Promotion
Free shipping on $45+ Shop Now!
Hágalo con miedo
Ármese de valor frente al temor
Contributors
By Joyce Meyer
Formats and Prices
Price
$9.99Price
$12.99 CADFormat
Format:
- ebook (Spanish) $9.99 $12.99 CAD
- ebook $13.99 $17.99 CAD
- Hardcover (Large Print) $40.00 $50.00 CAD
- Hardcover $26.00 $33.00 CAD
- Audiobook Download (Unabridged)
- Trade Paperback $16.99 $22.99 CAD
- Trade Paperback $16.99
- Trade Paperback $13.99 $18.99 CAD
- Trade Paperback (Spanish) $14.99 $19.99 CAD
- Audiobook CD (Unabridged) $35.00 $44.00 CAD
This item is a preorder. Your payment method will be charged immediately, and the product is expected to ship on or around September 1, 2020. This date is subject to change due to shipping delays beyond our control.
Also available from:
- Understand fear and recognize how it works in your life.
- Confront those fears that are holding you back.
- Change your mindset for lasting freedom from some of the most common fears people face.
Excerpt
INTRODUCCIÓN
El miedo está por todas partes, y nos afecta a todos. Lleva por aquí desde el comienzo de los tiempos, y estará aquí mientras exista la tierra. El miedo controla a muchas personas, pero no tiene por qué ser así. Se dice que el miedo es una falsa evidencia que parece real, y esa es una definición precisa porque el miedo tiene su raíz en las mentiras que nos dice el diablo. Cuando las creemos, el miedo echa raíces en nuestros corazones y nuestras mentes.
Aunque el miedo nunca desaparecerá por completo de nuestra vida, podemos confrontarlo y vencerlo. Valentía no es la ausencia de miedo, sino avanzar en presencia del miedo. Las personas valientes hacen lo que creen en su corazón que deben hacer, a pesar de lo que sientan o qué tipo de dudas y pensamientos de temor llenen su mente.
Si dedicáramos tiempo a observar la cantidad de veces que nuestras reacciones a personas y circunstancias están arraigadas en el miedo, nos sorprenderíamos. También aprenderíamos mucho sobre nosotros mismos. Las personas pueden pasar toda su vida, y a menudo lo hacen, reaccionando a situaciones de formas que les impiden ser las personas que verdaderamente quieren ser, sin darse cuenta nunca de que sus vidas están vacías porque han permitido que el miedo dicte sus decisiones.
Si usted está en una habitación disfrutando de una conversación con unos amigos y de repente alguien se une al grupo, y de inmediato usted se siente intimidado, el culpable es el miedo. Ese temor puede que sea irracional, porque quizá ni siquiera conoce a esa persona, y no habría razón para que provoque miedo en usted. Cuando algo así sucede, su reacción de temor puede que esté relacionada con un tipo específico de personalidad que le hace recordar a alguien que le hizo daño en alguna etapa de su vida. O quizá la persona que le intimida luce mejor o tiene mejor educación académica que usted, y eso le hace sentirse inseguro. O puede que no haya ninguna razón en absoluto para que sienta miedo, salvo que el diablo quiere atormentarle. Podría sentirse intimidado por numerosas razones, ninguna de las cuales está relacionada en modo alguno con la otra persona.
En tal circunstancia, el curso de acción más sabio es preguntar a Dios por qué reaccionó usted como lo hizo, y entonces estar atento y esperar que Dios hable a su corazón. La respuesta quizá llegue de forma inmediata, o quizá tarde un tiempo, pero si intenta entenderse a usted mismo encontrará la verdad, y la verdad le hará libre (Juan 8:32).
Permítame instarle a no dejar que el miedo le domine y simplemente tener que aguantarlo. Tampoco debería pasar su vida culpando a otros de su angustia. Asuma la responsabilidad por sus problemas y abra su corazón a Dios, y Él le ayudará a encontrar luz en la oscuridad (situaciones que usted no entiende). Si puede entender el miedo y cómo opera, puede ser libre de él.
La primera parte de este libro le ayudará a entender el miedo y a reconocer cómo obra en su vida. La segunda parte le ayudará a confrontar el miedo. En la tercera parte, aprenderá acerca de mentalidades que le posicionarán para ser libre de algunos de los temores más comunes que enfrenta la gente. Es mi oración que, al leer y estudiar este libro, usted experimente libertad del temor, que es algo que Jesús murió para darle.
