicos. La mayoría quizá ya estemos familiarizados con muchos de estos personajes por nuestras iglesias, lecturas y enseñanzas. Pero cuando experimentamos estas antiguas historias familiares relatadas de maneras nuevas, cobran vida en nosotros y permanecen vivas y frescas en nuestra mente y nuestro corazón.
La historia de Jesús es una historia de Amor, porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su único hijo. Las luchas y sacrificios que soportaron Noé, Abraham, Moisés, David y María hace miles de años son todas ellas historias de nuestra experiencia compartida del amor de Dios. Nos vemos reflejados en estas personas. A través de Una historia de Dios y de todos nosotros verás que estas personas vivieron con los mismos temores, esperanzas, amores y gozos que tenemos todos nosotros.
Ellos son como nosotros. Es, a fin de cuentas, una historia que todos compartimos.
Mi sueño es que el valor y el amor que estas personas inspiraron en mí vuelvan a brillar en la historia una vez más y te inspiren a ti también.
Amor y luz,
Roma
PRIMERA PARTE
UN HOMBRE LLAMADO ABRAHAM
Hace miles de años, en la ciudad de Ur, la actual Iraq, vive un hombre llamado Abram, un descendiente directo de Noé. Abram es un hombre sano de setenta y cinco años, con espaldas anchas y una barba larga y negra. Su esposa Sarai es conocida en todo lugar por su gran belleza. La única tristeza de lo que sería una vida encantadora es que Sarai no ha podido tener hijos. Nadie podría detectar este dolor por la conducta de Abram. Él siempre está dispuesto a ofrecer una sonrisa, y siempre tiene en sus labios la frase: "La paz sea contigo".
Un día, en el templo, oye una voz que no había oído antes. Le habla solo a Abram; nadie más puede oírla.
"Abram". Es la voz de Dios. "Sal de tu país, de tu familia y de la casa de tu padre, y ve a una tierra que yo te mostraré".
Abram alza su vista al cielo, con su boca abierta de estupor.
"Haré de ti una gran nación, y te bendeciré. Daré a conocer tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga maldeciré. Y todos los pueblos de la tierra serán benditos a través de ti".
Otro hombre se hubiera quedado estupefacto. O quizás asustado. Pero Abram oye el llamado, que es la razón por la que Dios le escogió para la tarea que tenía en mente.
"Sí", le dice suavemente Abram a Dios, con una voz que destila pasión. "Sí".
Abram sale del templo corriendo para ir a casa. Encuentra a su esposa en la parte posterior de la casa y la toma entre sus brazos. "Sarai, hoy Dios me ha hablado".
"¿Qué Dios?"
"El único Dios".
Sarai se retira un poco, confundida. Su mundo tiene muchos dioses e ídolos distintos, cada uno diseñado para suplir una necesidad específica.
"Te digo la verdad", promete Abram. "Me ha escogido a mí. Nos ha escogido a nosotros".
"¿Para qué? No lo entiendo".
"Quiere que salgamos de aquí".
"¿Salir? Pero toda nuestra vida está aquí".
"Sí, Sarai. Salir. Vamos a dejar este lugar para ir a una tierra nueva. Y tendremos hijos en esa nueva tierra. De eso estoy seguro. Dios lo ha prometido".
Aunque le está pidiendo que haga algo extraordinario, algo inimaginable, ella sabe que debe confiar en él.
Sarai aprieta la mano de Abram y sonríe. "Llévanos allí".
Abram sale con Sarai, su sobrino Lot y su esposa, y un pequeño grupo de amigos y siervos. Viajan hacia el noroeste, siguiendo los antiguos caminos de lo que llamamos ahora el Creciente Fértil, confiando en que Dios les guiará a la tierra que ha prometido a Abram. Su viaje les lleva a través de una ciudad conocida como Harán y finalmente a una tierra abundante de agua y palmeras que ofrecen un verde oasis en lo que de otra forma sería un desierto. Pero la tierra no es suficiente para todo el grupo de Abram y sus animales. Para empeorar más las cosas, la esposa de Lot siembra semillas de disensión, una mujer celosa y de no muy buen corazón que desafía la autoridad de Abram por haberle obligado a mudarse. Pronto se convierte en un callejón sin salida, con Abram y sus seguidores en un lado, y los seguidores de su amado sobrino Lot en el otro. Finalmente, después de muchos conflictos, Lot le dice a su tío, a quien quiere como a un padre, que él y su tribu deben dejar el grupo para encontrar pastos más verdes, en la desdichada y pecaminosa ciudad de Sodoma. Es un momento de tristeza.
Pasan catorce años.
