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Deje Que Los Alimentos Sean Su Medicina (Let Food Be Your Medicine)
Cambios Dieteticos Demostrados Para Prevenir O Revertir Enfermedads (Dietary Changes Proven to Prevent or Reverse Disease)
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En “Deje Que Los Alimentos Sean Su Medicina”, el Dr. Colbert presenta un método revolucionario de desintoxicación de azúcar, combinado con una forma antiinflamatoria de la dieta mediterránea modificada que resuelve un amplio espectro de enfermedades, como diabetes, enfermedades cardíacas, demencia, cáncer y osteoartritis. Solo imagine: entender cómo la comida por sí sola puede producir claridad mental, peso equilibrado y longevidad. Incluye planes de comidas y recetas.
Most of us think God is not concerned with what we eat, but the Bible actually offers great insight and instruction about the effects of food on our bodies. In Let Food be Your Medicine, Dr. Colbert introduces a revolutionary sugar detox method, combined with an anti-inflammatory form of the modified Mediterranean diet that resolves a broad spectrum of diseases, including diabetes, heart disease, dementia, cancer, and osteoarthritis. Just imagine – understanding how food alone can produce mental clarity, balanced weight, and longevity. Includes meal plans and recipes.
Excerpt
DEJE QUE LOS
ALIMENTOS
SEAN SU
MEDICINA
CAMBIOS DIETÉTICOS DEMOSTRADOS PARA PREVENIR O REVERTIR ENFERMEDADES
Copyright © 2016 por Don Colbert, M.D.
Publicado por Worthy Latino, una división de Worthy Media, Inc.,
Franklin, Tennessee 37067
WORTHY is a registered trademark of Worthy Media, Inc.
AYUDANDO A CONOCER EL CORAZÓN DE DIOS
Edición en ingles - Biblioteca del Congreso Número de control: 2015952293
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de ninguna manera o por ningún medio—electrónico o mecánico, fotocopiado, grabado, o por ningún sistema de almacenamiento y recuperación (o reproducción) de información—excepto breves citas en reseñas o artículos, sin permiso por escrito de la casa editorial.
Se han cambiado los nombres de pacientes para proteger su privacidad. Sin embargo, sus historias son verídicas.
Debido a que cada individuo es diferente y tiene necesidades o restricciones dietéticas particulares, la información dietética y nutricional que se proporciona en este libro no constituye consejo profesional y no es un sustituto del consejo médico experto. Los individuos deberían consultar siempre con un médico antes de comenzar un régimen dietético, de pérdida de peso o de ejercicio, y deberían continuar solamente bajo supervisión médica. Aunque proporcionamos los consejos y la información en este libro con la esperanza de ayudar a los individuos a mejorar su salud general, hay múltiples factores que influyen en los resultados de la persona, y los resultados individuales pueden variar. Cuando el consejo de un médico a un individuo particular esté en conflicto con el consejo proporcionado en este libro, ese individuo debería seguir siempre el consejo del médico. Los pacientes no deberían dejar de tomar ninguna de sus medicinas sin consultar a su profesional de la salud.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas de la Escritura han sido tomadas de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960, rvr, © 1960 por las Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 por las Sociedades Bíblicas Unidas. Usadas con permiso.
For foreign and subsidiary rights, contact rights@worthypublishing.com
Published in association with Ted Squires Agency, Nashville, Tennessee
978-1-68397-297-6 (Spanish Trade Paper)
978-1-61795-865-6 (English Trade Paper)
Cover Design: Tobias’ Outerwear for Books | tobiasdesign.com
Digital Illustration: Steve Gardner, Pixelworks Studios, Inc. | shootpw.com
Author Photo: statimaging
Food Images: shutterstock.com | ifong; Nitr; Nattika; vipman; Sergiy Kuzmin; Zoom Team
Impreso en los Estados Unidos de América
18 19 20 21 22 LBM 9 8 7 6 5 4 3 2 1
A mis colegas quienes, como yo, se esfuerzan continuamente por llevar sanidad a quienes nos rodean. Es nuestra tarea no solo enseñar, tratar y consolar, sino también prevenir las enfermedades que causan tanto dolor y sufrimiento.