Aunque el miedo es entendible bajo ciertas circunstancias como terremotos, huracanes, incendios, virus y otras situaciones, tener miedo no cambia las experiencias que usa el enemigo para hacernos temerosos. El miedo nunca hará que las circunstancias mejoren, sino que nos robará nuestra fortaleza para lidiar con ellas y nuestra capacidad para pensar con claridad en medio de ellas. El apóstol Juan escribió: “el temor lleva en sí castigo” (1 Juan 4:18, RVR1960), e incluso cuando sentir miedo es entendible, lo único que hace es atormentarnos.
El miedo es el instrumento favorito que el diablo toma de la caja de herramientas de esquemas y utiliza para robar, matar y destruir el buen plan de Dios para nosotros (Juan 10:10). Él lo usa para impedir nuestro progreso en cada área de nuestra vida. Lo usa para contenernos, para hacernos huir de las cosas que deberíamos confrontar, y simplemente para producirnos sufrimiento emocional. Las personas permiten que el miedo las controle en diversos grados, pero podemos decidir no dejar que nos controle lo más mínimo en ningún área porque “Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez, sino de poder, amor y autodisciplina” (2 Timoteo 1:7, NTV).
PARTE 1
Entienda el miedo
Básicamente hay dos caminos por los que podemos caminar: fe o temor. Es imposible confiar en Dios y no confiar en Dios simultáneamente.
Charles Stanley
CAPÍTULO 1
Es tiempo de tomar una decisión
Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes.
Deuteronomio 30:19
Dios tiene un buen plan para nuestra vida, pero el diablo también tiene un plan, y no es bueno. El apóstol Juan explicó esto de modo sencillo diciendo: “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10). El plan de Dios se recibe poniendo nuestra fe en lo que Él nos ha dicho en su Palabra, y el plan del diablo se recibe creyendo sus mentiras. El diablo es un mentiroso; es el padre de mentiras y la verdad no está en él (Juan 8:44).
Dios nos ha dado libre albedrío, lo que significa que podemos hacer lo que queramos hacer. Tenemos opciones, y cada decisión que tomamos produce un resultado. Dios dijo en Deuteronomio 30:19 que Él nos da dos opciones: vida o muerte, bendición o maldición. Después incluso nos dijo cuál escoger. Dijo que escojamos la vida, “para que vivan tú y tus descendientes”. Aunque Él nos dijo cuál escoger, aun así requiere que tomemos la decisión. El buen plan de Dios para nuestra vida no sucederá de manera automática y tampoco sucederá el maligno plan del diablo. Debemos escoger el uno o el otro.
Quizá usted piense: Seguro que nadie escogería intencionalmente el plan malvado del diablo para su vida. Pero las personas escogen su plan por falta de conocimiento de él y de sus malos caminos. El profeta Oseas dijo que el pueblo de Dios perece por falta de conocimiento (Oseas 4:6). Mi propósito al escribir este libro es ayudarle a obtener conocimiento sobre el miedo, cómo obra el miedo en su vida, y cómo ser libre de él para que no resulte engañado.
Tomamos una gran decisión cuando decidimos recibir a Jesús como Salvador y Señor; después pasamos nuestra vida tomando decisiones diariamente que se alinean con la Palabra de Dios. Cuando estamos en una situación tensa en el trabajo, podemos decidir decir la verdad en lugar de mentir. Cuando un dependiente no nos cobra lo suficiente por alguna compra, depende de nosotros hacer lo correcto y hacerle saber que nos ha cobrado de menos en lugar de callarnos y considerarnos afortunados.
Si le pidiera que adivine quién le tienta a usted a mentir o a quedarse callado en una situación laboral, estoy segura de que usted sabría la respuesta. Del mismo modo, si le preguntara quién le sugirió que dijera la verdad y mostrara que no le cobraron bien, estoy segura de que usted también sabría la respuesta correcta a eso. Pero en ambos casos usted tendría que escoger qué hacer. Si toma las decisiones correctas según la voluntad de Dios, experimenta bendición; pero si decide hacer lo que sabe que está mal, enfrentará unas consecuencias que no le gustarán ni disfrutará.