Abram tiene ahora noventa y nueve años. Sarai tiene noventa. Ahora viven en un oasis cerca de un lugar llamado Mamre, entre palmeras, cedros e higueras y agua transparente, habitando aún en las tiendas que han llamado hogar durante tantos años. No es el paraíso, ni la tierra que Abram se imaginaba cuando él y sus seguidores, a los que algunos llaman "hebreos", salieron a buscar hacía tantos años. Una calurosa tarde, cuando Abram se sienta delante de su tienda, el Señor se le aparece. "Soy el Dios Todopoderoso", le dice a Abram, que cae postrado con el rostro en tierra.
"Confirmaré mi pacto entre tú y yo", continúa Dios.
"Y aumentaré grandemente tu número".
Dios ordena que Abram cambie su nombre a "Abraham", que significa "padre de muchas naciones". Desde ahora en adelante, Sarai se llamará "Sara", que significa "princesa". Y entonces Dios hace una exorbitante promesa a Abram: Sara dará a luz un hijo. "Será la madre de muchas naciones. Reyes de pueblos saldrán de ella".
Abraham se ríe al pensarlo. No cree que Sara pueda dar a luz. Pero Dios insiste, y dice que una larga lista de reyes terrenales saldrán de su linaje.
Las palabras toman asiento en el corazón de Abraham, llenándole con un gozo que nunca antes había experimentado. No puede esperar a contárselo a Sara. Abraham acude a Dios para darle gracias. Pero Dios ya se ha ido.
Un día no mucho después, Abraham ve a tres hombres poderosos y misteriosos en la distancia caminando hacia su campamento. Sus túnicas están hechas de un material muy fino. En dos de los hombres puede ver la silueta de armas debajo de sus túnicas; sin embargo, no parecen amenazadores. Más bien, tienen la calladamente intensa presencia de hombres santos. Abraham siente una conexión instantánea con ellos, y como es su costumbre, le encanta tomar el papel de buen anfitrión. Sin embargo, estos hombres son un tanto distintos, y les trata con más respeto.
Los instintos de Abraham son acertados. Dos de los hombres son ángeles. El tercero es Dios en forma de carne. Abraham ha oído la voz de Dios pero no le reconoce.
"Bienvenidos", dice Abraham. "Sean muy bienvenidos. Por favor, siéntense". Les señala un lugar donde pueden descansar a la sombra.
"¿Tienen hambre?", pregunta. Sin esperar la respuesta, Abraham ordena a sus siervos que traigan comida.
"¿Vienen desde muy lejos?", continúa Abraham.
"Sí, hemos hecho un largo camino", responde uno de los ángeles. Se hace un largo silencio.
"¿Dónde está tu esposa?", pregunta el otro ángel.
Abraham señala a su tienda. "Allí dentro".
Dentro de las paredes de tela de su tienda, Sara oye voces extrañas, pero está cansada y no tiene ganas de entretener viajeros.
El Señor entonces habla y hace una predicción audaz: "Regresaré a ti por este tiempo el año entrante, y Sara tu esposa tendrá un hijo".
Sara se ríe para sí al oír eso. Seguro que este hombre, sea quien sea, no sabe que la esposa de Abraham es muy avanzada de edad y estéril.
"¿Por qué te reíste?", le pregunta el Señor.
Sara casi se muere del susto. Mira a su alrededor para ver quién le está hablando, pero no hay nadie en la tienda. No me reí, piensa para sí.
"Lo hiciste", le dice el Señor. Su voz es tierna. De nuevo, Sara se gira rápidamente para ver quién está haciéndole este truco. Pero está sola.
Dios continúa: "Para que nunca olvides que dudaste de mí cuando tengas un hijo, le pondrás por nombre Isaac, que significa 'risa'".
Sara siente el poder de Dios y se llena de esperanza. Las lágrimas recorren su rostro. Se pone de rodillas y le da gracias a Dios.
Llega el tiempo de que se vayan los tres extranjeros. Abraham les ha tratado con una amabilidad y respeto extremos. Les ha llevado agua para lavar el polvo de sus pies. Ha cocinado un cordero engordado y les ha alimentado con una suntuosa comida a base de cuajada, leche y finas tortas de pan. Estos extranjeros poderosos y misteriosos eran especiales, y Abraham se ha gozado en el honor de su presencia. Alude a sí mismo como su siervo, e incluso se quedó de pie junto a uno de ellos mientras cenaban esperando que le llamara. Los hombres han mantenido su aire de misterio, diciendo poco más después de su audaz predicción, mientras disfrutaban de la comida y el frescor de la sombra. A medida que se esconde el sol de la tarde comienzan a marcharse.
"¿Dónde van?", les pregunta con cautela Abraham, aún sin saber bien a quién estaba hospedando.
Uno de los ángeles mira a Dios pidiendo permiso para responder.
Dios asiente.
"Vamos a decidir el destino de Sodoma", responde solemnemente el ángel, volviendo a cubrirse la cabeza con su capucha. El otro ángel hace lo mismo, y se van, dejando a Dios a solas con Abraham, que se queda muy preocupado porque Lot vive en Sodoma.
Dios habla con Abraham en la cima de una montaña, donde pueden mirar y ver Sodoma a lo lejos.