Picasso dijo una vez: “Solo deje para mañana aquello por lo que esté dispuesto a morir sin haberlo hecho”.
Reto a todos los médicos a hacer algo más que tratar los síntomas. ¡Encuentren la raíz del problema y traten eso! Entonces podrán reposar su cabeza sobre la almohada en la noche y descansar con la seguridad de que sus pacientes están mejor verdaderamente porque usted es su médico.
“El médico del futuro no recetará ninguna medicina, sino que interesará a sus pacientes en el cuidado del cuerpo humano, en una dieta adecuada, y en la causa y la prevención de las enfermedades”.
—
Thomas Edison (1847–1931),
inventor de la bombilla incandescente, con más de mil patentes por invenciones a su nombre
“Deje que los alimentos sean su medicina y la medicina sea su alimento”.
—
Hipócrates
PREFACIO
USTED PODRÍA DECIR que he visto los resultados de este libro de primera mano. Y yo estaría de acuerdo con usted, pero también diría que los he vivido. Funciona, ¡y funciona bien!
Vi cómo Don lidiaba con su propia enfermedad con resultados asombrosos. A regañadientes, admitiré que le rogué incontables veces que dejara de buscar respuestas que parecían estar “fuera” de las realidades de las prácticas médicas aprobadas, pero estoy contenta de que persistiera. Lo que él ha aprendido es transformador.
No tenemos tiempo ni espacio en este libro para contarle todas las historias de personas cuyas vidas fueron cambiadas para bien debido a que sencillamente siguieron el régimen de salud que recomendó Don.
Hace unos años, observaba mientras Don le hablaba a una audiencia de más de dos mil personas. Enumeró la mayoría de las enfermedades comunes (por ej., artritis, diabetes tipo 2, enfermedades cardiacas, etc.) y después pasó a explicar cómo nuestro cuerpo suele desear los alimentos que alimentan nuestras enfermedades. No se enfocó en lo que no debían comer, sino más bien en lo que ocurre dentro del cuerpo cuando se ingieren los alimentos erróneos.
¡Nadie se fue de la sala! Estaban fascinados. Don estuvo respondiendo preguntas de izquierda a derecha hasta que finalmente terminaron. Había mucho interés por la salud cuando la gente se dio cuenta de lo que ocurría cuando comían ciertos alimentos.
Ahora, por primera vez, Don ha sacado esta información para que todo el mundo pueda tener acceso a ella. Está aquí. Lo único que tiene que hacer es tomarla y aplicarla.
Y lo que me encanta es que su enseñanza muestra a los lectores el porqué y el cómo y no es tan solo una aburrida lista de lo que se debe y no se debe hacer. Cuando uno ve los beneficios a corto y largo plazo de pasar a la acción hoy, ¡se ve atraído a hacer justamente eso! Abrirá sus ojos.
Pero permítame decirle dónde empieza todo. Comienza con el autocontrol, y solo puede conseguir eso practicándolo. Usted toma buenas decisiones de salud cada día. Cuando se siente a comer, pregúntese: ¿Estoy escogiendo alimentos que produzcan vida o alimentos que inviten a la enfermedad y la muerte?
Yo he tenido que hacer lo mismo. Todos tenemos que hacerlo. La salud que usted y yo queremos está a nuestro alcance. Sin embargo, exigirá que tomemos buenas decisiones para llegar a ella.
Yo puedo hacerlo, y usted también.
—Mary Colbert
INTRODUCCIÓN
USTED AGARRA UN RESFRIADO o la gripe, pero desarrolla una enfermedad de corazón, obesidad, diabetes (tipo 2), demencia, hipertensión, la mayoría de los cánceres, y más problemas de salud por las decisiones que usted toma con respecto a los alimentos.
Eso podría sonar a malas noticias, pero la buena noticia se está proclamando al mundo: se pueden tomar buenas decisiones alimentarias que controlan, curan o gestionan esas mismas enfermedades. Y las enfermedades no solo son tratables, ¡también se pueden prevenir!