Hacer las cosas buenas
El apóstol Pablo escribió:
Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.
Efesios 2:10, NTV
Puede que leamos estos versículos y pensemos: Todos escogerán hacer cosas buenas, pero tristemente son más quienes no las escogen que quienes sí lo hacen. ¿Por qué? Porque el diablo les miente y les hace pensar que pueden tomar malas decisiones y seguir teniendo buenos resultados. Los convence de que ellos serán los afortunados que no experimentarán problemas a causa de sus malas decisiones.
La Biblia dice que nuestro pecado siempre nos encuentra y que el resultado del pecado es la muerte (Números 32:23; Romanos 6:23). Esta “muerte” no siempre es el cese de la vida. La mayoría de las veces es la pérdida de la paz, el gozo, y una vida que vale la pena vivir. Siempre nos podemos arrepentir de nuestro pecado, recibir el perdón completo de Dios y pasar a vivir la vida haciendo cosas buenas, pero hay veces en las que puede que aun así tengamos que sufrir las consecuencias de nuestras malas acciones. Quizá una persona comete un asesinato y Dios le perdona si se arrepiente de verdad. Su familia e incluso la familia de la persona que mató puede que le perdonen, pero aun así tendrá que ir a la cárcel. Es importante que entendamos que nuestras acciones tienen consecuencias.
Notemos también que Efesios 2:10 nos dice que Dios prepara una buena vida para nosotros, pero debemos caminar en ella. Tenemos que escoger los caminos de Dios. Él siempre nos atrae a su voluntad, y su gracia está siempre presente para capacitarnos a fin de que podamos hacer lo correcto, pero de nuevo quiero ser clara en cuanto a que Dios no nos forzará a hacer lo correcto. Somos colaboradores de Dios en nuestra vida. Nosotros no podemos hacer su parte, y Él no hará la nuestra. Él pone delante de nosotros la vida y la muerte, el bien y el mal. La decisión es nuestra.
Sea que caminemos en fe o en temor es una decisión que debemos tomar muchas veces a lo largo de nuestra vida. No creo que sería una exageración decir que puede que tengamos que tomar esa decisión diariamente.
Mi padre fue un hombre abusador que controlaba a su familia mediante el miedo. Era en verdad el diablo quien actuaba a través de él, pero él tomaba decisiones sobre cómo viviría, y tuvo que sufrir las consecuencias de esas decisiones en su vida. Aunque se arrepintió y recibió a Jesús a los ochenta y tres años de edad, vivió una vida miserable durante ochenta y tres años y murió cuando tenía ochenta y seis. Estoy contenta de saber que está en el cielo, pero lo que hizo tuvo un impacto duradero sobre muchas personas. Es bueno que recordemos que nuestras decisiones afectan a las personas que nos rodean, así como a nuestra propia vida.
Mi madre vivía gobernada por el miedo, y debido a su negativa a confrontar su temor, tanto mi hermano como yo sufrimos. Mi padre abusaba sexualmente de mí y mi madre sabía lo que él estaba haciendo, pero el miedo era tan fuerte en su vida que ignoró la verdad y finalmente tuvo problemas mentales como consecuencia de la culpa que tenía profundamente arraigada y la vergüenza que sentía.
Ya cuando tenía setenta y algo de años, mi madre se disculpó conmigo por lo que permitió que mi padre me hiciera. Me explicó que sencillamente no podía lidiar con el escándalo, y tenía miedo de no poder cuidar de mi hermano y de mí por sí sola. Como puede ver, sus decisiones estaban basadas en el miedo y todos nosotros sufrimos por ello, incluida ella misma.
Si usted está permitiendo que el temor dirija sus decisiones, se está perdiendo la buena vida que Dios ha planeado para usted, y hay muchas probabilidades de que su miedo esté afectando negativamente a otras personas en su vida. Es tiempo de tomar la decisión de dejar que Dios le ayude a ser libre del miedo.
Aunque tal vez haya estado dirigido por el miedo en el pasado, puede escoger hoy confrontar el miedo y convertirse en la persona valiente que Dios quiere que sea. No es demasiado tarde. Nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto.