"¿Acaso te encubriré lo que voy a hacer?", piensa el Señor en voz audible. "Te convertirás en una nación grande y poderosa, y todas las naciones de la tierra serán benditas a través de ti. Porque te he escogido para que dirijas a tus hijos y tu casa después de ti para guardar el camino del Señor haciendo lo correcto y lo justo, para que lleve a término lo que he prometido".
Abraham está pasmado de asombro al darse cuenta de que está en la presencia de Dios. No puede ser nadie más. Así es como Dios le había hablado tantas veces, con honestidad, y como un amigo y siervo de confianza. Y Abraham está igual de pasmado al darse cuenta de que la destrucción de Sodoma significa la muerte de Lot. A pesar de sus diferencias, Abraham quiere a Lot como a un hijo, y teme por su seguridad.
Abraham saca valor y habla al Señor. "¿Destruirás al justo con el malvado?".
"Si encuentro diez personas justas en la ciudad de Sodoma, perdonaré a toda la ciudad por ellos", responde Dios.
Pero no había diez personas justas en toda Sodoma. De hecho, hay solo uno, y solo él y su familia se salvarán.
Enseguida, sobre una colina desde donde se divisa la ciudad, un aterrado Abraham es testigo de las llamas que salen de los edificios de la ciudad cuando ésta comienza a arder. Bolas de fuego continúan cayendo desde el cielo, junto a relámpagos y el perturbador sonido de los truenos.
Detrás de él, invisible, está Dios.
Pasa el tiempo. Abraham espera con nerviosismo hasta que oye el sonido de un recién nacido respirando sus primeros golpes de aire. Retira la puerta de tela de la tienda. Una Sara resplandeciente sostiene al bebé contra su pecho. Abraham se inclina hacia ella. Sin decir una palabra, ella le entrega el niño. Las lágrimas corren por los rabillos de sus ojos mientras sostiene al bebé.
"Un niño", susurra Sara. Ella está radiante.
"Tal como Dios prometió", se maravilla Abraham.
"Tal como Dios prometió. Solo el Todopoderoso puede hacer lo imposible".
Abraham sostiene al niño en el aire. "Se llamará Isaac". Él y Sara irrumpen en una risa gozosa.
Pasan otros diez años.
Isaac sale de la tienda de su familia, con su entrada decorada de borlas y paredes de telas. Bosteza y se estira al pasar por el corral de las cabras con dirección hacia el fuego de cocinar, donde Sara muele grano para hacer harina para el pan de la mañana.
Abraham lleva horas despierto. Su edad ciertamente está comenzando a manifestarse, y aunque durmió toda la noche, está muy cansado. Desgastado. Abraham ve como su vida se le escapa. No se siente el líder que Dios quería que fuera. No se siente digno de Dios, de la Tierra Prometida o de la promesa de que sus descendientes serán tan numerosos como las estrellas. A medida que envejece con el paso de los días, Abraham se pregunta por su propósito.
El viento se levanta y sopla el grano echándole al fuego. El viento aumenta. Abraham mira a su alrededor, y observa que está solo. Todos en el campamento, incluidos Sara e Isaac, han desaparecido.
Hacía mucho tiempo que Dios no hablaba a Abraham, pero él sigue reconociendo bien su voz. "¿Un sacrificio?", le susurra a Dios.
Es algo común para Abraham ofrecer sacrificios a Dios. En su ritual, se ofrecía un animal como señal de agradecimiento.
Dios sigue diciéndole los detalles.
Al principio Abraham no comprende lo que está oyendo. Después, al darse cuenta de lo que Dios le dice, se queda horrorizado. "No", susurra, "Por favor, no. ¿Acaso no he demostrado tener la fe suficiente? Querido Dios, haré cualquier sacrificio que me pidas. Cualquier cosa…". En estos momentos apenas si puede hablar, "…cualquier cosa menos Isaac".
Es la voluntad de Dios. Con pesadez en el corazón, Abraham busca en su tienda su mejor cuchillo. Él y su pueblo están acampados al pie de un gran monte desértico, el monte Moriá. Al amanecer y según se alza el sol en el cielo, Abraham va en busca de Isaac, con su cuchillo bien asegurado en la funda de su cinturón.
Le encuentra comiendo pan con Sara. "Come más", ella le anima al niño. "¿Cómo vas a crecer si no comes?". Pero ella deja de hablar al ver que Abraham se acerca.
"Dios quiere un sacrificio", dice Abraham, ofreciéndole su mano a Isaac.
"Ven conmigo", le dice.
"Claro", responde Isaac, y luego se apresura a ir en busca de su bolsa para el largo y arduo viaje hasta la cima del monte Moriá.
Genre:
- On Sale
- Feb 26, 2013
- Page Count
- 224 pages
- Publisher
- Little, Brown Books for Young Readers
- ISBN-13
- 9780316227902
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