A nivel práctico, es mucho más fácil prevenir el cáncer, Alzheimer, diabetes, ataques al corazón y demás que tratarlas, pero tenga la seguridad de que podemos hacer ambas cosas.
De eso habla este libro, de vivir un estilo de vida saludable que al mismo tiempo trate y prevenga la enfermedad. Y eso es vivir la vida al máximo. ¡Y eso es increíblemente emocionante!
A nivel de instintos, el nivel de la realidad, las personas son personas. Por lo general, hacen lo que quieren y no cambian el curso hasta el último momento posible. Está en la naturaleza humana, especialmente cuando se trata de los alimentos y la salud.
Tristemente, esa “naturaleza humana” se dirige a toda velocidad hacia el precipicio de una salud arruinada, enfermedades, muerte, pérdida financiera, dolor, familias rotas, sufrimiento y sueños sin cumplir.
Sin embargo, la gente no tiene que subirse al tren. Se pueden bajar en el momento que así lo deseen. Pero quizá nunca han oído que son libres para bajarse. No sé cuál es la razón que tienen para quedarse dentro, pero lo que sí sé es esto: cuanto más esperen, más difícil será.
Mi sugerencia es que se baje ahora mismo. Su salud y su libertad esperan, y eso es precisamente de lo que trata este libro.
Usted puede bajarse del tren.
Usted puede escoger la vida que quiere vivir.
Usted puede vencer.
Usted puede vencer su propia genética.
Este es un estilo de vida que produce vida. No es una dieta o una moda temporal. Se trata de la salud, la sanidad y la prevención, y de vivir para ver otro mañana.
¿QUÉ LE HACE ESTAR ENFERMO?
Si está buscando curar, controlar o tratar una enfermedad específica, entonces 1) lea la Sección Uno (capítulos 1-5) como la base de su pensamiento y planificación y después siéntase libre para 2) saltar al capítulo concreto en la Sección Dos (capítulos 6-12) que hable sobre su enfermedad.
Yo, por lo general, veo a los más enfermos entre los enfermos diariamente. Necesitan respuestas reales para enfermedades reales, y eso es lo que hago. Y las respuestas que necesitan de forma tan desesperada son algo más que recetarles medicamentos. Tratar los síntomas y no tratar el problema es una manera fácil de frustrarse.
Ahora bien, no estoy en contra de los medicamentos para necesidades a corto plazo. Gracias a Dios por los medicamentos, los antibióticos y más cosas que salvan muchas vidas, porque sin ellos podríamos estar muertos. Pero usted no debería comenzar con los medicamentos cada vez; le pueden ayudar verdaderamente, pero por lo general no son una respuesta o una cura.
Las respuestas se encuentran en los alimentos que comemos y en tratar el asunto central de la inflamación en el cuerpo. La inflamación es la raíz de la mayoría de las enfermedades crónicas, incluyendo enfermedades cardiovasculares, artritis, Alzheimer, Parkinson, la mayoría de los cánceres, enfermedades autoinmunes (como artritis reumática, lupus, EM, colitis, enfermedad de Crohn), y otras.
Elimine el aguijón, metafóricamente hablando, y el cuerpo se sana. Yo no tengo todas las respuestas, pero he ayudado a miles de pacientes a curar, gestionar y controlar su enfermedad, ¡y con grandes resultados!
Si usted, al igual que yo, quiere un estilo de vida saludable, eso incluye:
• vivir saludable ahora
• prevención de la enfermedad
• pérdida de peso
• tratar la raíz de un problema, no el síntoma
• un futuro más brillante
… ¡entonces siga leyendo!
—Don Colbert, MD
DEJE QUE LOS
ALIMENTOS
SEAN SU
MEDICINA
SECCIÓN UNO
En busca de respuestas
CAPÍTULO UNO
MI VIAJE
El Capítulo Uno marca el comienzo de la Sección Uno y la búsqueda de respuestas. Detalla mi propio viaje, cómo casi morí y cómo me vi forzado a ir por mi propio camino hacia la sanidad. Este es el mismo camino por el que dirijo a mis pacientes, ¡solo que ahora es más rápido y más barato! Este viaje es el fundamento de mi creencia en que la alimentación puede ser mi medicina ¡y mi medicina puede ser mi alimentación!