Escoja la fe
He oído que cuando el miedo llama a nuestra puerta, debemos enviar a la fe para que abra. Podemos vencer el miedo, pero solo con fe. Cuando el diablo nos dice: “Tú no puedes”, deberíamos recordar que Dios nos dice: “Tú puedes”. Aunque podamos sentir temor, podemos avanzar en fe.
Cuando Pedro vio a Jesús caminar sobre el agua y quiso hacer lo mismo, salió de la barca y comenzó a dar pasos. Mientras mantuvo sus ojos en Jesús, pudo caminar sobre el agua, pero cuando comenzó a mirar la tormenta y las violentas olas a su alrededor, comenzó a asustarse y también a hundirse. Jesús le tendió su mano y lo salvó, pero también lo reprendió amorosamente por su miedo, preguntándole por qué tuvo tan poca fe y dudó tanto (Mateo 14:25-31).
Dios nunca deja de amarnos y ni siquiera se enoja con nosotros porque escojamos temer, pero se entristece porque quiere que vivamos la mejor vida que podamos vivir. Él envió a Jesús para que pudiéramos tener vida y tenerla en abundancia (Juan 10:10).
Dios nos prepara para lo que ha planeado para nosotros
Cuando Dios me llamó a enseñar su Palabra, necesité mucho tiempo para estudiar. En esa época de mi vida, tenía esposo y tres hijos, y ciertamente no podía dejar todas mis responsabilidades para irme a estudiar a un instituto bíblico. También tenía un empleo de jornada completa. Así que estudiaba todo lo que podía, pero sencillamente no tenía tiempo suficiente para estudiar todo lo que necesitaba. Estaba enseñando en un pequeño grupo de estudio bíblico todos los martes por la noche en nuestra casa, pero Dios tenía planes más grandes y yo necesitaba tiempo para prepararme para lo que Dios había planeado para mí.
Sentía fuertemente que Dios quería que dejara mi empleo para así poder tener más tiempo en casa para estudiar varias horas al día, pero había un problema. Si dejaba mi empleo, no tendríamos dinero suficiente para pagar nuestros gastos mensuales, y definitivamente no tendríamos dinero para emergencias ni cosas extra.
Finalmente, intenté negociar con Dios: dejo mi empleo de jornada completa y busco otro de media jornada. Al poco tiempo, me despidieron. Siempre había sido una buena empleada, sin duda alguna no era de las que merecían un despido, pero al director de la oficina no le caí bien desde el momento que acepté el trabajo, e hiciera lo que hiciera, nunca estaba bien. Cuando me despidieron, fue evidente para mí que Dios me decía que “dejara” mi empleo y que no consiguiera uno de media jornada.
La obediencia parcial no es fe. Es un poco de fe mezclada con mucho miedo y confianza en uno mismo, y no funciona. Yo tenía temor de no tener dinero suficiente sin mi sueldo, así que, aunque quería ser obediente a Dios, quería un plan de respaldo por si no recibía el milagro que necesitábamos cada mes.
Este mismo escenario no es muy extraño, y muchas personas intentan hacer lo que yo hice, solo que bajo diferentes circunstancias. En 1 Samuel 13 y 15 vemos dos ocasiones en las que el rey Saúl intentó la obediencia parcial y terminó perdiendo su reino debido a ello. Cada vez puso excusas que parecían sensatas, pero Dios espera que le obedezcamos, no que le ofrezcamos excusas de por qué no le obedecimos.
Una vez la desobediencia de Saúl se debió al miedo (1 Samuel 13:1-14), y la otra fue resultado de la avaricia (1 Samuel 15:1-23). Tengamos mucho cuidado de no poner excusas por nuestra desobediencia. Una excusa quizá a nosotros nos resulte creíble, pero Dios no la aceptará.
Si envía a sus hijos adolescentes a la tienda a comprar leche y ellos regresan con jugo de naranja, le han desobedecido. Quizá le digan que el jugo de naranja es también para beber e incluso le den la excusa de que lo compraron porque estaba de oferta. Pero el punto es que no hicieron lo que usted les pidió hacer.
Cuando Dios nos está preparando para algo grande que quiere que hagamos, nos permite pasar por muchas pruebas de obediencia. Algunas nos pueden parecer insignificantes, pero son tan importantes como cualquier cosa que nosotros consideraríamos grande. Si no se puede confiar en nosotros en las cosas pequeñas, nunca nos pondrán a gobernar sobre cosas más grandes (Mateo 25:21, 23).