Don Colbert, MD
CAÍDO PERO NO ELIMINADO
NO ERA LA GRAN COSA. Era el año 1983, yo estaba en mi tercer año de medicina y estaba fuerte como un roble. Tuve que correr una carrera de cinco kilómetros (tres millas) en mi universidad como parte de nuestro programa de aptitud física.
El clima no era el mejor ese día. Hacía unos 32° C (90° F) y había mucha humedad. No era demasiado inusual para los veranos de Oklahoma, así que la carrera siguió adelante como se había planeado.
Si terminaba la carrera logrando un buen tiempo, me permitiría no volver a correr esa carrera hasta el año siguiente, y como estudiante de tercer año, no tenía mucho tiempo libre. Imaginé que seguiría de cerca a mi compañero de clase, ávido corredor, terminaría la carrera con una buena velocidad, y cerraría este asunto. No era la gran cosa.
Comenzó la carrera y dimos vueltas al estadio de béisbol muchas veces. En la última vuelta, a unos setenta y cinco metros de la línea de meta, algo me sucedió en las piernas. Comencé a tener problemas para respirar, y mi corazón comenzó a acelerarse más de lo que nunca lo había sentido. Mis piernas de repente comenzaron a dolerme muchísimo, a debilitarse, tenía dificultad para controlarlas, y literalmente me arrastré hasta la línea de meta.
Mary, mi esposa, estaba allí en la carrera ese día. Ella me dijo después “Parecía que tenías las piernas rotas o como si te hubiera atropellado un automóvil. Parecía que no controlabas tus piernas”.
Cuando crucé esa línea de meta me caí al suelo, echando espuma por la boca, con el corazón latiendo con fuerza y sintiendo que me faltaba el aire. El entrenador me acercó a los aspersores y me empaparon de agua, pero eso no me ayudaba. Yo no lo sabía en ese entonces, pero los músculos de mis muslos habían experimentado un gran trauma debido a un golpe de calor. Literalmente, ¡los músculos de mis muslos ardieron! Eso liberó mioglobina (proteínas de los músculos) en mi flujo sanguíneo.
Al otro lado de la calle estaba el hospital Ciudad de la Fe. Me subieron a la parte trasera de un automóvil y me llevaron a urgencias. Todos los médicos y enfermeras estaban fuera mirando una gran tormenta que se aproximaba. Me echaron un vistazo y me llevaron al interior en silla de ruedas. Estaba totalmente empapado, pero no de sudor. Parecía que solo estaba sobrecalentado, pero el agua era de la ducha que me había dado mi entrenador con la manguera. Estaba caliente y seco por dentro. La enfermera me tomó la temperatura y llamó al médico a gritos… tenía 42° C (108° F) ¡y subiendo!
Ella sabía, igual que yo (aunque admito que no pensaba con mucha claridad en ese momento), que las temperaturas corporales de 41° C (107° F) o más producen daños celulares, y los órganos internos pueden cerrarse. Esto puede ser mortal.
Ella gritaba buscando al médico de urgencias. Yo tartamudeé: “Pongan vías intravenosas en ambos brazos”.
Ellos lo hicieron, y me ocurrió la cosa más extraña. Cuando esos líquidos intravenosos comenzaron a entrar en mis venas, los poros de mi piel se abrieron y la transpiración salió a chorros como si fuera un sistema de riego en miniatura por todo mi cuerpo. Mary también lo vio. Dijo: “El agua salía disparada a unos tres centímetros (dos pulgadas) por todo tu cuerpo. Me llegó a asustar”.
Finalmente, mis mini aspersores se cerraron y mi cuerpo comenzó a absorber los líquidos intravenosos. Los médicos pensaron que simplemente había hecho un ejercicio excesivo y como resultado había sufrido un agotamiento por calor, y por esa razón me enviaron a casa. Una vez en casa, al poco de llegar tuve que ir al baño. ¡Mi orina era del color del café!
¡En ese momento me preocupé mucho!