Tras perder mi empleo de media jornada, hice lo que Dios me pidió hacer y dejé de trabajar fuera de casa por completo. Tenía mucho miedo por nuestras finanzas, porque cada mes necesitábamos un milagro para pagar todos nuestros gastos y tener algo extra para lo que pudiera surgir. Cada mes nos faltaban unos cuarenta dólares para poder pagar todos los gastos, pero aprender a confiar en Dios en esa pequeña cantidad nos ayudó a prepararnos para confiar en Dios en las cantidades grandes que necesitamos ahora para sostener la obra que Él nos permite hacer por todo el mundo. Nunca olvidaré cuán maravilloso era ver a Dios proveernos cada mes. Lo hacía de diversas maneras y nunca nos dejó sin lo que necesitábamos.
Cuando dejé mi empleo tomé la decisión correcta, pero si hubiera tomado una mala decisión, mi vida sería muy distinta a como es ahora. ¿Qué tipo de decisiones está tomando usted en su vida en este momento? ¿Son decisiones de obedecer a Dios, de escoger la vida y la bendición? ¿Son decisiones con las que estará contento con el paso del tiempo? Oro para que esté tomando las decisiones correctas y para que, si no lo ha hecho en el pasado, hoy sea un nuevo comienzo para usted. Escoja la fe, no el miedo. Nunca es demasiado tarde para un nuevo comienzo con Dios.
Cuando tenga miedo, haga eso que le da miedo y pronto dejará de tenerle miedo.
Norman Vincent Peale
CAPÍTULO 2
Hágalo con miedo
Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.
Josué 1:9
Dios tenía un gran trabajo para Josué, y antes de enviarle a hacerlo le dijo que no tuviera miedo. Tenemos que entender el significado de la palabra miedo para comprender bien lo que Dios le está diciendo a Josué.
Con el paso de los años, he estudiado mucho sobre el miedo y he hecho algunas observaciones interesantes sobre lo que significa. Una de las descripciones más poderosas de miedo que he encontrado es “salir deprisa” o “huir”. También podemos describir el miedo como una emoción desagradable causada por la creencia (pensamiento) de un daño o dolor. Una definición plena de miedo conlleva más que estas ideas, pero quiero que nos enfoquemos en el hecho de que tener miedo es huir de algo debido a una emoción o sentimiento desagradable de que podríamos sufrir o ser lastimados.
Si vemos el miedo como huir de algo, creo que podemos ver que Dios no le estaba diciendo a Josué que no sintiera miedo. Más bien le estaba advirtiendo que sentiría miedo, y que cuando eso sucediera no debía huir, porque Él (Dios) estaría con él.
Al igual que muchas personas, yo pasé años intentando deshacerme del sentimiento de miedo. Nunca lo vi como lo que era: un sentimiento o una emoción basada en un modo erróneo de pensar. Cuando miraba mis problemas o posibles problemas, los veía sin ver a Dios.
A lo largo de las Escrituras, Dios dijo de varias maneras diferentes: “No temas, porque yo estoy contigo”. Se lo dijo a Josué y a muchos otros (Deuteronomio 31:6; Isaías 41:10; Isaías 43:1; Marcos 6:50; Apocalipsis 1:17). De hecho, la única razón que encuentro en la Palabra de Dios para que no temamos es simplemente que Dios está con nosotros. Al margen de lo que esté sucediendo en nuestra vida, Dios es mayor, y Él está con nosotros. Puede que no sepamos qué hará para ayudarnos o cuándo lo hará, pero saber que Él está con nosotros debería bastarnos. Él está por nosotros, no contra nosotros, y si Dios es por nosotros, no importa quién esté contra nosotros (Romanos 8:31) porque Dios es mayor que cualquier persona o cualquier cosa (1 Juan 4:4).
Genre:
- On Sale
- Sep 1, 2020
- Page Count
- 240 pages
- Publisher
- FaithWords
- ISBN-13
- 9781546017387
Newsletter Signup
By clicking ‘Sign Up,’ I acknowledge that I have read and agree to Hachette Book Group’s Privacy Policy and Terms of Use