Fuimos de nuevo al hospital y esta vez me diagnosticaron un golpe de calor, una enorme rabdomiólisis y fallo renal agudo. Los músculos rotos de mis muslos liberaron la proteína muscular mioglobina, que era tóxica para mis riñones, y todo eso lo estaban intentando filtrar mis riñones, y de ahí el fallo renal agudo. Mis niveles de CPK (creatina fosfocinasa) que monitoreaban una enzima muscular eran los más altos que el personal médico había visto jamás.
Cuando los músculos se rompieron, mis piernas se hincharon, lo cual me causó un dolor extremo, y después los músculos se encogieron. Todo esto mientras el personal médico me mantenía con el máximo flujo de líquidos intravenosos para que mis riñones no se cerraran, pero mis piernas seguían encogiéndose cada vez más. Los que antes eran muslos musculosos ¡parecían más delgados que mis brazos! Como varón, eso era desalentador y embarazoso.
La apariencia, no obstante, no era el peor de lo problemas. Los médicos pensaban que no podría volver a caminar.
Tras hacer una biopsia de los músculos de mis muslos, donde tomaron una muestra del músculo de la pierna desde la capa de mi piel hasta el hueso, el reporte llegó unos días después. En vez de decírmelo directamente, hablaron primero con mi esposa Mary. “Nunca podrá volver a caminar”, le explicaron. “Sus músculos están necrosados, o muertos, del todo… todas las capas, hasta el hueso”.
Ella les dijo que no me lo dijeran en ese momento porque sabía que yo estaba en un lugar delicado emocionalmente, y ella sentía que una mala noticia destruiría mis esperanzas. Ella me dijo más adelante: “Tu personalidad es de tipo A, así que no me imaginaba verte en una silla de ruedas toda la vida”.
Pero los médicos me lo dijeron igualmente. Mary estaba furiosa y les dijo: “¡Están todos despedidos!”.
“Mary”, argumenté yo, “tú no puedes despedirlos; ellos son mis profesores”.
Eso era cierto. Como yo estaba en una universidad médica, mis médicos eran también mis maestros. Mary y yo discutimos y ella salió de la habitación dando un portazo. En el elevador, cuando se disponía a bajar, todo cambió.
“No solo estaba enojada con los médicos, sino que me estaba tambaleando por los múltiples golpes”, explica Mary. “Desde una carrera que no era la gran cosa solo unos días atrás hasta un fallo renal agudo y que Don estuviera en silla de ruedas y después posiblemente no pudiera terminar la carrera de medicina, ¡todo se estaba desmoronando de forma muy rápida!”.
Respirando hondo, comenzó a orar. “Fue entonces cuando oí la voz del Señor hablar claramente a mi corazón”, dice ella. “En mi corazón, oí: ‘Correrá y no se cansará; caminará y no se fatigará”’.
Volvió a pulsar el botón del elevador para subir a mi planta y entró caminando con expresión resuelta en su rostro. Nos dijo a mí y a todos los demás en la sala: “El hombre ha dicho que no caminarás, pero Dios ha dicho que sí lo harás”.
Eso hizo que mi fe y mi esperanza regresaran. Supe de algún modo que volvería a caminar de nuevo y que de algún modo terminaría la carrera de medicina. Siempre he dicho que la fe y la esperanza son vitales cuando las personas experimentan problemas de salud. Ahora era mi turno no solo de creer, sino también de vivirlo.
Finalmente, me dieron de alta del hospital. Me enviaron a casa en una silla de ruedas. Mis piernas eran extremadamente delgadas. Había muy poco músculo en mis huesos. Ni siquiera podía sostener mi propio peso y tenía que usar mis brazos y mi silla de ruedas para moverme.
Mientras meditaba en la palabra de fe, comencé a dar unos pocos pasos y después unos pocos más. Me dolía mucho, pero poco a poco comencé a caminar. Semanas después volví caminando al hospital. Todos los médicos y enfermeras aplaudieron y estaban asombrados. Habían dicho que nunca volvería a caminar, que el tejido estaba muerto; pero los músculos comenzaron a crecer y a sanar. Yo era, de forma literal, un milagro andante.
Tras terminar la carrera, me mudé al centro de Florida, donde comencé mi programa de residencia en práctica familiar, que era trabajar tres años con otros médicos antes de poder abrir mi propia consulta privada. Después en 1987, comencé mi propia consulta de medicina familiar.
EL ÚLTIMO PALITO
Tener mi propia consulta médica significó estar de guardia todas las noches, trabajar muy duro y tener que empezar a pagar mi préstamo universitario. También me había comprado un automóvil nuevo y una casa nueva, y abrí una consulta nueva.
Me encantaba la práctica de la medicina. Siempre quise ser médico, ayudar a la gente, y esta era mi oportunidad. Y lo mejor era que no estaba atado a una silla de ruedas. Estaba caminando y con salud. Era un sueño hecho realidad, y aunque era intenso, ¡lo estaba disfrutando mucho!
Como había estudiado nutrición y psicología mientras estudiaba medicina, me resultaba natural ayudar a mis pacientes con su salud, además de recetar medicamentos.
Perder peso era, y aún es, una gran necesidad entre muchos de mis pacientes. Daba muchas clases de consejos dietéticos a mis pacientes. Ellos entraban y yo les enseñaba cómo hacer la compra, cómo cocinar y cómo salir a comer a los restaurantes (usando los propios menús de los restaurantes) y a comer saludable. Incluso les acompañaba al supermercado y les enseñaba a elegir los alimentos de forma sana. Estábamos a finales de los años ochenta y estábamos teniendo un gran éxito con el programa de pérdida de peso.
Una vez por semana teníamos una reunión de grupo. Era una gran fuente de dar cuentas y de entrenamiento. Estábamos consiguiendo unos resultados magníficos, y la noticia se extendió rápidamente de boca en boca.
Una de mis pacientes con sobrepeso, que había seguido la dieta, tenía programada una cirugía de rodilla artroscópica. Le dije que dejara la dieta de antemano, pero decidió no hacerlo. No era muy importante, al ser una operación sencilla en un centro ambulatorio.
Tres días después de la operación de rodilla, mientras hacía un esfuerzo durante un movimiento intestinal, sufrió un gran derrame cerebral. Sobrevivió, y cuando salió del hospital, su esposo demandó al ortopedista, al hospital, al anestesiólogo… ¡y a mí!
Yo no sabía nada sobre demandas en ese entonces, pero ella me demandó para recibir una indemnización de medio millón de dólares, que era el límite de mi seguro de negligencia profesional. Solo llevaba un año con mi consulta, lo cual significaba que tenía gastos de personal, renta, costos de establecimiento, préstamo de estudios, mi propia hipoteca y un automóvil. Me enteré después de que la razón por la que me demandaron fue porque tenía una póliza de seguros estupenda.
Así que seguimos con toda rapidez. La consulta estaba tomando velocidad, y eso era lo que necesitábamos. Una reportera local me llamó y me pidió filmar lo que estaba haciendo con nuestro programa de pérdida de peso y entrevistarme.
¡Esto era una gran noticia! Todo el centro de Florida nos escucharía. Más alboroto y más conciencia; era perfecto.
La reportera llegó a nuestra reunión regular de pacientes; algunos habían perdido 10 kilos (20 libras), otros habían perdido hasta 35 kilos (70 libras). Ellos grababan mientras hablábamos de menús y también sobre los alimentos que podíamos pedir en los restaurantes. Después la reportera habló y dijo, mientras las cámaras grababan: “Háblenos sobre la paciente que estaba haciendo su dieta y que tuvo un derrame cerebral”.
Se abrió el telón. ¡Fue entonces cuando supe que me habían tendido una trampa!
Resultó ser que el abogado de la paciente que sufrió el derrame era amigo de la reportera. Probablemente averiguó que la forma más rápida de atraparme era amenazar con sabotear mi consulta. No tenían caso contra mí, y él lo sabía, pero eso no le detuvo de mentir y engañar.
Genre:
- On Sale
- Jul 24, 2018
- Page Count
- 308 pages
- Publisher
- Worthy Books
- ISBN-13
- 9781683972051
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